EL PAíS › EL NUEVO DETENIDO POR EL CRIMEN DE BEROIZ
Alejandro Lázaro, el sindicalista detenido el jueves por el crimen del tesorero de la Federación de Camioneros Abel Beroiz, se negó ayer a declarar ante el juez de instrucción Osvaldo Barbero, quien reimplantó el secreto de sumario en la causa. El detenido, de 35 años, referente de la regional San Lorenzo del gremio, se mantuvo prófugo con pedido de captura durante 65 días. Efectivos de la Brigada de Homicidios lo localizaron el jueves en su casa de la zona sur de Rosario, donde lo habían tratado de ubicar varias veces sin éxito.
El juez Barbero había pedido su detención el 3 de junio pasado, a fin de indagarlo por el homicidio del ex conductor de los Camioneros en Santa Fe, ocurrido el 27 de noviembre. Lázaro, que trabaja en la empresa de transportes La Mara, fue señalado por testigos como uno de los integrantes del grupo de personas que se oponían a la continuidad de Beroiz como líder del sindicato provincial. Además, testimonios y llamados telefónicos lo vinculan con el grupo que se cree que cometió el crimen.
Ayer, fuentes de la investigación señalaron que un nuevo estudio realizado a partir del programa Excalibur estableció una serie de llamadas en el día de la muerte de Beroiz, que indican una comuniación permanente entre los cinco detenidos. La misma prueba podría ayudar en la pesquisa hacia los instigadores del crimen.
La detención de Lázaro no fue la única novedad en torno del caso en los últimos días: el hombre que confesó haber asesinado al sindicalista hizo un frío relato público acerca de cómo y por qué lo mató. Aunque su relato televisivo contradijo sus propias afirmaciones en el expediente judicial y muchas de las pruebas allí reunidas por los investigadores del crimen. Un párrafo de su aparición en un canal provincial: “Cuando entramos a la cochera (del ACA), el pibe (por Juan) se asustó cuando vio la seguridad del lugar y se echó para atrás. Entonces yo le disparé a Beroiz y en ese momento empezó la balacera con los custodios del lugar. Beroiz se trabó en lucha con Juancito. Ahí yo se lo saqué, pero ya lo había apuñalado. Sonaba la alarma y los de seguridad tiraron tiros para todos lados. La balacera duró 25 minutos. Juancito salió para la cortada y cuando intenté apretar el botón del ascensor, me dieron un tiro en la costilla. La bala que me pegó tenía una punta hueca. Me entró aire, pero no me salió sangre. Corrí para la escalera y salí afuera. Tomé un taxi y lo recogí a Juancito, que iba corriendo por Mitre”.
La afirmación contiene contradicciones claras. La primera es que en el expediente no hay indicios que prueben la existencia del tiroteo. En su declaración televisiva, el propio Flores se contradice: primero afirma que dos balazos impactaron en su cabeza y después sostiene que un proyectil le perforó la espalda, además de sugerir que la balacera se desató para asesinarlo: “Me tenían que matar, pero les salió mal”. Sin embargo, ante el juez Osvaldo Barbero nunca había dicho que los custodios le dispararon.
En televisión cambió además su declaración judicial respecto del modo en que resultó herido: ahora afirma que fue baleado, pero al juez le había contado que al escapar del ACA se llevó por delante una baranda y que el golpe le hizo sangrar una lesión anterior.
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