EL PAíS › BETANCOURT AGRADECIó A LA PRESIDENTA LAS GESTIONES PARA QUE FUERA LIBERADA DE LAS FARC
› Por María Laura Carpineta
Ingrid Betancourt tiene la mirada perdida, como si estuviera más allá de todo. Pero imprime a sus palabras un sentimiento particular, como si la vida misma dependiera de ellas. “Tuvimos el encuentro de dos mujeres que sin conocerse se quieren”, aseguró en una conferencia de prensa en la embajada francesa, minutos después de reunirse en Casa Rosada con Cristina Fernández de Kirchner. El encuentro con la presidenta que sin conocerla hizo gestiones por su liberación emocionó a la ex rehén de las FARC. Después de seis años de cautiverio en la selva, Betancourt aseguró que no volverá a la política – “al menos no a la política de la contienda electoral”, aclaró– y prometió trabajar para conseguir la libertad de sus compañeros que siguen secuestrados, aunque esquivó hablar de una propuesta concreta.
La relación entre Cristina Kirchner y la ex candidata presidencial colombiana comenzó en abril pasado, cuando la mandataria argentina encabezó una marcha en París en reclamo de su libertad. Betancourt nunca había escuchado su nombre ni su voz. “La escuché en un momento en que teníamos la sensación de que el proceso humanitario se estancaba; en un momento de desolación”, recordó y su mirada se nubló por primera vez. “Cuando me liberaron no sabía cómo era; no tenía imágenes de ella. Hoy la vi y me impactó su fuerza vital. La presidente Kirchner es una mujer fuerte y muy comprometida”, dijo la ex rehén, que celebraba ayer cinco meses de libertad.
Ayer parecían no alcanzarle las palabras para agradecerle a la presidenta y a su esposo su apoyo y participación en las negociaciones humanitarias que se activaron el año pasado, con la mediación del presidente venezolano Hugo Chávez. “Néstor Kirchner se metió en la selva por nosotros; eso fue un acto valiente. Hoy hablé con él por teléfono y le dije cuánto lo quiero”, suspiró.
Betancourt contó que discutió con la presidenta argentina su futuro rol en los esfuerzos para conseguir la libertad de los 28 secuestrados políticos que aún mantiene las FARC, pero no quiso decir si le hizo algún pedido o si su “aliada latinoamericana”, como la llamó, se le adelantó con alguna oferta.
Lo que sí aclaró es que no hablaron del presidente venezolano Hugo Chávez. “De todas formas, yo espero que Chávez nos ayude y estoy segura que lo va a hacer”. La ciudadana franco-colombiana no esconde su optimismo hacia el “nuevo liderazgo” en la región. “América latina tiene extraordinarios presidentes y van a nacer soluciones concretas. Tenemos que tener confianza y fe”, aseguró, cuando le preguntaron qué esperaba de la gira que comenzó el domingo en su tierra natal, Colombia, continuó el lunes en Ecuador y la llevará además por Chile, Perú, Brasil, Bolivia y Venezuela. “América Latina es el continente que va a dar la gran sorpresa este siglo”, señaló.
A pesar de las luces de las cámaras, Betancourt parecía en una especie de trance. Hablaba lento, hacía largos silencios y enfocaba sus respuestas en las paredes pastel recargadas de adornos dorados del salón francés. Sólo se enfocó y endureció su cara cuando le preguntaron por las FARC y sus compañeros que aún siguen encadenados en algún lugar de la selva. “Yo no quiero palabras ni promesas de las FARC”, dijo con voz grave. “Ya las escuché los seis años que estuve amarrada y encadenada a un árbol.”
Inmersa en la bronca y en los dolorosos recuerdos, la ex candidata presidencial del partido Verde pidió que se abandone la idea romántica que algunos tienen de la mayor guerrilla de Colombia. Para Betancourt, las Farc son simplemente terroristas. “Las FARC son como una mula que se atraviesa en el camino y no se mueve. Pero creo que pueden convertirse en seres humanos”, dijo la ex rehén con una leve sonrisa.
Betancourt evitó criticar duramente al presidente Alvaro Uribe y su visión enteramente militar del conflicto que azota a Colombia desde hace más de medio siglo. Cuando le preguntaron por las violaciones a los derechos humanos del ejército colombiano –el mismo que ella elogió ante la el mundo entero después de su rescate militar en junio pasado–, simplemente se limitó a decir que todavía quedaban algunos problemas por mejorar en el país. “Hay muchas violaciones a los derechos humanos en Colombia, pero que lo sepamos es un avance muy importante”, aseguró.
A pesar de su rechazo total a la guerrilla y su promesa de trabajar por sus compañeros en cautiverio, Betancourt cerró la puerta a una posible vuelta a la arena política colombiana. Desde su liberación, en Bogotá se especula con una eventual candidatura a la presidencia. Sin dudarlo, la ex rehén descartó esa posibilidad y adelantó que el año próximo se aislará de todo durante seis o nueve meses para escribir un libro sobre su experiencia con las FARC. Reconoció que le cuesta hablar mucho del pasado, pero debe hacerlo. “Quiero que mi experiencia le sirva a los demás”, explicó.
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