EL PAíS › OPINIóN
› Por Shan Morgan *
En los últimos quince días, dos ministros británicos, uno de la Cancillería y otro de la Tesorería, visitaron la Argentina. Sus visitas duraron escasas cuatro o cinco horas, tiempo que dedicaron de lleno a hablar con el canciller Jorge Taiana, el ministro de Economía, Carlos Fernández; el presidente del Banco Central, Martín Redrado, y con sus equipos.
El motivo de las visitas –y de las urgencias– es que tanto Argentina, como el Reino Unido y otros países están tratando –contrarreloj– de compatibilizar posiciones para lograr que la cumbre del G-20 que se llevará a cabo en Londres el 2 de abril logre resultados concretos y no sea un mero recitatorio de diagnósticos y buenas intenciones.
La crisis golpea de manera desigual en cada país. Pero la Argentina y el Reino Unido comparten una visión: el mundo enfrenta una situación grave y sin precedentes. Como señaló el primer ministro Gordon Brown: ésta es la primera crisis financiera de la era global.
Ambos países también comparten otra certeza: ninguna nación puede soñar con salidas individuales. Todos están, estamos, en el mismo barco. Si la crisis es global, entonces la solución también debe serlo. Como aporte a la discusión de la Cumbre, el gobierno británico publicó el 18 de febrero un informe titulado “El camino hacia la Cumbre de Londres” **. Es, en esencia, la propuesta de un paquete de medidas para lograr un acuerdo global que permita recobrar el camino del crecimiento, que garantice la estabilidad financiera y económica internacional y que revierta la brutal pérdida de puestos de trabajo a la que estamos asistiendo.
Uno de los puntos clave de esta propuesta se refiere a los organismos financieros internacionales, una preocupación común de la Argentina y el Reino Unido. Nunca como ahora ha estado tan clara ni ha sido tan urgente la necesidad de una reforma de los mismos. El FMI debe cambiar drásticamente los criterios de condicionalidad y tener a su disposición una cantidad mucho mayor de recursos. Su conducción debe ser más inclusiva. Y tiene que tener la capacidad de generar alertas tempranas para que los gobiernos y los bancos centrales puedan tomar medidas que eviten crisis como la que estamos viviendo. En este momento, el sistema financiero internacional carece absolutamente de estos mecanismos.
Argentina ha sido muy crítica del FMI. También lo han sido otros países que concurrirán a la Cumbre. El desafío es ahora transformar esas críticas en acuerdos multilaterales concretos que nos permitan avanzar en estas reformas. La Cumbre de Londres será exitosa (y debe serlo para que el futuro sea posible) si, por ejemplo, se logra avanzar significativamente en estas reformas que son la condición necesaria –pero no suficiente– para recuperar el crecimiento, la estabilidad y el empleo.
* Embajadora británica.
** http://www.londonsummit.gov.uk/en/mediacentre/latestnews/?view=News&id=13722811
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