Dom 26.04.2009

EL PAíS  › ENTREVISTA AL MINISTRO DE TRABAJO Y AL DIRECTOR DE LA OIT PARA AMERICA LATINA Y EL CARIBE

“Este no es un tiempo para hacer ajustes”

Carlos Tomada y Jean Maninat analizaron el impacto de la crisis sobre el empleo en la Argentina y la región. También hablaron de la forma de enfrentar la situación. Coincidieron en destacar las políticas implementadas por el Gobierno.

› Por Daniel Miguez

El ministro de Trabajo, Carlos Tomada, y el director regional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para América latina y el Caribe, Jean Maninat, compartieron el seminario “El diálogo social para el trabajo decente en Argentina”. Tras ese encuentro realizado en el Correo Central, Página/12 los reunió en una entrevista en la que dieron su visión de cómo la crisis internacional afecta al mundo laboral en el país y el continente. Tomada defendió las políticas del Gobierno para enfrentar la recesión mundial y Maninat las elogió.

–¿Cuál es el concepto de trabajo decente?

J. M.: –El trabajo decente está conformado por cuatro conceptos: la normativa laboral, la creación de empleo, la protección social y el diálogo social. Se sostiene sobre la idea de que la gente está requiriendo algo más que un empleo que le permita sobrevivir. La gente decodifica su vida en el mundo real a través del trabajo y el trabajo es lo que le da un sentido a su vida. Y por mucho tiempo este concepto de trabajo como algo inherente al ser humano fue puesto de lado. Ha venido sucediendo a través de la historia, pero quizá recientemente, en la década del ’90, la noción de trabajo y su vinculación con la dignidad humana desapareció. El trabajo decente lo que hace precisamente es tratar de recuperar este vínculo.

–Pareciera que con la crisis hay riesgo de que se vuelva al trabajo “indecente”.

C. T.: –Curiosamente, no. Esa fue una pregunta casi de sentido común en los últimos 20 años. Hoy la circunstancia es notablemente diferente. El G-20 se reúne en Londres y en el debate los presidentes no pueden sustraerse, a pesar de que se intentó, de omitir la necesidad de colocar como eje de las políticas la protección del trabajo. La Presidenta de la Nación tuvo una ardorosa intervención para impedir, en discusión con los otros jefes de Estado, que nuevamente se recurriera a la idea de flexibilidad laboral como panacea para resolver los problemas emergentes de la crisis en el mercado del trabajo. Y eso contó con el apoyo del presidente Lula y seguramente será acompañado por otros gobiernos e incluso por el propio gobierno de Estados Unidos que ha sentado muy claramente su posición en este sentido.

–¿La OIT tomó nota de la postura de la presidenta argentina en el G-20 y de su propuesta, aceptada por Lula, de que el organismo participe de ese foro?

J. M.: –Más que tomar nota, tocamos fanfarrias. Porque la verdad es que es un gesto que nos llena de mucho orgullo, de mucha satisfacción. Yo creo que eso muestra precisamente, como se refería el ministro, que hay cambios en la manera en que los dirigentes están asumiendo el tema del desarrollo económico y el tema del trabajo. Y es todavía más significativo aun cuando esta decisión forma parte de una reunión bilateral entre Brasil y Argentina. Ya ese solo hecho es un mensaje importantísimo y es probable que esto siga teniendo mucho mayor peso. Y hay una cosa muy importante sobre lo que usted señalaba anteriormente: en el pasado, frente a todas las crisis que han sucedido, la respuesta era “vamos a reducir, vamos a ajustar aún mas, vamos a ajustarnos el cinturón” y era gracioso porque algunos pedían que se ajustaran el cinturón, mientras ellos sólo se ajustaban el cinturón de sus jets privados. Pero hoy en día no porque está demostrado fehacientemente que si no hay políticas sociales que incorporen a la gente, si a la globalización no se la dota de una dimensión que tenga que ver con la justicia social, no va a funcionar, no hay manera de que funcione; si no estaremos en estos procesos cíclicos de armonía temporal para recaer otra vez en el conflicto social porque la gente no tiene nada que perder. En el siglo XIX se decía que el proletariado no tenía sino sus cadenas que perder. Eso sigue siendo todavía válido porque la gente no puede estar sometida permanentemente a una conculcación de su futuro, menos aún de su futuro inmediato, que es ir a trabajar todas las mañanas.

C. T.: –¿Cuál es el sentido último de lo que plantea la Presidenta en relación a la inclusión de la OIT? Según parece para muchos países y para cierto sentido común la presencia del FMI y del Banco Mundial en este ámbito es lógica y natural. La Presidenta dice: necesitamos que los trabajadores y los empleadores de carne y hueso de todos los días también participen en la toma de decisiones y qué mejor organización que la OIT, que precisamente significa eso, el espacio en el que empleadores y trabajadores discuten juntos con los gobiernos, esté presente en este lugar donde se toman decisiones que van a afectar la vida cotidiana de todos los ciudadanos y ciudadanas.

–¿Cómo evalúan la actuación del FMI frente a la crisis?

J. M.: –A mí no me corresponde juzgar cuáles son las políticas y las acciones de los otros organismos internacionales. Yo le puedo decir cómo ve la OIT su papel, que es el de facilitar que los gobiernos, los empleadores y los trabajadores puedan hacer que sus países crezcan. Nosotros no andamos por ahí con un dedo índice indicándoles a los demás lo que tienen que hacer. Nosotros hacemos propuestas y tratamos de que esas propuestas sean adecuadas a cada país. Y si los países deciden que nuestras propuestas son buenas, nosotros venimos y tratamos de cooperar y ayudar. La OIT hizo una presentación de varias recomendaciones titulada “América latina frente a la crisis financiera” y vinimos a la Argentina, las presentamos, las discutimos. Fuimos a Brasil, a Chile, a México, a Perú y a Panamá. Nuestras propuestas, gracias a ese diálogo han sido enriquecidas por una discusión franca con los gobiernos. Y ésa es la manera que nosotros creemos que somos más útiles a nuestros mandantes.

