EL PAíS › DE NARVáEZ LE GANó A NéSTOR KIRCHNER POR MáS DE DOS PUNTOS LA CRUCIAL ELECCIóN EN BUENOS AIRES
El candidato de Unión-PRO se impuso al Frente para la Victoria gracias al voto en el interior, aunque también obtenía buenos resultados en el conurbano. Kirchner reconoció la derrota pasadas las 2. Buena elección de Sabbatella.
› Por Fernando Cibeira
En un panorama general desolador para la Casa Rosada, la derrota sufrida en la provincia de Buenos Aires resultó sin dudas la más dolorosa. El Gobierno planteó el comicio en el principal distrito del país como un plebiscito al modelo y armó una boleta con el ex presidente Néstor Kirchner y el gobernador Daniel Scioli al frente. El resultado fue que el candidato de Unión-PRO, Francisco de Narváez, consiguió una victoria sorprendente con cerca del 34,5 por ciento de los votos frente al 32,2 del kirchnerismo, proyectando su figura al centro del escenario político nacional. Si bien sufrió la polarización, la candidata del Acuerdo Cívico y Social, Margarita Stolbizer, obtuvo un 21 por ciento de los votos, replicando la habitual cosecha de las vertientes radicales en la provincia. En tanto, Martín Sabbatella, de Nuevo Encuentro, redondeó un auspicioso debut, con casi el 6 por ciento y obtenía al menos dos diputados.
De Narváez, su compañero de lista Felipe Solá y el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, aparecieron sobre el escenario montado en Costa Salguero pasadas las 23.30 para mostrarse como vencedores. “Hemos dado vuelta la página de la historia”, se regodeó De Narváez. “¡Colorado! ¡Colorado!”, lo alentaban. Buscaron un tono conciliador. Cuando los jóvenes PRO cantaban “es para Kirchner que lo mira por tevé”, De Narváez pedía “calma, chicos”. “Es momento de sumar, no de dividir”, sostuvo el empresario. En el clima dulce del triunfo, De Narváez hasta tuvo palabras de reconocimiento para Solá.
Con una campaña millonaria que le permitió hacerse conocido en poco tiempo, en su segunda elección como candidato De Narváez se alzó con un triunfo que hasta hace poco parecía imposible. La estrategia recomendada por sus asesores de “desperonizar” la elección en el último tramo para captar el voto indeciso, demostró ser eficaz. Los objetivos políticos que se había planteado el empresario –la presidencia del PJ y, más que nada, la gobernación de la provincia en 2011– después de ayer ya no suenan tan lejanos.
A las 2.10 apareció Kirchner en el bunker del Frente para la Victoria en el Hotel Intercontinental. “Hemos perdido por muy poquito”, sostuvo. Lo acompañaban Scioli, el vicegobernador Alberto Balestrini, el ministro del Interior, Florencio Randazzo, y el jefe de Gabinete, Sergio Massa. Los rostros permitían notar la consternación del momento. “Pingüino corazón, acá están los pibes para la liberación”, lo alentaban los jóvenes de la JP que lo habían esperado hasta esa hora de la madrugada.
El ex presidente se preocupó de destacar la “cristalinidad” del comicio, pese a lo mucho que se había escrito sobre el fraude en los días previos. “Hay que seguir construyendo, acumulando. Ya estamos en camino para construir la gobernabilidad”, sostuvo. También respondió preguntas.
Bastante atrás había quedado la aparición inicial del secretario de Medios, Enrique “Pepe” Albistur, y la del vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, quienes había hablado de una diferencia de seis puntos a favor del oficialismo. En verdad, los bocas de urna que manejaban los encuestadores daban mayoritariamente arriba a Kirchner, aunque por una diferencia menor. Tanto era así que hasta el radical Ricardo Alfonsín sostuvo que, según los datos que ellos habían obtenido el Frente para la Victoria, se había impuesto “por cinco puntos” en la provincia.
El panorama cambió cuando empezaron a cargarse los datos oficiales. Ya los primeros cómputos colocaron a De Narváez dos puntos arriba. Enseguida, el director electoral, Alejandro Tullio, aclaró que por una cuestión de recuento en esos datos iniciales se incluiría dos tercios de votos del interior de la provincia y sólo un tercio de urnas del conurbano, lo que hacía pensar en un espejismo inicial. Sin embargo, la tendencia no sólo se mantuvo sino que la diferencia se fue ampliando levemente.
El recuento mostró el efecto devastador que tuvo para el kirchnerismo el conflicto con el campo. Se sabía que en los municipios del interior provincial no le iría bien, pero en muchos casos entró en un tercer puesto muy lejano del PRO y del Acuerdo Cívico.
Por otro lado, las candidaturas testimoniales de 47 intendentes con la que pensaban compensar esas pérdidas no arrojaron los resultados esperados. En el Hotel Intercontinental se asombraban cuando llegaban las planillas y constataban derrotas en distritos tradicionalmente peronistas. El kirchnerismo perdía por mucho en ciudades como Bahía Blanca y Mar del Plata, caía en municipios del GBA como Lanús, San Martín y San Miguel y estaba casi empatado en otros como Avellaneda y Lomas de Zamora, resultados casi impensables hasta unas horas antes.
De nuevo comenzaban a circular las sospechas sobre algunos intendentes, a quienes ya durante la campaña había acusado –sotto voce– de poner los huevos en dos canastas, repartiendo simpatías entre las dos boletas del peronismo.
Obviamente, eso no les puede quitar mérito a los errores cometidos durante la campaña del oficialismo que seguramente comenzaron a ser analizados en la muy larga noche de ayer. El principal, haber colocado como enemigo número uno a De Narváez, un hecho que terminó polarizando la elección y agrandó la figura del empresario como líder opositor.
Un gran interrogante se abre sobre la gestión de Scioli, que se presentó como candidato y también jugó a plebiscitarse. En un año y medio de gestión, el gobernador pasó del 48 por ciento obtenido en 2007 al 32,2 por ciento de ayer. En el marco de silencio stampa, cerca del gobernador analizaban como lógico la apertura de un canal de diálogo con la oposición.
La derrota también tenía su costo en bancas para el oficialismo. De los 20 diputados que ponía en juego el oficialismo sólo conseguía recuperar entre 13 y 14. En contrapartida, Unión-PRO sumaba 7 bancas.
“Hemos peleado contra dos monstruosos aparatos”, se consoló Margarita Stolbizer por su tercer puesto. Según su cálculos, “estamos duplicando la cantidad de diputados, sacamos entre 8 o 10 según cuál sea el resultado final”. Como se esperaba, la cosecha gruesa del Acuerdo fue en los pueblos del interior provincial, donde los radicales cuentan con muchos intendentes que aportaron su estructura. Stolbizer se congratuló porque, dijo, el resultado desmintió la polarización entre
Quien fuera intendente de Morón durante diez años, Martín Sabbatella, celebró su debut a nivel provincial. “Nace una nueva fuerza progresista que está en las antípodas de la derecha conservadora de Francisco de Narváez”, sostuvo Sabbatella desde el Hotel Castelar en un clima festivo. El bisoño frente Nuevo Encuentro obtenía dos bancas de diputado y peleaba por una tercera para Jorge “Huevo” Ceballos, de Libres del Sur.
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