EL PAíS › EL FESTEJO DE PINO SOLANAS ANTE LA CONSAGRACIóN DE PROYECTO SUR COMO SEGUNDA FUERZA EN LA CAPITAL
Con los primeros resultados oficiales, Solanas buscó instalarse como la opción al macrismo. Hizo reproches al gobierno nacional e insistió en que respaldará el proyecto para reformar la Ley de Radiodifusión.
› Por Miguel Jorquera
Todavía con algunas huellas de la siesta reparadora con la que soñó a lo largo de toda la campaña, Fernando “Pino” Solanas se reunió con los periodistas en el segundo piso del recuperado Hotel Bauen –donde instaló su comando de campaña– con la serena alegría de haber librado una gran batalla y sentirse airoso. Habían pasado apenas pocos minutos del cierre del comicio, todas las encuestas en boca de urna ubicaban a Proyecto Sur segundo en la ciudad de Buenos Aires –muy cerca del macrismo– y los señalaban como unos de los triunfadores de la elección. Volvió a repasar uno a uno los ejes de su propuesta, como la nacionalización y la defensa ecológica de los recursos naturales no renovables, cuestionó al kirchnerismo y marcó la necesidad de construir un “proyecto federal, democrático y emancipador”. Pero también fijó un objetivo claro para el frente político que se instaló en el electorado porteño como adversario del macrismo: “Vamos a disputar el gobierno de la ciudad en 2011”.
A la nueve y media de la noche, junto a la mayoría de sus principales candidatos y frente a sus partidarios reunidos en el salón más grande del Bauen, Pino dio rienda suelta el entusiasmo contenido. Lo acompañaban arriba del escenario los candidatos a diputados Alcira Argumedo, Jorge Cardelli y Liliana Parada; los candidatos a legisladores de la ciudad Fabio Basteiro, Jorge Selser y la actual diputada nacional María América González. También tuvieron un lugar destacado el dirigente del PSA Mario Ma-zzitelli, el diputado y economista de la CTA Claudio Lozano y el jefe del bloque del SI, Eduardo Macaluse.
Aunque anunciada, la “sorpresa” que vaticinaban las encuestas en los últimos días de campaña había que confirmarla en las urnas y la tendencia ya era irreversible. Proyecto Sur se instalaba como segunda fuerza electoral en la ciudad de Buenos Aires, superaba sin rodeos a la Coalición Cívica y se ubicaba muy cerca del PRO, el partido del gobierno porteño. A esa hora, los cálculos finos le abrían la pelea por el cuarto diputado nacional y auspiciaban la conformación de un amplio bloque opositor en la Legislatura porteña.
Desde la tribuna, Solanas volvió a trazar los “grandes temas nacionales que logramos instalar en una campaña electoral en la que no se discutían ideas”. La recuperación por parte del Estado del petróleo, la minería, los ferrocarriles, la empresas de servicios públicos y hasta la reestructuración de una flota marítima nacional. La recuperación de “la doble escolaridad y de la calidad sanitaria” volvieron a formar parte de un discurso más sereno.
Señaló el respeto a la libertad sindical y reclamó una vez más la personería de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), muchos de cuyos dirigentes participaron activamente de la construcción de Proyecto Sur. Solanas también hizo propia la consigna de la central sindical y lanzó un reclamo al gobierno nacional: “Hay que suspender los despidos por 180 días, porque en lo que va desde diciembre hasta ahora se han perdido 200 mil puestos de trabajo”, advirtió.
“Tengo que agradecerle a esta muchachada el esfuerzo”, dijo señalando a los jóvenes que lo acompañaron durante la campaña y que lo vivaban como en los primeros actos proselitistas, donde la pelea era por “plantar un pino en el Congreso”. “Les debemos una reparación histórica a la clase pasiva y a la juventud argentina, los grandes marginados por los proyectos neoliberales”, remarcó.
Antes, frente a los periodistas en el segundo piso del Bauen, había advertido que Proyecto Sur “respetará y defenderá la continuidad institucional”, pero reclamó al Gobierno que no tilde de “desestabilizador cualquier reclamo opositor”. Reafirmó que “apoyará en el Congreso los proyectos progresistas que favorezcan a la Nación y a su gente, sean del Gobierno o de la oposición”, antes de insistir en que respaldará en general los 21 puntos del proyecto para reformar la ley de la dictadura sobre servicios audiovisuales, y pidió que se amplíe el debate a “toda la sociedad”.
“La ley audiovisual es la memoria histórica de la Argentina. La calidad de la democracia depende de la calidad del sistema mediático. Y en una mediocracia como la argentina es fundamental la participación estatal junto a al sector privado y las organizaciones sociales. Eso sí, con el control de un ente regulador en que la participen todos los sectores y no sólo los partidos mayoritarios en el Parlamento”, remarcó con firmeza Solanas ante los periodistas.
En el salón de al lado lo esperaban sus afectos: su esposa Angela Correa, sus dos hijos Juan Diego y Victoria y su nieta Paloma. Con ellos compartió la jornada que devolvía al cineasta a la primera línea de la escena política. Sus colaboradores le comunicaban la información que se procesaba a pocas cuadras del Bauen, en la sede del PSA y el centro de estudios de Lozano. Los organizadores también palpitaron la jornada al ritmo de los distintos cortes que llegaban desde los boca de urnas y ya se hacía incontenible el festejo: a las cinco de la tarde el acoplado que oficiaría de escenario sobre la calle Callao ya se había estacionado frente al Bauen.
Antes de despedirse de los periodistas, Solanas graficó modestamente en una frase el objetivo político que Proyecto Sur había logrado ayer en camino al objetivo de transformarse en “un proyecto nacional y emancipador: “hemos cruzado el Riachuelo ahora nos falta el océano”. Pero se trazó un objetivo no tan lejano: “Pelearemos el gobierno de la ciudad en 2011”.
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