› Por Martín Piqué
LA VIGILIA DE LOS KIRCHNER EN LA QUINTA DE OLIVOS. EL JUEGO DE DANIEL SCIOLI
Charlas telefónicas de más de media hora. Fútbol entre amigos y funcionarios en la nochecita del viernes. Alguna película para frenar la ansiedad y pensar en otra cosa. Visitas relámpago para revisar detalles. En la Quinta de Olivos las horas previas a la votación se vivieron con la adrenalina y el nerviosismo que caracterizan la espera de una instancia definitoria. En las últimas 48 horas antes de la elección más difícil desde que llegaron al gobierno, Néstor Kirchner y Cristina Fernández se dedicaron a recibir a funcionarios y colaboradores en la residencia presidencial. También siguieron por teléfono los preparativos en las secciones electorales de la provincia de Buenos Aires: esa tarea la asumió el propio Kirchner. El matrimonio presidencial prefirió mantenerse lejos de las cámaras. El gobernador Daniel Scioli, en tanto, se fotografió jugando al tenis, un deporte que practicó antes de dedicarse a la motonáutica. El peloteo duró dos horas, fue una buena descarga para el stress. Scioli luego paseó por Tigre –hace unos años que vive en la localidad de Benavídez– junto a su esposa, Karina Rabolini.
El deporte también tuvo su capítulo en Olivos. El viernes a la noche, como suele hacer todas las semanas, Kirchner organizó un partido de fútbol en la cancha de la quinta presidencial: el campo de juego está pensado para un partido de nueve jugadores por bando. Aunque no hayan trascendido imágenes, el santacruceño encabezó uno de los dos equipos que se enfrentaron. De su lado jugaron el titular de la Anses, Amado Boudou; uno de sus secretarios, Daniel Alvarez; el titular de la SIDE, Héctor Icazuriaga; y el secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini. También se calzaron los cortos el ministro de Justicia, Aníbal Fernández, y uno de los colaboradores más cercanos a Sergio Massa, de nombre Ezequiel. En el equipo que se enfrentó con Kirchner atajó el propio jefe de Gabinete. Según informó a Página/12 uno de los jugadores, el match terminó –como era de esperar– con un triunfo abultado del equipo de Kirchner.
Si la noche del viernes estuvo dedicada a descargar tensiones, ayer la actividad en Olivos fue muy distinta. Kirchner dedicó la mayor parte del día a conversar con sus hombres de confianza en el territorio. Habló largamente con el vicegobernador Alberto Balestrini, hombre clave en La Matanza; también con el diputado provincial Fernando “Chino” Navarro, con ascendencia en Lomas de Zamora. No fueron los únicos en recibir sus llamados. En las conversaciones predominó un clima de optimismo. Se intercambiaron datos sobre encuestas que habían cerrado a último momento y se analizó el panorama que se vislumbraba en cada municipio. Ayer, en el oficialismo circulaban tres sondeos realizados por las encuestadoras CEOP e Ibarómetro y el consultor Julio Aurelio que habrían cerrado hace 48 horas. Los números eran favorables al oficialismo, causaron cierto alivio. Tampoco faltaron las bromas: Navarro, que juega al basquet y dice ser buen arquero, le reprochó a Kirchner por no invitarlo a los partidos de fútbol en Olivos. “Me hiciste comprar los guantes para nada”, se quejó.
Mientras realizaba sus llamados de último momento, Kirchner estuvo acompañado por sus colaboradores más cercanos: Icazuriaga, el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli; también pasó el ministro del Interior, Florencio Randazzo, aunque luego permaneció en La Plata. La Presidenta abandonó la quinta a primera hora de la tarde y a las 16.10 despegó hacia Santa Cruz, donde hoy votará en Río Gallegos. A medida que la tarde avanzaba, en la quinta de Olivos comenzó a haber algo de preocupación por el clima de sospecha que, en la opinión del kirchnerismo, estarían alentando los partidos de la oposición, sobre todo Unión-PRO, y ciertos medios de comunicación. “Entre las 10 y las 11 de la mañana 150 personas anónimas van a denunciar que faltan boletas de Unión-PRO en algunas escuelas del conurbano. Después van a empezar a circular mails hablando de que la elección en la Capital es normal y que en el Gran Buenos Aires no. Ya lo tienen todo organizado porque saben que pierden”, dijo a Página/12 un hombre de estrecha confianza de Kirchner.
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