Mar 09.09.2008

EL PAíS  › ENTREVISTA AL JUEZ FEDERAL DE LA PLATA, ARNALDO CORAZZA

“No estamos preparados para casos como el de López”

A días de cumplirse dos años de la desaparición de Julio López, el juez Corazza admite que no hay líneas de investigación fuertes, pero no pierde las esperanzas: “Alguien se va a quebrar”. Cree que lo mataron porque no quiso desdecirse.

› Por Adriana Meyer

Llega puntual y pide un cortado. A casi dos años de la desaparición de Jorge Julio López, el juez federal Arnaldo Corazza acepta conversar con Páginai12, aunque aclara que no le gusta dar entrevistas. “No estamos preparados para casos especiales como el de López”, confiesa respecto de la magnitud de la investigación sobre el testigo que contribuyó a la condena del represor Miguel Etchecolatz y del que se perdió todo rastro el 18 de septiembre de 2006, justo antes de la sentencia. El magistrado cree que a López lo habrían matado porque se negó a desdecirse de su acusación contra el ex comisario. Corazza admite que es el caso más complejo de su vida, pero asegura que no perdió la esperanza de resolverlo porque “no existe el crimen perfecto, alguien se va a quebrar”. Sin embargo, del repaso de la causa surge que no hay “ninguna pista nueva ni sólida”, y que los casi 30 cuerpos del expediente resumen 24 meses de inoperantes esfuerzos que no condujeron a nada, de pistas falsas y absurdas para distraer y líneas auténticas arruinadas por las propias fuerzas de seguridad.

Ultimas horas de la víctima

“Después de tanto tiempo puedo pensar que está muerto –dice sobre las declaraciones del ex ministro de Seguridad bonaerense León Arslanian al respecto–, pero a los efectos de la causa tengo que tener un cadáver y hacer un ADN, mientras tanto sigo buscando.” Al momento de reconstruir lo sucedido aquella mañana en Los Hornos, el juez cuenta que “no pudimos seguir la ruta de López, desde la casa hasta un local de Edelap, porque en un momento dado desaparece. Nadie vio nada y si vio no habla por temor. Sólo tres testigos declararon, entre ellos una mujer que habló con él y dijo que lo conocía de toda la vida. No estaba yendo al juicio porque el sobrino lo pasaba a buscar a las 9 y a las 10 y pico él estaba caminando, vestido con ropa diferente a la que llevaba a las audiencias. Había declarado espontáneamente, en mi juzgado y en el juicio oral, ¿por qué ese día no iba a ir?” En este punto el juez abona la hipótesis de que se dirigía a una reunión, a la que lo habría convocado un conocido, con la intención de hacerle cambiar su testimonio en el juicio. Este misterio se suma a las llaves que aparecieron tiempo después en su jardín, el cuchillo que faltaba en la casa, las aberturas sin señales de haber sido violentadas. “Hay que tener en cuenta también que López vivía en un barrio de policías, con los que tenía un trato de vecinos”, apunta.

¿Qué pasó con el cadáver calcinado aparecido en Punta Lara, a pocas horas de la desaparición de López? “Sigue sin identificar, estaba totalmente quemado y no podíamos establecer el ADN sin saber con qué compararlo. Es raro el episodio, pero luego fueron apareciendo más de veinte cuerpos, nunca pensé que hubiera tanta gente muerta que nadie reclama”, dice Corazza. En ese momento, se acuerda de la pista aportada por un periodista alemán, que le sigue pareciendo la versión más verosímil de lo que le pudo haber ocurrido al albañil de 77 años. “Es la hipótesis de que (ex policías bonaerenses) lo mataron porque se negó a desdecirse de sus dichos en el juicio, algo similar me dijeron que ocurrió en Mar del Plata, y genera un descrédito a la causa, es un hecho político de mucha importancia”, enfatiza. Sin embargo, el juez dice que no pudo verificar la versión porque el periodista aportó referencias muy vagas y se amparó en el secreto a no revelar su fuente. Corazza recuerda que ese día Etchecolatz pedía la suspensión de los alegatos, como para que tuviera lugar la pretendida desmentida de López. “Muy loco no es pensar esto”, opina. Según declaró Jan Ronneburger, de la agencia DPA, una funcionaria nacional confirmó a sus informantes que el testigo estaba muerto.

