EL PAíS › NéSTOR KIRCHNER SALIó A RECONOCER LA DERROTA PASADAS LAS 2 DE LA MAñANA
El ex presidente sostuvo que “hemos perdido por muy poquito”. Destacó la limpieza del comicio pese a lo ajustado del resultado. Habló de la necesidad de garantizar la gobernabilidad y de seguir adelante con sus posiciones.
› Por Martín Piqué
Eran las 2.10 de la madrugada cuando Néstor Kirchner apareció ante las cámaras para reconocer la derrota. “Queridos compañeros, compañeras, amigos y amigas. Hemos perdido por muy poquito. Hemos luchado con mucha dignidad en la provincia de Buenos Aires. Ha sido una elección muy pareja, pero las elecciones se ganan por un voto y también se pierden por un voto. Evidentemente, en este resultado han influido algunas circunstancias que deberemos estudiar”, dijo Kirchner desde el micrófono. Lo acompañaban con rostros muy serios el gobernador Daniel Scioli, el vice Alberto Balestrini, el jefe de Gabinete Sergio Massa y el ministro del Interior, Florencio Randazzo. “Si hubiera ganado el peronismo por dos puntos nos hubieran acusado de fraude. Pero nosotros garantizamos la cristalinidad de estas elecciones”, agregó Kirchner entre aplausos.
En su breve discurso, en el que pidió silencio varias veces a los jóvenes que intentaban acompañar su presencia con cantitos, Kirchner se mostró cauto, repitió las palabras “gobernabilidad” e “institucionalidad” y también dejó en claro un mensaje, de que intentará no rendirse incondicionalmente ante las presiones corporativas que están al acecho. “Hay que cuidar la gobernabilidad, pero acordar no significa dejar las convicciones de lado”, aseguró. Tras esas declaraciones, Kirchner le pidió a su vocero Alfredo “Corcho” Scoccimarro, también subsecretario de Medios de la Nación, que organizara una improvisada conferencia de prensa con los periodistas que permanecían en el bunker del Hotel Intercontinental. Entonces le preguntaron qué iba a pasar con las candidaturas testimoniales, si los candidatos iban a asumir sus cargos o no. Kirchner dijo que habría que evaluarlo con el correr de los días.
Al contestar las preguntas, el santacruceño dedicó una crítica por elevación a la candidata de PRO en Capital Federal, Gabriela Michetti. Sin nombrarla directamente, dijo que la postulante del macrismo no había hecho una buena elección en la ciudad. “Vamos a profundizar la gobernabilidad para volver a ser una alternativa en el 2011”, prometió luego. Pareció un mensaje tranquilizador dirigido a las filas del peronismo, un partido acostumbrado al poder, y al que los últimos acontecimientos parecen empujar hacia un estado de asamblea.
“Retrocedimos cinco años.” El diagnóstico, lapidario y al mismo tiempo dramático, lo hizo un funcionario que trabaja en el primer piso de la Casa Rosada. Según su visión, el retroceso de cinco años significaba un doloroso retorno a principios de 2003, cuando Eduardo Duhalde dejaba em manos de Néstor Kirchner la continuidad de un modelo que había comenzado con una devaluación brusca, la recuperación de la rentabilidad de los sectores empresarios y la licuación de las deudas de los más grandes grupos concentrados. Mientras el funcionario extraía sus conclusiones político-económicas a partir de la derrota de Néstor Kirchner con Francisco De Narváez, los simpatizantes del oficialismo escuchaban una canción por los parlantes. “De aquel amor/ de música ligera/ nada nos libra/ nada más queda”, decía la canción de Soda Stereo. El contenido de la canción, quizá escrito inspirado por una despedida o una separación, parecía venir a cuento lo que vivía la mayor parte de los asistentes que anoche esperaban en el segundo subsuelo del Hotel Intercontinental.
El clima se repetía veinte pisos más arriba: sobre todo en el piso 19, en las habitaciones que habían elegido Néstor Kirchner y Cristina Fernández para seguir los resultados de la elección. Los acompañaban el secretario general de la CGT, Hugo Moyano; el jefe de Gabinete, Sergio Massa; el titular de la SIDE, Héctor Icazuriaga; el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli.
El gobernador Daniel Scioli había buscado refugio un piso más abajo –en la suites del 18–, donde esperaba la evolución del comicio junto con su hermano, el secretario general de la gobernación, José “Pepe” Scioli, y su jefe de Gabinete, Alberto Pérez. En ambos pisos observaban la evolución del comicio en varias computadoras que había instalado la empresa Indra, a cargo de la realización del escrutinio. Las horas iban pasando, los periodistas y los simpatizantes seguían en el bunker del segundo subsuelo, pero nadie bajaba de los pisos VIP. Ni Kirchner ni Scioli ni la Presidenta abandonaron los pisos de arriba hasta pasadas la 1 de la madrugada.
