EL PAíS › REFLEXIONES
› Por Nicolás Casullo
“Creo que la conferencia no agregó ni quitó nada a lo previamente conocido. Por una parte la clara distinción que hace el gobierno de Cristina Fernández entre forma y contenidos de la política. La “novedad” de una conferencia de prensa, o de un ministro o de un director de Canal 7, no implicó en ella cambio de ideas ni planteos programáticos, como de distintas maneras buscan confundir y mezclar tales dos cosas los distintos poderes, la oposición y el dominio mediático. Esos dominios no sólo le piden una conferencia que nunca dio, sino sobre todo y básicamente que diga las cosas que nunca dijo. Lo que se juega, lo dijo de entrada la Presidenta, es una cuestión de modelos de país, de modelos distintos y no una mítica unidad donde todos terminen pensando lo mismo a través del eufemismo del diálogo santo, el consenso mágico, el somos todos iguales lo único que unos con mil hectáreas en el bolsillo y otros con veinte pesos por semana. En este sentido la conferencia sirvió para ratificar que la Presidenta, didáctica, amable, racional como siempre, con mil porcentajes en la cabeza, tiene un proyecto político social que ganó electoralmente, como también puede perder. Por el otro lado, y en sentido inverso, la conferencia confirmó la poca intención de CFK a palabras como “nos equivocamos”, “estamos viendo revisar tales cosas”, repensamos estas otras, se impone un dimensión de critica a lo actuado, final de la historia del piantavotos Moreno, un nuevo Indec. Esto es, capacidad de repolitizar la política en democracia. Cuando se pierde una batalla, algo de fuerza propia, aliados y votos, se necesita hacer política fuerte hacia los cuatro puntos cardinales. Porque se está en un régimen de poder de mayorías, y no en una lógica vanguardista donde me cierro en una verdad por donde estoy seguro que va a pasar la historia. En la revolución las masas vienen después, en la democracia parlamentaria las masas vienen siempre antes del poder. Pero tal vez lo más significativo ha sido la pobreza de muchas intervenciones periodísticas en la conferencia. Desperdiciaron una oportunidad para interrogar y desafiar a la mandataria sobre las grandes cuestiones de una incierta Argentina en el marco global, entre dominios mundiales, estrategias nacionales y latinoamericanas, rol del Estado, perfiles sociales, época cultural y las identidades concretamente amenazadas, planteos de desarrollo, lógicas acumulativas, mundo del trabajo a diez años, papel de las fuerzas armadas, relación universidades con la política nacional, profundizar su idea vertida en la conferencia de democracia comunicacional. Casi todo se lo llevó el teleteatro informativo, Cobos, Moreno, tren bala, cómo es Kirchner en el matrimonio. La Presidenta tendría que dar más conferencias de prensa para entrenar a un periodismo políticamente bastante opaco a veces.”
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