La culpa fue de Kintin

Puesto a repasar las viejas pistas, el juez destaca que sólo cerraron la que había alertado sobre el cruce de López a Paraguay y la derivada del operativo en Atalaya. Cuando hacía una semana que el testigo había desaparecido, los perros adiestrados de la Policía Bonaerense detectaron su olor en esa localidad. Pero la búsqueda fue interrumpida sin justificación, careció de actas y la SIDE sospechó que el rastro había sido plantado. En ese momento no se investigó, pero hoy Corazza es terminante. “Fue una pista montada”, afirma. Recién este verano hizo la reconstrucción del procedimiento, pedida durante meses por la abogada de la querella Guadalupe Godoy, quien aún duda si esa pista fue armada o era buena y fue contaminada. “Hicimos una pericia muy seria que indicó que ese perro no puede seguir ningún rastro. Kintin no era apto”, explica Corazza. Otro capítulo cerrado que no cierra, como otros del expediente.

¿Armado en el pabellón de lesa?

Etchecolatz, preso en Marcos Paz en el llamado pabellón de lesa humanidad tras su condena a prisión perpetua por delitos cometidos en el marco de un genocidio, aparece en varias partes del caso pero no hay nada concreto que lo sindique como el autor intelectual del secuestro del testigo que lo incriminó. Sin embargo, Corazza cree posible que haya sido planeado en esa cárcel. “No se puede descartar y, aunque no me quiero meter en la política carcelaria, no sé si es bárbaro que estén todos juntos (los represores), mantienen las jerarquías y están en elaboración permanente. Estuvieron con muchas libertades, por eso se produjo el allanamiento. Cuando fueron a ver las líneas telefónicas había plasmas, entraban bolsas llenas de mercadería, sin revisar. Tenían acceso al buffet que está adelante y de ahí supusimos que podían tener teléfonos celulares. Se encargó una investigación que hizo Inteligencia del Servicio Penitenciario Federal (SPF) que no me resultó satisfactoria”, describe. ¿Por eso hubo dos allanamientos?, pregunta este diario. El juez responde que el primer procedimiento lo hizo el Ministerio de Justicia, que conducía Alberto Iribarne. “Es muy fuerte ir a allanar un penal, pero hice el segundo operativo. Mi misión no es desestabilizar ministros, pero encontramos muchas cosas”, explica. Esas “cosas” fueron líneas telefónicas nunca informadas por el SPF que utilizaban los represores, libros de guardia “plagados de falsedades y omisiones” que, según el fiscal Sergio Franco, frustraron pistas que hubieran sido esenciales para esclarecer el caso. Una docena de agentes penitenciarios ya fueron indagados por Corazza que, por ahora, les dictó la falta de mérito.

¿Durmiendo con el enemigo?

Corazza dice estar conforme con la tarea de la Policía Federal y con la de Seguridad Aeroportuaria, que quedaron a cargo luego de que la Bonaerense fuera apartada. El expediente del caso López tiene 26 cuerpos, 70 anexos y 48 legajos en los que desfilaron desde videntes, pendulistas y hasta una “mujer-pájaro” que asegura que en uno de sus vuelos avistó a López. Pero también hay numerosos servicios de inteligencia y retirados de fuerzas de seguridad que lo vieron en La Pampa, que escucharon que lo tiraron en un arroyo (y allí iba la Justicia a vaciar el arroyo), o en un basural de Bahía Blanca, o que cruzó a Paraguay por Misiones. Como nada podía ser descartado, los investigadores invirtieron tiempo y dinero en decenas de procedimientos que sólo distrajeron.

“El mismo caso de Atalaya pudo haber sido para mostrar que estaban haciendo algo, es muy difícil para las autoridades provinciales decir no tengo nada. O mientras te ocupás de esto no te ocupás de otra cosa. Todas las semanas hubo llamados anónimos. Pero no puedo atribuir una intencionalidad si no lo compruebo”, admite el juez.

–¿Pidió más recursos o una secretaría especial?

–Solicité un secretario volante al diputado Carlos Kunkel, del Consejo de la Magistratura, y al presidente de la Corte Suprema. Pero no pasó nada. Al menos tendríamos que salir de los turnos. Tengo 40 personas trabajando, pero para que las causas avancen se requeriría otro tipo de organización, una apoyatura para situaciones de emergencia.

Corazza lleva también la megacausa Camps y la mayoría de los procesos por delitos de lesa humanidad de su jurisdicción. Con todo, asegura que “la causa López está muy activa, el fiscal pidió medidas, lo que demuestra que da frutos tener a dos personas exclusivas”. Sobre las líneas de investigación, Corazza asegura que “no hay pistas nuevas, trabajamos unas diez hipótesis que ya tenemos, pero no hay ninguna que sea más fuerte”. Hasta ahora el expediente nunca tuvo un imputado, y a pesar de eso el juez dice que es una causa “imposible de cerrar”. Y agrega: “Sigo sin creer que esto no se pueda esclarecer y espero ser yo el que lo haga. Algo se tiene que filtrar, es un hecho especial que va más allá del interés particular”, afirma mientras toma su cortado.

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