Para salir al cruce de las críticas, llamaron a una reunión reservada, pero no lograron el efecto deseado. El Consejo de la Magistratura había convocado ayer a un encuentro informal en el que los consejeros pensaban reivindicar el rol del cuestionado organismo que elige y remueve jueces, pero no se pudo concretar porque faltó la mayoría de sus integrantes y otros cuestionaron por escrito la iniciativa del presidente del Consejo, Luis Bunge Campos, por proponer que fuera “a puertas cerradas”. Fracasado el plenario del cuerpo, se reunieron las comisiones de Selección y Acusación. “No es absolutamente necesario el Consejo de la Magistratura”, dijo allí la diputada Diana Conti, y agregó que si fuera por ella, “reformaría la Constitución y volvería al sistema anterior” de elección de jueces.

Antes de ingresar a la Comisión de Acusación, los cronistas le preguntaron a la legisladora kirchnerista si el espíritu con que fue creado el Consejo no era el de acotar el poder político, a lo que respondió que no, que la intención fue acotar la discrecionalidad del Ejecutivo, y que en la matriz constitucional siempre estuvo el componente “político”. A su criterio, así como el ex presidente Néstor Kirchner se autolimitó al introducir audiencias públicas e impugnación ciudadana para designar a los miembros de la Corte Suprema, “para transparentar no es necesario el Consejo, alcanzaría con un consejo asesor y los ciudadanos opinando, pero mientras la Constitución lo tenga (al Consejo), debe existir”. Con todo, la diputada defendió la actuación del organismo. “No hay ningún edificio que se derrumbe. El Consejo no produce el colapso del Poder Judicial. Los 200 cargos que se concursan están ocupados con jueces con valor de juez, aunque sean subrogantes. Además, el equilibrio obtenido por esta composición es el deseado por la Constitución nacional”, dijo reflotando los argumentos que había expuesto con vehemencia cuando defendió la reforma impulsada por el Gobierno.

La reunión que debía celebrarse ayer a la mañana en el Consejo nació fallida desde su convocatoria, porque el carácter reservado que se le pretendía dar derivó en el repudio de sus propios miembros, entre ellos el diputado kirchnerista Carlos Kunkel. Mediante una nota dirigida al presidente del Consejo, Bunge Campos, Kunkel expresó: “No considero oportuna ni conveniente mi presencia en la reunión plenaria del día jueves 30, dado mi carácter de diputado nacional que debe exhibir transparencia y publicidad en todas sus actividades, especialmente las institucionales”. Los únicos consejeros que concurrieron a la sala de plenarios fueron Bunge Campos, Pablo Mosca, Santiago Montaña, Diana Conti y Mario Candiotti, el resto permaneció ajeno a la convocatoria formal. Incluso Candiotti dijo que no concurrió a la reunión reservada, porque “no tenía orden del día y porque para eso hay una comisión de labor, que es el ámbito adecuado”. Fuentes del Consejo explicaron que “nunca se habló de un plenario extraordinario ni de una reunión secreta”.

Todo indica que esta comedia de enredos empezó cuando el senador radical Ernesto Sanz le planteó a Bunge Campos que, ante las críticas que arreciaban sobre el funcionamiento del Consejo, había que hacer algún tipo de reivindicación del cuerpo. A pesar de que Bunge envió la convocatoria a los consejeros por correo electrónico, la mayoría no estuvo de acuerdo con el carácter “reservado” de la reunión, máxime en un Consejo cuyas deliberaciones se caracterizan por ser públicas. Tras el fracaso de la iniciativa, Bunge habló con los medios. “Es necesario el equilibrio”, opinó sobre las representaciones en el Consejo y aclaró que no se trata sólo de una cuestión de cantidad de consejeros.