Mié 19.08.2009

EL PAíS  › OPINIóN

Lo que nadie recuerda

› Por Diego Kravetz *

Es difícil ser opositor. Pero mucho más difícil es pretender ser líder de un espacio en la ciudad y vivir jugando a las escondidas. Daniel Filmus siempre se esconde. Lo hizo cuando no quiso ser el candidato del kirchnerismo el 28 de junio y le regaló la ciudad a Pino Solanas y lo hace ahora, al mandar a hablar a Gabriel Fuks en vez de dar la cara él, que claramente es el padre de la gran derrota.

Es difícil ser opositor. Fuks tal vez no lo sepa porque su candidatura sirvió únicamente para completar listas de la mitad para abajo. Por eso opina de una Legislatura que no conoce. Si alguna vez le tocara ocupar una banca, podría entender que enfrentar a Macri, evitar la privatización del Estado y ponerle límites a una gestión improvisada y torpe no es sólo una serie de enunciados, y mucho menos en una inferioridad numérica tan notable como en los últimos años.

Me opuse –y de hecho, denuncié– a muchos proyectos oscuros de la gestión macrista. Frené el millonario contrato de recolección de residuos que incumplía la Ley de Basura Cero. Impedí el tratamiento de iniciativas que habrían sido críticas no sólo para los vecinos que hoy viven en la ciudad, sino para las generaciones por venir. Lo hice porque para eso estoy.

También acompañé algunas propuestas del gobierno sin las cuales les habría sido imposible administrar la ciudad. Con modificaciones, con acuerdos claros y de cara a la sociedad, pero voté. Repito: no hay forma de gestionar sin un puñado de normas esenciales. Es fácil la política de café para los que no tienen que darles explicaciones a los porteños. Yo prefiero fiscalizar obsesivamente cada letra de Macri, pero sin esa mezquindad barata de apostar a que le vaya peor de lo que por su propia inutilidad le va.

Si el kirchnerismo hubiera tenido un mejor candidato, tendría más diputados. Filmus no contuvo a los propios ni sedujo a los otros porque –entre otras cosas– prefirió a los Fuks antes que a dirigentes sociales o a figuras de la cultura y el deporte.

El senador que hoy quiere liderar el distrito medía menos de tres puntos cuando nos hicimos cargo de su campaña aquellos a quienes hoy mira de reojo. Dejamos fuera de la segunda vuelta a Jorge Telerman, le armamos actos en los que los vecinos y militantes no sabían ni cómo se escribía su apellido y le construimos un discurso progresista a quien fuera el director de Educación de Carlos Grosso. Lo hicimos crecer 20 puntos.

Llama la atención que pudiendo haber dado cátedra desde sus inicios en los alrededores de Carlos Menem, estos personajes aparezcan recién ahora para ganarse un lugar a fuerza de denuncias tan chiquitas como lo que hicieron en la política en todos estos años.

* Jefe del bloque de legisladores del Frente para la Victoria.

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