C. T.: –Yo tengo menos problemas que Jean para decir algunas cosas. Creo que tendrán que pasar mucho tiempo y muchas reformas y recambios, no sólo de criterios sino de procedimientos y de personas, para que el FMI vuelva a asumir el rol que certeramente le adjudicaban los acuerdos de Bretton Woods u otro nuevo rol. Está claro que ni la idea ni los criterios que se han usado en los últimos 20 años han sido para mejorar la vida de la gente de los países que tuvieron que recurrir al Fondo. Esta podría ser una cuestión de apreciación política pero se ha terminado convirtiendo en una realidad fáctica.

–En el mundo se están perdiendo puestos de trabajo dramáticamente. ¿Cuál es el real estado de situación en América latina y, en particular, en la Argentina?

J. M.: –Hay un dato que ha sido suficientemente establecido y explicado y es que la región enfrenta la crisis en una situación mucho más fuerte, con una mayor capacidad de reacción, y esto corresponde a las políticas que habían venido estableciendo los gobiernos. Quedó demostrado que esas políticas son pertinentes y además eficaces. Obviamente, la crisis va a tener y está teniendo un efecto en el empleo. Eso no lo podemos negar. Según nuestros cálculos y según las anteriores estimaciones de crecimiento que había hecho el Fondo, no las que hizo recientemente, nosotros habíamos calculado que se agregarían entre 1,4 y 2,5 millones de nuevos desempleados en la región, variando esa cifra según lo que los gobiernos hicieran o no hicieran. Pero yo creo que lo importante de todo esto, más allá de contar los puestos de empleo perdidos, que obviamente es importante, es cómo han reaccionado los gobiernos. Y yo creo que el hecho de que hayan reaccionado como reaccionaron ha impedido que el efecto sea peor. El gobierno de Argentina, como el de Brasil y el de México, han reaccionado protegiendo a los más vulnerables, a los que podrían ser más afectados por la crisis a través de múltiples medidas. La Argentina, si se quiere, tenía una ventaja comparativa y es que ya había sufrido una crisis en 2001-2002 y su contribución fue un excelente programa que fue el Jefas y Jefes de Hogar, que permitió verdaderamente amortiguar el impacto de aquella crisis para un grupo humano bastante importante. Yo creo que aquello le permite hoy en día avanzar en medio de esta incertidumbre porque todos los días nos dan unos números diferentes. Ahora mismo estamos tratando de cotejar las cifras que presume el Fondo Monetario Internacional con las que tiene la Cepal, de modo que podamos leer con responsabilidad qué es lo que está pasando. La situación es muy complicada. No hay bola de cristal que pueda leer eso. Se dice que países como México o los de Centroamérica van a sufrir más por su cercanía a Estados Unidos, pero si las políticas que se están implementando en los Estados Unidos funcionan esos países van a salir con mayor prontitud de lo que esperábamos. Como es un mundo tan complejo y tan interconectado lo que pasa en un lado tiene efecto en otro. Pero, si como se dice, China va a recobrar un crecimiento importante pronto, entonces quiere decir que se ve una luz en el túnel.

–A veces, a medida que uno avanza la luz se va corriendo para atrás.

J. M.: –Es una buena imagen. A medida que uno avanza la luz se aleja, pero lo importante es que la luz está ahí, que uno la percibe y es mejor que no ver la luz.

–El FMI dice que Argentina va a crecer menos de lo que prevé el Gobierno y el Indec dice que la actividad industrial cayó tan sólo el 0,4 por ciento, ¿cuál es su visión ministro?

C. T.: –Creo que es cierto que los efectos de la crisis pueden empezar a impactar en la economía real. Por lo que uno ve cotidianamente, porque hay una tarea que venimos realizando en forma conjunta con la Ministerio de la Producción, la AFIP, el Banco Nación, la Secretaría de Comercio y hacemos un seguimiento de la evolución de las distintas actividades y los problemas que están teniendo. Y es real que hay cierre de mercados a los que antes les vendíamos. El tema es cuál es la respuesta que el Gobierno ha encarado y hay una que es muy clara: nosotros no hemos dejado librado esto, como se hizo en otras oportunidades, al puro mercado. Antes, por una cuestión ideológica se decía “el mercado ajusta” y todos se quedaban mirando cómo cerraban empresas y se perdían miles de puestos de trabajo. Este no es un tiempo para hacer ajustes, es un tiempo donde debemos intervenir, donde ante una retracción que puede haber del sector privado, el sector público debe tomar la delantera, debe generar acciones de inversión pública. No sólo con obras públicas, que es uno de los temas centrales, sino también con créditos, subsidios estímulos a la producción. Como el caso de Tierra del Fuego, que se han generado las condiciones fiscales para que se pueda competir con la zona de Manaos, que es uno de los puertos de entrada de mercadería muy barata al mercado argentino. Respecto del pronóstico el Fondo, me parece que son datos viejos. La realidad está indicando otra cosa: amesetamiento en la caída y en otros casos mejoras. Vamos a preservar puestos de trabajo y les daremos un mentís a los que siempre anuncian catástrofes y terminan equivocándose.

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