Es curioso: durante el día de la elección, los canales de aire o los dedicados a las noticias del cable se regodearon en imágenes recurrentes de las votaciones de los candidatos y ganó espacio decisivo en la pantalla el cruce estacional entre estas elecciones invernales y el avance de la gripe A. Pero durante el atardecer, todo eso fue empujado a golpes de discursos, números y bunkers, que relegaron a un último puesto al barbijo, casi la salvación de una veda anodina y un tema explotado desde aristas inimaginables en un día de comicios nacionales.

Cerca de las 18, hubo podios, móviles y parafernalia tecnológica para infografiar las suposiciones del recambio legislativo. Algunos números se colaron antes de las 21, con la aclaración de la boca de urna, aunque prevaleció el podio, que en los casos de los distritos más importantes requirió ubicar dos caritas sonrientes para el mismo puesto durante varias horas, hasta que el mapa se fue esclareciendo, punto por punto.

Telefé le imprimió un sello dramático y excitado –“28J” fue el eslogan– a los primeros minutos de su trasmisión. Enfatizando los números en Capital Federal y, sobre todo, los reñidos en provincia, los conductores y los columnistas invitados hicieron de esa incertidumbre la tensión omnipresente de su emisión. La música alta y acelerada le aportó dosis de trailer cinematográfico a la cobertura de los comicios, que terminó pronto para cederle el espacio de la programación, justamente, a la película Si tuviera 30, con apariciones periodísticas intermitentes durante los cortes, para luego emitir El último pasajero.

Calmos, secos y ordenados, los periodistas de Canal 13 (que compartió programación con TN) se mantuvieron firmes en el uso del potencial en el inicio de la vorágine: habría ganado tal, habría salido segundo cual, etcétera. A medida que entraron a participar los columnistas invitados, los análisis fueron calentando la pantalla. Incluso hubo intercambios de opinión más enfáticos, como el de los encuestadores Artemio López y Rosendo Fraga.

C5N tomó una extraña decisión para darle ritmo a su cobertura, algo complicado cuando todo marcaba la falta de títulos rutilantes inmediatos: la de trasmitir flashes con datos derivados del escrutinio, en la que había resultados tan parciales como dos o tres mesas. Utilizando el recurso de hablarles a sus columnistas por medio de una pantalla –es decir, como si éstos estuvieran en la televisión–, la trasmisión no ahorró en diagramas y argentinas coloreadas.

Crónica TV se volvió a llevar el premio a la contundencia y a la falta de todo tiempo potencial, a poco de las 18: en placas blanquicelestes pregonaba, sin atender a los números apretados, tanto “Ganó Michetti, segundo Pino Solanas” como “Ganó mujer de Alperovich”, “Ganó esposa de Capitanich” o “Ganó mujer de Busti”. En algunos, su certeza fue rebatida luego.

Como suele suceder, fue el que más se abocó al color, más y menos oscuro: “Votaron Vanesa Show y Sandy González”, dos travestis que contaron su experiencia electoral y, de paso, pasaron algunos consejos para evitar contagiarse la gripe A: llevar su propio pegamento para pegar los sobres y mantenerse a distancia prudente durante la cola al cuarto oscuro. Eso se mezcló con una nota a una madre que fue a votar con barbijo, después de haber perdido a su hijo la semana pasada, víctima de la gripe A. Otra vez, el cruce forzado de los temas de la última semana.

Cuando hubo que referirse a los números de Pino Solanas, muchos canales coincidieron en señalarlo como la “sorpresa”; algunos, de paso, con una veta “pintoresca”. Y había algo en el tratamiento del Proyecto Sur, sus fiscales y militantes, su “muchachada”, en las palabras del mismo candidato, como un grupo con aires de estudiantina. Diego Santilli, funcionario de la ciudad por el PRO, dijo que Pino había expresado “a los románticos” de la Capital.

La televisión pública mostró entrevistas a especialistas y candidatos en móviles, pero desde un videograph avisaba apenas pasadas las 6, que no expondrá encuestas ni proyecciones, hasta tres horas después, tal como exige el código.

Mientras, el canal Rural tuvo su cobertura específica y sesgada, no demasiado excitante por cierto. Los capitanes de esa trasmisión trataban a sus candidatos con una familiaridad notoria. En un escenario descolorido –con un afiche que indicaba el nombre del canal sobre una pared blanca–, los conductores se permitían sacarse los anteojos y frotarse los ojos, la boca y la nariz, mientras informaban sobre cómo venía la performance de los candidatos rurales.

Capítulo aparte merece la bizarra aparición, cual moscas de verano, de los imitadores de la factoría Tinelli. De Narváez, que emuló su parodia durante un acto de campaña, fue seguido por este actor, que no ahorró en inexplicables ademanes mientras el diputado votaba con su mujer embarazada del sexto hijo, como repetían los locutores. A Sergio Massa también se lo vio con esta presencia asomando desde atrás, como queriendo interactuar con su original. De hecho, muchas horas después, se vio en un primer plano bastante elocuente al falso De Narváez y al falso Macri bailando y saltando en el escenario montado en el bunker de Unión-PRO, pegados a Horacio Rodríguez Larreta y otros candidatos o funcionarios. La falsa Michetti, en su silla de ruedas, también se mezclaba entre los jóvenes PRO.

En un día en que los canales internacionales se dedicaron más bien al golpe de Estado a Honduras, los canales argentinos deambularon entre aires triunfales, pasos hacia atrás, cambios de titulares y muestras de este dudoso humor que marcaron a una cobertura que duró horas y supo generar tensión, aunque fue desinflándose, conforme al cansancio generalizado.