El primer indicio de que las cosas venían mal llegó cuando el encuestador Roberto Bacman, de CEOP, bajó al segundo subsuelo, se paró ante de las cámaras y leyó un boca de urna que daba ganador a Kirchner-Scioli. En ese momento ya había empezado el escrutinio oficial. El recuento del Correo Argentino daba ganador a De Narváez. En ese momento comenzaron a aflorar los análisis retrospectivos –el famoso discurso con el diario del lunes– que ensayaban explicaciones ante una eventual derrota.
“El Colorado gastó 46 millones de dólares en esta campaña. Es increíble. Los medios tendrían que hablar de eso, no nos olvidemos que Obama recolectó 280 millones de dólares por Internet y eran las elecciones de los Estados Unidos”, dijo a Página/12 un funcionario que está vinculado al Ministerio de Planificación pero que también conoce mucho al macrismo por haber formado parte. “Ahora ojo con Mauricio”, avisó.
Cerca de las 23, algunos dirigentes que habían acompañado a Kirchner y CFK en el piso 19 aparecieron en la planta baja del hotel con cara de pocos amigos. Por allí desfilaron los diputados Edgardo Depetri, Carlos Kunkel, Juliana Di Tulio, Héctor Recalde. También se lo vio al secretario de Coordinación del Ministerio de Desarrollo Social, Carlos Castagneto, un dirigente con ascendencia en La Plata que intentó contribuir a la suerte de Kirchner-Scioli en la ciudad de las diagonales, la patria chica de la Presidenta. La situación de La Plata fue muy comentada en el comando del kirchnerismo: en la capital provincial el corte de boleta fue masivo. Una de las explicaciones que se dieron al resultado fue la decisión del intendente, Pablo Bruera, de separar su suerte de la del Frente Justicialista para la Victoria impulsando una boleta propia para concejales que no llevara el apellido Kirchner.
En el bunker K se comentó que la madre de la Presidenta, Ofelia Wilheim, vecina platense, habría recibido en su casa una boleta de la lista alternativa de Bruera. “Acá hubo muchos traidores”, fue uno de los comentarios que circulaba como ejercicio de catarsis entre una gran pantalla con la fórmula Kirchner-Scioli y los carteles azules de “Nosotros hacemos”.
Los dirigentes que se habían acercado al bunker oficialista caminaban como perdidos, mirándose a los ojos y, las más voluntaristas, tratando de adivinar algún gesto que pudiera merecer una esperanza. En una de las salas del hotel, donde habían computadoras con libre acceso a Internet, periodistas, dirigentes y militantes del oficialismo seguían en las pantallas la evolución del escrutinio. Pero el tiempo pasaba y la diferencia a favor de De Narváez se mantenía en torno al 2,5 por ciento.
Aunque al principio nadie quería hacer análisis en caliente, a medida que las horas fueron pasando los dirigentes y funcionarios que permanecían en el comando comenzaron a esbozar sus diagnósticos. También sus advertencias, que sonaron bien crudas. “Está en juego la gobernabilidad, Néstor siempre sale para arriba pero esta vez es un problema terminal”, analizó uno de los hombres del Ejecutivo que se quedó en el hotel hasta casi la medianoche. “Hay que ver si la derecha decide mantener la institucionalidad, porque ya se probó que puede llegar al poder a través de los votos. Ahora les conviene esperar al acecho hasta 2011”, analizó otro funcionario que no podía disimular la desilusión, la tristeza. Otra alternativa que se comenzó a evaluar anoche mismo es cómo se reposicionaría el peronismo tras la caída de Kirchner-Scioli y el ajustadísimo éxito, pero triunfo al fin, del santafesino Carlos Reutemann. “Aunque al peronismo bonaerense no le guste, Reutemann va a ser el hombre para 2011. Pero para eso tendrá que moverse bien”, aseguró a Página/12 un dirigente de la provincia que transitó por el duhaldismo, el kirchnerismo y que ya se prepara para lo que viene... La mirada era muy distinta entre los dirigentes que llegaron al kirchnerismo desde el progresismo no PJ o desde los sectores que en otra época eran identificados como la izquierda peronista. “Para nosotros volvió el tiempo de estar en la calle”, admitió en tono descarnado un dirigente que atravesó todos los ‘90 y el final del mandato de Fernando de la Rúa en la protesta social contra el neoliberalismo. Entre los invitados que fueron pasando por el bunker se pudo ver al conductor de radio Alejandro Dolina, al cineasta Jorge Coscia, a los dirigentes sociales Luis D’Elía (FTV) y Milagros Sala (agrupación Tupac Amaru de Jujuy), a la titular y el vice del Banco Nación, Mercedes Marcó del Pont y Roberto Feletti, entre otros.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux