Jue 18.06.2009

EL PAíS  › OPINIóN

¿Cómo?

› Por Raúl Kollmann

El domingo pasado, Clarín difundió –en su tapa, en la página 3 y en su editorial– la versión de que Néstor Kirchner adelantaría las elecciones presidenciales de 2011 en caso de perder en la provincia de Buenos Aires el próximo 28 de junio. Al día siguiente, se precisó la “fuente” de la versión: “la hipótesis sobre el supuesto adelanto fue escuchada por un dirigente que accede con periódica frecuencia a la intimidad de Néstor Kirchner, pero con quien mantiene diferencias, a veces profundas por la injerencia de Guillermo Moreno en casi todos los campos de la economía”. Como fuente de semejante noticia, parecía poco, pero mis preocupaciones iban por otro lado.

No podía dejar de pensar: ¿cómo haría Kirchner para lograr el adelanto electoral? Es que para que una versión tenga alguna posibilidad de llegar a ser cierta, necesita vías concretas de ejecución, tiene que ser viable. Para salir de dudas, o quizá profundizarlas, resolví consultar a constitucionalistas, jueces y fiscales en materia electoral.

La Constitución dice, en su artículo 95, que trata sobre la elección de los presidentes: “La elección se efectuará dentro de los dos meses anteriores a la conclusión del mandato del presidente en ejercicio”.

Como la actual Presidenta termina su mandato el 10 de diciembre de 2011, las elecciones se tienen que hacer no antes del 10 de octubre de 2011.

Eso pasó en 2007: Néstor Kirchner terminaba su mandato el 10 de diciembre y las elecciones, que ganó Cristina Kirchner, se hicieron el domingo 28 de octubre de ese año.

Alguien podría decir: “como adelantaron las legislativas de este año, van a hacer lo mismo con las presidenciales”. Pero, en realidad, no es lo mismo. La fecha de los comicios legislativos está regida por una ley. Cuando el oficialismo resolvió adelantar las elecciones parlamentarias de este año, tuvo que reformar esa ley, cosa que hizo, logrando las mayorías necesarias en las dos cámaras. Y la movida fue avalada por la Justicia, como era de prever. Sobrevivieron las objeciones políticas, pero no las legales.

El caso de la elección de Presidente es muy diferente: la Constitución es la que afirma taxativamente, sin margen de dudas, que los comicios se tienen que realizar dentro de los dos meses anteriores a la entrega del bastón presidencial.

Como es obvio, lo que estaba diciendo Clarín es que Cristina Fernández de Kirchner renunciaría y que, en forma paralela, se convocaría a elecciones el 10 de marzo de 2010. Pusieron la fecha y todo.

Esta hipótesis tiene un problema: Julio Cleto Cobos. La Constitución sostiene –en su artículo 88– que “en caso de enfermedad, ausencia de la Capital, muerte, renuncia o destitución del presidente, el Poder Ejecutivo será ejercido por el vicepresidente de la Nación. En caso de destitución, muerte, dimisión o inhabilidad del presidente y vicepresidente de la Nación, el Congreso determinará qué funcionario público ha de desempeñar la Presidencia, hasta que haya cesado la causa de la inhabilidad o un nuevo presidente sea electo”.

O sea que la versión del domingo no sólo debía explicar que para adelantar las elecciones a 2010 es obviamente imprescindible que renuncie la Presidenta, sino cómo y de qué forma también lo van a hacer renunciar a Cobos. El mendocino ni siquiera está hoy alineado con la Casa Rosada y no parece que puedan convencerlo de nada, menos todavía de que renuncie, algo que parecen haber intentado sin demasiado éxito. De esa manera, la versión no parece muy viable en los hechos. O, para serlo, debería explicar con lujo de detalles cómo se las ingeniaría el Gobierno para convencer a Cobos.

Raúl Alfonsín sí adelantó las elecciones de 1989: las convocó para el 14 de mayo, muchísimo antes de la fecha en que debía asumir su sucesor, el 10 de diciembre. Pero en aquel caso no se había producido la reforma constitucional de 1994 que fue, justamente, la que impuso que las elecciones debían hacerse en los dos meses anteriores al fin del mandato. Lo que se buscó con esa norma constitucional fue no repetir la situación planteada cuando Carlos Menem ya había sido electo y Alfonsín, sin poder, seguía en la Casa Rosada. Es decir, evitar el choque que significa tener un primer mandatario electo muchos meses antes y uno que se está yendo, sin ningún poder, haciendo un tiempo interminable en la Casa Rosada.

Después de la reforma, también Fernando de la Rúa renunció antes de completar su mandato, pero en su caso no había vicepresidente: Carlos Chacho Alvarez dimitió bastante antes. De manera que asumió el presidente provisional del Senado, Ramón Puerta, y la Asamblea Legislativa después eligió sucesivamente a Adolfo Rodríguez Saá y Eduardo Duhalde. Y aquí va la otra cuestión: supongamos que, por arte de magia, Kirchner también convence o presiona o hace lo que fuera para que Cobos renuncie, y lo logra. Tampoco en ese caso puede adelantar las elecciones a su antojo, porque lo que constitucionalmente debe hacerse es la convocatoria a la Asamblea Legislativa, es decir todos los diputados y senadores, para que designen a un legislador o gobernador que continúe el mandato –como en su momento ocurrió con Adolfo Rodríguez Saá y Eduardo Duhalde– hasta el 10 de diciembre de 2011. Toda la movida requeriría de un poder y una mayoría parlamentaria que, por supuesto, no tendría Kirchner si pierde el 28 de junio. En todo caso, la versión de Clarín del domingo debería haber dicho: renunciará Cristina y van a conseguir que Cobos siga su camino. Después conformarán una mayoría parlamentaria con tales y tales fuerzas para imponer un presidente provisional y, después, modificando la Ley de Acefalía, un adelantamiento electoral. Todo esto no parece demasiado fácil de conseguir.

Pero sigamos viendo cómo siguieron las cosas: Duhalde debía completar el mandato de De la Rúa, o sea que debía entregar el bastón presidencial a su sucesor el 10 de diciembre de 2003. Sin embargo, el asesinato de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, en el Puente Pueyrredón, lo obligaron a dejar el gobierno prematuramente y a convocar a elecciones adelantadas. Debe recordarse que tampoco Duhalde tenía vicepresidente.

En verdad, correspondía que nuevamente el Congreso designara otro diputado, senador o gobernador que se hiciera cargo de la presidencia hasta el 10 de diciembre de 2003. En ese momento, los bloques mayoritarios se pusieron de acuerdo y todos coincidieron en realizar la primera vuelta el 27 de abril de 2003. Néstor Kirchner terminó asumiendo el 25 de mayo, respetándose el período de dos meses entre elección y asunción. Insisto: Duhalde no tenía un vicepresidente: éste hubiera tenido que asumir ante su renuncia.

En resumen, semejante versión, que incluía temas como la renuncia de la Presidenta, del vice y las elecciones anticipadas, para demostrar que no era una operación de prensa, un artilugio de la campaña electoral, requería –y aún requiere– una explicación de cómo se iba a concretar tan complicada maniobra.

Ni siquiera los constitucionalistas, jueces y fiscales consultados por Página/12 encontraron la forma en que podría hacerse.

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