EL PAíS › CHRISTIAN CASTILLO, DIRIGENTE DEL PARTIDO DE LOS TRABAJADORES SOCIALISTAS
› Por Adriana Meyer
El dirigente trotskista Christian Castillo sorprende cuando anuncia que desde el PTS (Partido de los Trabajadores Socialistas) van a lanzar un canal de televisión en Internet “para mostrar lo que la prensa capitalista habitualmente no muestra”. Los medios (partidarios) no le son ajenos: dirige la revista Lucha de Clases y es columnista del programa Pateando el tablero, ahora por Radio Argentina. Este profesor universitario de 41 años, miembro de la conducción nacional del PTS y varias veces candidato a diferentes cargos electivos, afirma que “sin movilización la clase obrera va a pagar el costo de la crisis internacional”.
–¿Cómo se preparan para el 2009 a nivel político?
–Participamos de los diferentes conflictos por los cierres, los despidos y las suspensiones, en la lucha del subte, y estuvimos en los actos de repudio al ataque en Gaza, por lo que la DAIA nos llamó “antisemitas” y varios compañeros fueron procesados. En el IPS (Instituto de Pensamiento Socialista) pensamos reeditar Marxismo 2008, donde estuvieron los principales intelectuales marxistas del país. Seguiremos apoyando el proceso de desarrollo de delegados de base, que van por la construcción de un nuevo movimiento obrero, porque la crisis capitalista muestra que la variante patronal y de la burocracia sindical no dan ninguna respuesta.
–¿No cree que el capitalismo se emparcha y sigue adelante?
–La crisis tiene características históricas y su resolución no será inmediata. Se va a abrir una posibilidad para la izquierda entre la clase trabajadora en el país y a nivel internacional. Los gobiernos ponen billones de dólares para salvar bancos y no logran frenar la crisis, acá los políticos tuvieron una visión tranquilizadora de su magnitud. Los que veníamos señalando que el capitalismo acumuló contradicciones que iban a explotar tuvimos razón. Claro que la clase dominante quiere descargar sobre los hombros de los trabajadores los costos de la crisis. La resistencia obrera a esto va a crear un escenario político internacional muy convulsivo. Según la propia CIA, esas convulsiones sociales son el gran peligro que tiene el liderazgo de los Estados Unidos. Hay movilizaciones en Francia, en Grecia, pero esto es sólo un aperitivo.
–¿Imagina un cambio de modelo?
–El capitalismo no se termina si no es enterrado por la acción de los trabajadores, y para eso hay que construir una organización política socialista y revolucionaria que se plantee la conquista del poder. La crisis del capitalismo está desordenando todo, y para salvar un sistema que es cada vez más irracional sigue expulsando a millones a la miseria.
–¿Qué opina del Nuevo Partido Anticapitalista, de Olivier Besancenot?
–Muestra que la crisis abre un espacio para perspectivas de izquierda. Es un fenómeno heterogéneo, es un anticapitalismo ambiguo, no define su estrategia. Nosotros defendemos una estrategia que plantee la toma del poder por parte de la clase trabajadora y la necesidad de un partido en función de la lucha de clases y no de ocupar ciertos espacios electorales.
–¿Qué alianzas están haciendo con vistas a las elecciones?
–Es muy prematuro, será un año político muy cambiante. Siempre intentamos presentar candidaturas en común con las fuerzas de izquierda con las que coincidimos en un planteo programático. El MST (Movimiento Socialista de los Trabajadores) tiene una clara política diferente, que se expresó en el conflicto por el campo. Al Partido Obrero y otras fuerzas sí les hemos planteado la necesidad de crear un gran partido de la clase trabajadora, pero los compañeros no aceptaron. El PTS tiene una gran oportunidad para avanzar entre los trabajadores, los estudiantes y los intelectuales.
–¿Cómo sigue el conflicto en el subte?
–Se dio una batalla en defensa de la democracia sindical, que se ganó. Es una victoria de un cuerpo de delegados que conquistó las seis horas, que enfrentó las tercerizaciones y es una referencia para todo el movimiento obrero. Ahora van a conseguir la afiliación de la mayoría y, aun en los términos de la restrictiva legislación actual, le van a tener que dar la personería gremial. La UTA tiene apenas un 13 por ciento de afiliados, y en el plebiscito se pronunció por un nuevo sindicato más del 75 por ciento. En otros sectores hay una acción común entre patronales y burocracia sindical, a veces con el aval del Ministerio de Trabajo, para perseguir a los trabajadores que tratan de organizar a sus compañeros. Sin movilización, la clase obrera obviamente va a pagar la crisis. La dirección sindical, en lugar de levantar este planteo y sacar a la clase obrera a la lucha, es transmisora de los planes de las patronales. Hay dos políticas engañosas, la de algunas patronales que presionan por la devaluación, y la del Gobierno, que dice que defiende el empleo pero apoya las rebajas salariales, las suspensiones y los despidos de los contratados y mete tarifazos.
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