Jue 10.10.2002

EL PAíS

El Senado se disponía a derogar las jubilaciones de privilegio

Al cierre de esta edición se trataba la norma en general. Iba a ser aprobada. Sería el fin de un irritante privilegio.

› Por Eduardo Tagliaferro

“Con un 60 por ciento de excluidos y con los actuales índices de desocupación, tener jubilados de 12 mil o 14 mil pesos por mes es una ofensa”, arrancó el entrerriano Jorge Busti al defender el dictamen de la Comisión de Trabajo y Previsión Social que, al igual que lo votado en Diputados, pone a las jubilaciones de privilegio un límite de 3.100 pesos y deroga beneficios de los denominados regímenes especiales. Aunque al cierre de esta edición restaba hablar una veintena de oradores, el espíritu del cuerpo era aprobar en general y pasar a un cuarto intermedio para la semana que viene, ocasión en la que la norma se discutirá en particular. Allí puede haber cambios que remitan el proyecto nuevamente a la Cámara baja. Anteanoche en la quinta de Olivos, Eduardo Duhalde fue contundente: “Si la ley sale tal cual la aprobó Diputados será vetada”.
Desde que la derogación de las jubilaciones de privilegio fue votada en la Cámara baja, los senadores pasaron a estar en el centro de todas las miradas. El tema fue discutido con innumerables especialistas y en varias comisiones parlamentarias. Fue notoria la defensa de sus intereses que hicieron los magistrados. El más claro de ellos fue el ex juez de la Corte Suprema Jorge Bacqué, quien con cierta sorpresa dijo “qué hubiera sido de mí, si cuando me retiré de la Corte hubiera tenido que vivir con un sueldo de 3.100 pesos”.
El proyecto en debate propone derogar los regímenes especiales de los políticos, jueces, diplomáticos y obispos, a la vez que fija un tope de 3.100 para los haberes que se perciben actualmente. Más allá de que en un comienzo el radicalismo había manifestado su oposición a la norma, tal como fue aprobada en Diputados, anoche la única voz que se alzó contra la iniciativa fue la del mendocino Raúl Baglini. Lo hizo con la lucidez que suele emplear y puso el acento en lo oneroso que sería para el Estado la catarata de juicios que sobrevendría a la sanción de este proyecto. En este punto señaló que “necesitamos una solución buena, que además de rápida no sea declarada inconstitucional”. Este argumento lo llevó a sostener que debían reconocerse “los regímenes especiales”.
En la misma línea habló el riojano Eduardo Menem. Además de reconocer la condición de regímenes especiales, el senador hizo un repaso al contexto político en el que se daba la discusión. Luego de criticar la presión ejercida por los medios de prensa, aprovechó la oportunidad e hizo referencia al debate por el juicio político a la Corte Suprema. El Gobierno se la había dejado picando y el riojano aprovechó la oportunidad. Criticó los arrestos de enjuiciamiento que a diferencia de este momento habían embriagado a las huestes de Eduardo Duhalde en el comienzo de su gestión. “Se han metido en una sola bolsa a jueces, diplomáticos, políticos y obispos. Hasta a Dios lo han metido en la bolsa”, ironizó Menem.
Luego de Busti, Menem y Baglini, fue el turno de Cristina Fernández de Kirchner. La santacruceña sumó su voto a la derogación. En su exposición no faltó la alusión a la realidad social, desarmó el tradicional uso que suele dársele a la muletilla de la seguridad jurídica y comentó en voz alta que “últimamente pensaba que mejor oficio que el de legislador era el de ser juez”. Lo fundamentó enumerando los beneficios que otorga ser magistrado, aunque admitió que “por mi experiencia en la Comisión de Asuntos Constitucionales descubrí que hay otra actividad mejor que la de juez y es la de ser consultor parlamentario”. Una obvia referencia al lobbysta Carlos Bercún que en estos días está muy de moda en las charlas del Senado.

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