Lun 14.09.2009

EL PAíS  › EL EX CAPELLáN QUE CONFESABA A REPRESORES DESAPARECIó DE LA PARROQUIA DE SAN TELMO

La sigilosa retirada de un cura

Después de que este diario revelara que Alberto Zanchetta, ex capellán en la ESMA durante la dictadura, oficiaba en la diócesis metropolitana, diversas organizaciones sociales exigieron su remoción. Sin hacerlo público, la Iglesia lo retiró de las ceremonias.

› Por Nora Veiras

“Desde hace varios meses, el cura Alberto Zanchetta, ex capellán de la Marina y confesor de los asesinos que efectuaban los vuelos de la muerte para arrojar al Río de la Plata a nuestros compañeros, se encuentra realizando trabajos pastorales en la Parroquia de San Telmo. Allí oficia misa y desarrolla sus tareas con los jóvenes y con los boy scouts que concurren a la Parroquia.” Volantes con ese texto empezaron a distribuirse de mano en mano en Plaza Dorrego, a metros del altar donde el ex capellán de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) dirigía las misas desde el último verano. La revelación sobre el destino de Zanchetta publicada en Página/12 activó la reacción de distintas organizaciones sociales reunidas en asambleas del pueblo que emitieron la declaración conjunta. El efecto fue inmediato y la Iglesia actuó sigilosamente para evitar molestas explicaciones: Zanchetta desapareció del confesionario y las ceremonias. La carta abierta de las distintas organizaciones sociales destaca que “si bien Zanchetta no ha sido, aún, encausado por la Justicia por su complicidad con aquellos hechos, los testimonios de ex detenidos sobrevivientes y del arrepentido capitán Scilingo coinciden en señalar su rol de confesor de aquellos asesinos a los que reconfortaba con su perdón”. El pasado 11 de agosto, el Ministerio de Defensa le ordenó a la Armada que disponga el retiro o la baja de Zanchetta, quien seguía gozando de los beneficios de un sueldo de unos cinco mil pesos mensuales como capitán de fragata en actividad. La resolución, firmada por la ministra Nilda Garré, detalla que “consta en el respectivo expediente instruido en 1986 que su actuación en la Armada se remonta a su anterior desempeño en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) en 1975/76/77, instalaciones en las que funcionara en la misma época un centro clandestino de detención”. A partir de ese documento, la agrupación Hijos, regional Capital Federal, presentó una denuncia ante el juez federal Sergio Torres para que se “investigue la posible responsabilidad de Alberto Angel Zanchetta en los hechos ocurridos en la ESMA”. La sucesión de noticias generadas en torno a la actividad del cura puso el foco sobre el pastor que pretendía continuar con su “misión” sin acosos del pasado.

“En momentos en que la descomposición social, la pobreza, la exclusión y el paco hacen estragos en nuestros jóvenes y en las familias humildes; en momentos en que, día a día, millares de argentinos son arrojados a la pobreza y a vivir en las calles; en momentos en los que la palabra “futuro” ha sido borrada para la mitad de los habitantes de nuestro país, en estos precisos momentos es cuando, menos que nunca, debemos permitir que se cobijen detrás de la fe cristiana y detrás de la gran obra social que realiza la Parroquia de San Telmo aquellos personajes nefastos que han manchado sus manos con la sangre de nuestros hermanos”, escribieron los delegados de las asambleas del pueblo. Las prolijas mariposas que el primer fin de semana de septiembre se repartieron en San Telmo actuaron como eficaz disuasivo. Sin que mediara explicación alguna, Zanchetta dejó de oficiar las misas diarias de 8 y 19. El párroco Ernesto Salvia, quien combina su tarea pastoral con la docencia en la Universidad Católica Argentina, optó por el silencio ante la espera de alguna respuesta por parte de los feligreses.

En enero, Zanchetta había recalado en la histórica Iglesia de San Pedro González Telmo, ubicada en Humberto Primo al 300. A pesar de que el vicariato castrense hacía un año que le había informado a la Armada que el cura ya no cumplía tareas pastorales en esa fuerza, Zanchetta seguía gozando del limbo de la disponibilidad y cobrando como activo. La decisión de Pedro Candia, el presbítero a cargo del arzobispado castrense, respondía a la orden de Defensa y de Cancillería de sacar del contacto directo con los militares a los sacerdotes que habían actuado durante la última dictadura. Zanchetta había llegado a desempeñarse hasta 2004 como canciller del ex obispo Antonio Baseotto, quien en 2007 lo envío a reconfortar a las tropas que estaban en misión de paz en Haití. El cardenal primado de la Argentina, Jorge Bergoglio, le encontró rápido destino a Zanchetta en la diócesis metropolitana. Hasta que este diario publicó cómo la fuerza que comanda el almirante Jorge Godoy había eludido la orden de Defensa y seguía protegiendo al cura que tranquilizaba a los oficiales de los vuelos de la muerte, el pastor seguía dando cátedra desde el púlpito. “La mentira y el engaño son los instrumentos del demonio”, repetía con autoridad.

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