Dom 31.05.2009

EL PAíS  › EL CUIDADOSO SILENCIO PUBLICO DEL EPISCOPADO ARGENTINO ANTE LAS ELECCIONES

Callados como obispos antes del voto

Conscientes de que la Iglesia tiene tantas opiniones políticas como su grey, la Iglesia se muestra neutral y cautelosa. Lo que no quiere decir que no abunden las posiciones, que van del oficialismo a la oposición cerrada.

› Por Washington Uranga

Cuando faltan menos de treinta días para las elecciones, los obispos católicos han optado por la cautela frente a los comicios, evitando pronunciarse por lo menos en términos partidarios. Como es lógico, dentro del Episcopado coexisten todas las posturas políticas y ello hace que para guardar la postura institucional, pero también para evitar contradicciones internas, los pronunciamientos relacionados con lo electoral recalen normalmente en cuestiones generales, reafirmando valores o principios aceptados por todos y avalados doctrinariamente. La última asamblea plenaria se clausuró el 16 de mayo sin que los obispos se pronunciaran colectivamente sobre las elecciones.

Salvo excepciones, las preferencias electorales de cada obispo son un secreto muy bien guardado. Como ciudadanos, los obispos ejercen su derecho al sufragio, pero rara vez explicitan en público sus preferencias bajo el argumento de que su condición de pastores de una grey con diversas opciones los obliga a mantenerse al margen de la disputa electoral. No obstante, más allá de las declaraciones públicas, las opiniones corren en los pasillos de las curias y en las parroquias de todo el país. Está claro, por ejemplo, que muchos de los obispos que acompañaron en sus ideas al gobierno de Néstor Kirchner (alguno llegó a decir en privado que “este es el mejor gobierno de la democracia”) hoy preferirían una derrota electoral del oficialismo como forma de “escarmiento”. Quienes así razonan muestran su malestar sobre todo por la falta de “institucionalidad” y disposición “al diálogo”, un tema que también se desliza en los documentos oficiales. “Toda democracia padece momentos de conflictividad. En esas situaciones complejas, alimentar la confrontación puede parecer el camino más fácil. Pero el modo más sabio y oportuno de prevenirlas y abordarlas es procurar consensos a través del diálogo”, escribieron los obispos en noviembre, en un documento que entregaron en manos a la Presidenta y reiteraron el 25 de marzo.

La relación de la jerarquía católica con el oficialismo gobernante no tiene una sola cara. Si bien la vinculación institucional, encabezada por el cardenal Jorge Bergoglio en su calidad de presidente, ha sido tensa y distante con Néstor Kirchner y algo menos con Cristina Fernández, por carril separado muchos obispos, particularmente los comprometidos con las tareas sociales, como Jorge Casaretto y Fernando Bargalló entre otros, mantienen relaciones cordiales y de colaboración con funcionarios de los más diversos niveles del estado. Su argumento fundamental tiene que ver con la atención a los más pobres y la cooperación que debe existir entre la Iglesia y el Estado para socorrer a los que menos tienen.

Tampoco seduce a muchos obispos el discurso de la mayoría de los opositores. También en voz baja suelen señalar la falta de consistencia y muchas veces el oportunismo de los políticos hoy opositores. A falta de definiciones sobre los candidatos hay sí aportes sobre los contenidos. “La promoción de políticas públicas es una nueva forma de opción por nuestros hermanos más pobres y excluidos”, dijeron en el documento mencionado. En su carta de Pascua, los seis obispos patagónicos dijeron que en esa región “no es alentadora la perspectiva económica ya que se están acentuando nuevamente las carencias y muchos están quedando librados a su propia suerte y sin protección, con todas las consecuencias que esto implica”. En Roma y ante Benedicto XVI, el 14 de marzo, Bergoglio afirmó que hay que hacer frente a “la profunda crisis de valores de la cultura en la que toman fuerza otros graves problemas: el escándalo de la pobreza y la exclusión social, la crisis del matrimonio y la familia, la necesidad de mayor comunión”.

Varias observaciones públicas, nunca con nombre y apellido, fueron dirigidas por diferentes obispos a quienes gobiernan. La crítica, en todos los casos, evita la acusación y se orienta a señalar lo que “debería ser”, la “necesidad” o “lo que hay que recuperar”.

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