Sáb 13.09.2008

EL PAíS  › ACTO DE EX PRESOS POLITICOS EN LA ENTRADA DE LA CARCEL DE DEVOTO

Un homenaje “a los que resistieron”

Ex presos políticos durante la dictadura, sus padres, sus hijos y sus nietos inauguraron una baldosa frente al penal en memoria de tres compañeros muertos. El Servicio Penitenciario no quiso que el acto se hiciera adentro.

› Por Laura Vales

Iban a visitar la cárcel, ya habían arreglado incluso cómo: en grupos de 30 ex presos políticos por vez, durante dos viernes, hasta cubrir los 600 que se habían anotado para volver a Devoto. Pero después de dos meses de preparativos, las autoridades del Servicio Penitenciario Federal dieron marcha atrás. El argumento: que los presos comunes podrían sentirse estresados por la visita de los ex presos políticos. “¿Y no será que ya están estresados por otros motivos?”, se pregunta con ironía Gustavo Westerkamp en la puerta del penal, mientras prueba el sonido para el encuentro que de todos modos convocaron frente a la cárcel. Aunque sin la visita al interior del penal, ayer los ex presos políticos realizaron un acto en Devoto, en homenaje “a los que resistieron y murieron tras las rejas” durante la dictadura.

Un poco eso –la actividad central fue descubrir en la vereda una baldosa en memoria de tres de sus compañeros muertos en el lugar–, el encuentro tuvo también como objetivo hacer un agradecimiento a los familiares que los acompañaron mientras estuvieron dentro.

“Y otra razón fue continuar con la serie de visitas que venimos haciendo a otras cárceles, como las de Rawson y La Plata”, agrega Nelfa Suárez, el pelo largo, lacio y oscuro como en los ’70, también ex detenida.

El acto juntó en el asfalto de la calle Bermúdez a cuatro generaciones: los padres de los ex presos, los ex presos, sus hijos y sus nietos. Algunas frases escuchadas en los grupos que se armaron a los costados del escenario:

“Casi todas las presas que estuvimos acá éramos militantes. Tratábamos de estar muy activas. Estudiábamos, hacíamos cosas para estar organizadas. Teníamos una consigna: ‘la neurona que nos quedó, hay que usarla a mil’.”

“Ellos montaron un sistema de calesita porque no querían que hubiera lazos. Nos hacían rotar, pero también fue una ventaja porque nos fuimos conociendo más.”

“Todavía es difícil contar qué nos pasó. La gente te escucha dos minutos y no quiere oír más. Hay una especie de rechazo, una sociedad que no asume.”

“Las requisas eran violentas. Nosotras no nos desnudábamos, nos quedábamos en bombacha y corpiño, y ésa era una forma de resistir. Tampoco permitíamos que nos tocaran, aunque nos metían en la celda de castigo. Pero no nos tocaban: éramos presas políticas.”

“La memoria va mucho más allá del recuerdo. Lo vivimos con el conflicto del campo que lo mostró, ahí podías repetir la información o hacer un análisis crítico, pero para eso es necesario ir a la memoria. Lo del campo provocó mucha fragmentación y mucha confusión en la sociedad; ¿desde dónde trabajás eso? Desde la memoria, pero una memoria crítica, no una memoria del recuerdo.”

“Salí en el ’83. Me sentía una extraterrestre. Mi familia, mis amigos estaban en otra cosa. No me entendían ni yo tampoco a ellos, porque había vivido en otro mundo, una especie de comunidad en la cárcel.”

Patricia Traba y Silvia Abdolatif explican que Devoto “fue donde la dictadura llevó a la mayoría de las presas mujeres”.

Los militares la usaron además como una vidriera, porque ante la presión internacional por los desaparecidos durante la dictadura necesitaban tener algo para mostrar. Trasladaron así a muchas detenidas de cárceles de provincia. “Que te trajeran era una garantía de que ibas a vivir. Pero no del todo, porque también acá tuvimos una desaparecida.”

La baldosa de homenaje se instaló en la vereda de la entrada principal. En ella figuran los nombres de Teresita Di Martino, a quien la dictadura fingió liberar para que un grupo de tareas la secuestrara, y el de Alicia Pais, una presa que murió en el interior de Devoto: era asmática y no le dieron atención médica.

El tercer nombre es el del abogado Mario Abel Amaya, un conocido defensor de presos políticos, militante radical, a quien trasladaron desde Rawson en muy mal estado físico por la tortura, y que murió a poco de haber ingresado.

Varias bandas de música y una murga actuaron antes de que ex presos, familiares y amigos subieran al escenario para decir unas palabras. El abogado Hipólito Solari Yrigoyen, a quien secuestraron junto a Amaya, fue el primero en hacerlo. Un amigo de Teresita Di Martino recordó su militancia en el PRT. Otros, como Liliana Rossi, ex detenida, y Camilo, hijo de Alicia Pais, cantaron. Para después del acto se había organizado una peña en la Mutual “El Sentimiento”. Es que como sucedió con otras visitas, el evento había reunido a gente de varios puntos del país después de 25 años.

Subnotas

(Versión para móviles / versión de escritorio)

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS rss
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux