Sáb 21.02.2009

EL PAíS  › LOS OBREROS DE LA FáBRICA DE CHOCOLATES ARRUFAT QUIEREN RECUPERAR LA EMPRESA

Bombones autogestionados

Unos cincuenta operarios tomaron la planta el 5 de enero, cuando la dueña la cerró, y aspiran a crear una cooperativa. Diana Arrufat dice que su socio dejó a la sociedad sin capital y que tiene intención de reabrir el lugar.

› Por Adriana Meyer

“La noticia es que los obreros de Arrufat empezamos a producir sin patrón”, dice Carlos Visuara en rol de periodista. Mientras muestra las primeras cajas de bombones rellenos de dulce de leche, envueltas en prolijo papel plateado con moños rojos y amarillos, explica que hace diez meses que no cobran el sueldo, que no recibieron ni aguinaldo ni vacaciones, que les deben años de aportes jubilatorios, que la fábrica fue vaciada y que su dueña no volvió a aparecer. “Mi familia hizo chocolates toda la vida, me crié en esta fábrica que lleva mi apellido, así que lo último que quiero es verla cerrada, creo que voy a encontrar la solución para sacarla adelante”, dijo Diana Arrufat a Página/12.

Desde el 5 de enero unos 50 operarios se quedaron en la planta de Villa Crespo, en el límite con La Paternal. Aspiran a crear una cooperativa pero carecen de recursos para comprar materias primas, y de energía eléctrica y gas para seguir produciendo. Por eso organizaron un festival solidario y convocaron a todas las fuerzas sociales y políticas en su apoyo.

Sin cacao, manteca ni azúcar poco pueden hacer. Página/12 los encuentra en una rueda de mate, en la vereda de Tres Arroyos 761, pero la interrumpen para mostrar las máquinas paradas, los depósitos vacíos. El aroma a chocolate flota en el aire, y el paseo avanza con linternas por la planta de tres pisos donde hacían bombones de fruta, de licor, marrocs, medallones de menta, alfajores y las clásicas “lentejas”. “Probá, son ricas”, dice Beatriz Choque frente a una bolsa de pasas de uva bañadas en chocolate. “Estas máquinas valen millones, ésa hace jarabe para turrón, hay sólo tres en Argentina”, explica Visuara durante el tour fabril.

En la única sala refrigerada, con energía prestada según confiesan, Hugo Vilca cuenta que “a fines de 2007 la señora Diana Arrufat dejó afuera del directorio al principal accionista, Daniel Ciampianelli, según ella por estafa. Dijo que íbamos a hacer la temporada de huevos de Pascua, pero la empezamos en febrero y sólo se hicieron 10 mil kilos. Antes arrancábamos el 2 de enero y se hacían 100 mil kilos”. En mayo de 2008 denunciaron ante el Ministerio de Trabajo un presunto vaciamiento de la empresa, y los salarios y los aportes adeudados. “Llegamos al mes de septiembre y no se hizo la temporada de turrón”, dice Vilca. Durante el año pasado se produjo al 50 por ciento. Para las fiestas, los trabajadores recibieron 100 pesos y la promesa de que conseguirían un inversor en México o en Chile.

El 5 de enero, cuando los obreros y obreras llegaron a trabajar ya no había luz y encontraron un comunicado al personal pegado en la puerta. “Ponemos en su conocimiento que por razones estrictamente financieras no ha sido posible cumplir con el pago de los servicios, razón por la cual la planta no resulta operativa. En consecuencia, procedemos a requerirle al personal que no concurra a las instalaciones hasta que reiniciemos la actividad”, rezaba el papel firmado por Diana Arrufat, presidente. Ese día no volvieron a sus casas, decidieron quedarse “en asamblea permanente”.

“En diciembre vendieron turrones y bombones en el local de venta al público, sacaron 5800 pesos pero se llevaron todo, pagaron sus celulares, su chofer y se fueron”, aporta Visuara. Los trabajadores sospechaban que la dueña estaba fuera del país, pero Página/12 la encontró en su casa de Villa del Parque. “Mi socio efectuó una maniobra y dejó a la sociedad sin capital. Entiendo la necesidad y tengo un compromiso con la gente. Es verdad que no me presenté, pero un grupo pequeño hizo pintadas y cerró la administración con candados, así que no quise vivir la violencia de ir y que me dijeran ‘usted no pasa’. No he parado buscando capital, quiero mantener la fuente de trabajo abierta”, explicó la empresaria.

Los trabajadores del recuperado hotel Bauen acuden a pasarles videos sobre fábricas autogestionadas, para que el ánimo no decaiga. Pero la mayoría necesita salir a hacer alguna changa, o a vender sus autos para poder seguir pagando el alquiler. Por eso los que se quedaron “a resistir” no superan los 30. “Mi nene de 12 años nos dice que dejemos todo esto, pero seguimos acá”, cuenta Beatriz, cuyo marido también fabrica golosinas. “Se pelearon los socios y nosotros pagamos los platos rotos, los de administración fueron cómplices, cerraron todo y nos dijeron que nos fuéramos a casa. Hay gente que tiene más de 40 años en esta fábrica, ¿qué van a hacer?”, se pregunta Visuara. Lo que sí dejaron los patrones fue una denuncia contra ellos por usurpación. Arrufat explicó que la empresa está concursada desde 2000 y que ella es responsable ante los acreedores.

Hoy a las 18 habrá un festival solidario, con buffet económico, venta de dulces hechos a mano, videos y música, con la banda del Bauen y el apoyo de la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajadores Autogestionados (Facta) y las recuperadas Bauen, Indugraf y Brukman, entre otras. Y el martes a la misma hora harán una conferencia de prensa.

La empresa creada en 1931 por Fortunato Arrufat, de quien Diana es nieta, llegó a contar con 300 operarios en los ’80 y, según los obreros, el año pasado facturaba 4 millones y medio de pesos en tres meses. De acuerdo con un banco de datos privado tuvo tres pedidos de quiebra, centenares de cheques rechazados y varios juicios ejecutivos. En el período junio 2005 fue deudora “irrecuperable” del Banco Nación. En esta fábrica de chocolate, Carlos –que no es el “Charly” de la película de Tim Burton– asegura que ahora el desafío es autogestionarla, transformar la fantasía del control obrero en realidad.

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