Sin poder alcanzar el mate que le ofrecían entre el tumulto de manifestantes que la convirtió en su buzón de quejas, la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, protagonizó su vigilia frente al Obelisco para oponerse al proyecto oficial de eliminación de las AFJP. En torno de ella, se reunió una extraña mezcla de caceroleros de teflón, empleados de las administradoras, “autoconvocados” de la marcha del miércoles y militantes de foros por la seguridad, que cantaban: “Cristina/ no seas boludaaa/ vas a volar, como De la Rúaaaa”. “Son los últimos actos de robo del Gobierno”, aseguró Carrió, quien pronosticó que “en seis meses no vamos a tener un peso para pagarle a los jubilados”.

La vigilia convocó desde militantes del MTD La Matanza hasta vecinos del foro por la seguridad Estamos en el horno. Un hombre se paseaba con una máscara de Freddy Kruger y un cartel que decía: “Cristina, sos mi pesadilla”. “Al final, ¿quién queda en el ARI? Porque Macaluse está votando con el Gobierno”, se quejaban dos ancianas. Beatriz, vestida enteramente de rojo, protestaba ante quien quisiera escucharla: “Binner se dio vuelta y está con ellos. Ese socialista... yo, si voy a Rosario, lo mato”.

De negro y verde, Lilita llegó sonriente cerca de las 21. La escoltaban Enrique Olivera, Gerardo Conte Grand y Paula Oliveto. Se acercaron con ella un grupo de Mujeres por la Paz y militantes del ARI con carteles que decían “No a la violencia”. Enseguida, los “autoconvocados” se avalanzaron sobre la dirigente flameando sus banderas argentinas y terminaron a los empujones con los camarógrafos y fotógrafos, a los que acusaban de no haber transmitido la marcha de anteayer a favor de las AFJP. Una militante le sacó el micrófono a un movilero y le dijo: “Te lo devuelvo, pero quiero que estén siempre a donde vayamos”. Desde el lockout, la abstinencia mediática genera estragos.

Mientras las cámaras enfocaban a Carrió, se armó una ronda en torno de ella y una mujer logró colocarse estratégicamente detrás con un cartel de la Presidenta con un parche en el ojo. Luego la sacaron dos chicas que tenían pancartas que reclamaban por la inseguridad. “¿Quién está? ¿Blumberg?”, preguntó, distraído, un hombre, que quería saludar al falso ingeniero.

“¿Vos le confiarías tus ahorros a De Vido?”, le preguntaba Conte Grand a los periodistas. “Lilita y yo estamos en el Estado. No como Kirchner, que hasta el año pasado estaba en Orígenes”, lanzó el dirigente de la CC. “Esto termina muy bien. Es el momento de testimoniar. Es doloroso, pero vamos a salir”, trataba de tranquilizar Carrió a los manifestantes, que le planteaban problemas personales y preguntas:

–Doctora, a usted la acusan de no tener gestión...

–Voy a ser como Obama, que no tiene gestión –le respondió, rápida, Lilita.

“Cuente de nuevo eso del tren de Varsovia”, le pidió otro, como si se tratara de una animadora. “No, porque hoy es un día de ánimo –lo cortó en seco ella–. Le pido al Gobierno que no humille así a la gente, porque hay bronca en las calles.” Los aplausos la taparon, seguidos de un “¡Grande, Lilita!”. Más temprano, Carrió había dicho que quienes aprueben la ley “no tienen perdón”. “Los diputados que van a votar en general esa ley, incluidos ex aliados nuestros, van a tener que explicarle a toda la sociedad el crimen que cometieron”, les enrostró a quienes fueron sus compañeros de ruta, ahora en el SI. “Se va a entender todo en dos semanas cuando De Vido anuncie un nuevo plan de obras públicas con la plata de los jubilados y en seis meses no tengamos un peso para pagarles a los jubilados”, auguró.