Jue 03.09.2009

EL PAíS  › LA MIRADA DEL SOCIóLOGO BRASILEñO THEOTONIO DOS SANTOS SOBRE LA CRISIS DEL CAPITALISMO CONTEMPORáNEO

“La humanidad debe asumir su control”

Para Dos Santos, “el centro del sistema busca conservar instituciones anquilosadas”, mientras el Tercer Mundo “adquiere protagonismo” y se consagra “un capitalismo de Estado que puede ser dirigido por distintas fuerzas sociales, no sólo por el capital concentrado”.

El hombre que, ataviado con un traje elegante y una corbata colorida, atraviesa el aula magna de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires es uno de los principales teóricos sociales que dio América latina. El auditorio repleto espera para escuchar las palabras de Theotonio Dos Santos, el sociólogo brasileño que acuñó la teoría de la dependencia, uno de los conceptos más influyentes en el pensamiento de izquierda de este continente durante las turbulentas décadas del ’60 y el ’70. “Hoy muy pocos ponen en duda el fracaso del sistema”, predica Dos Santos, con el entusiasmo que le confiere haber anunciado a lo largo de medio siglo algo que ahora está ampliamente aceptado, pero que durante mucho tiempo parecía peor que una herejía.

En el marco del XXVII Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS) que se realiza durante esta semana en Buenos Aires, Dos Santos desplegó su conferencia “Crisis estructural y crisis coyuntural en el capitalismo contemporáneo”. En una hora desnudó las contradicciones del sistema y vaticinó un creciente protagonismo de los países del Tercer Mundo, que llevaría a un cambio de paradigma y a un nuevo sistema, superador del actual, en el que “la humanidad asuma, finalmente, el control de sí misma”.

“La idea de una crisis estructural surge con Marx”, comenzó Dos Santos, que antes de su conferencia fue designado Doctor Honoris Causa de la UBA. Recordó que, según el filósofo alemán, esa “crisis estructural” es inherente al sistema capitalista, que incuba dentro de su propia dinámica las fuerzas que terminarán por acabar con él. “Marx no podía aceptar la idea de un derrumbe final del capitalismo como algo puntual: era algo que sólo podía ocurrir mediante un proceso largo. Y aún más, Marx pensaba que la superación del capitalismo era el fin de la prehistoria de la humanidad y el verdadero comienzo de la historia”, explicó.

Un punto en el que hizo hincapié Dos Santos es que, en contra de lo que se cree, “el capital no dirige el sistema automáticamente, sino que lucha para poder controlarlo y dirigirlo. El capital mantendrá su control mientras sepa adaptarse, pero cada cambio genera contradicciones en el seno del sistema. Por ejemplo: la necesidad de imponer procesos monopólicos es una de las claves de la adaptación del capitalismo, que necesita avanzar sobre una de sus premisas básicas, la libertad de mercado, para poder perpetuarse”.

“Este tipo de mercado –continuó Dos Santos–, genera un nuevo modelo de empresa, la hegemonía de los monopolios cambia los medios de producción y el comportamiento de todo el sistema capitalista.” Y aquí entra en juego otro de los protagonistas de la ecuación: el Estado, “un aliado fundamental” del capitalismo. Lo que en un comienzo funcionaba meramente como un “instrumento de control social”, terminó siendo un guardián de los mecanismos de acumulación de capital. “De todas las fuerzas de producción, la más importante es la vida humana –planteó–, y el Estado es la herramienta fundamental para la supervivencia de un sistema que no dudó en sacrificar millones de vidas para adaptarse. Un sistema que tiene que sacrificar 40 millones de vidas para funcionar, ha fracasado”, concluyó.

Antes de la Segunda Guerra Mundial, el capitalismo parecía tener los días contados. La crisis del ’29 había dejado a los Estados Unidos y a Europa en una ruina de la que recién comenzaron a salir una década después, en el caso de los norteamericanos, y hasta dos, en el caso del Viejo Mundo. “Todo el sistema que se desarrolló después de la Guerra Mundial no se le puede atribuir al triunfo del capitalismo, que fue parte del origen del problema: el nazismo también fue una apuesta del capital concentrado para sobrevivir”, avanzó Dos Santos.

El sociólogo se acercó entonces a su objetivo: “Las formas que adoptó el capitalismo para sobrevivir ponen de manifiesto su crisis estructural. Para mantener el sistema funcionando, los gobiernos tuvieron que recaer en contradicciones que trataron de ocultar, lo que generó las crisis coyunturales”, como el crac del ’29, o la que comenzó hace un año, fruto de una “monumental” intervención que los Estados del Primer Mundo aplican en sus economías domésticas desde la década del ’90. “Así –explicó–, las soluciones a cada crisis coyuntural no hacen más que profundizar la verdadera crisis, la estructural.”

“La intervención del Estado produce una baja creciente en el dinamismo de la economía, por lo que mientras el centro del sistema está comprometido en la conservación de instituciones anquilosadas, el dinamismo del Tercer Mundo va adquiriendo protagonismo –continuó–. Hoy se está consagrando un capitalismo de Estado que puede ser dirigido por distintas fuerzas sociales, no sólo por el capital concentrado”, apuntó el sociólogo, que así comenzó a esbozar sus conclusiones.

“Tenemos que reorientar nuestro pensamiento social, político y económico”, prescribió y, volviendo a Marx, llamó a que “la humanidad asuma el control de sí misma”, en vez de cedérselo a los capitales concentrados, para poder, así, dejar atrás de una vez y para siempre la prehistoria. Este contexto –concluyó– “convierte a la necesidad de pensar en este sistema superador en el imperativo de nuestra época para las ciencias sociales”.

Informe: Nicolás Lantos.

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