EL PAíS › CRISTINA KIRCHNER PLANTEó SUS DIFERENCIAS CON LAS EXIGENCIAS DEL FMI A LOS PAíSES EMERGENTES
La Presidenta cerró la mesa organizada por la Iniciativa Global Clinton con críticas a los planteos realizados por sus compañeros de charla, el titular del FMI, Dominique Strauss-Kahn, y el principal asesor económico de Barack Obama, Larry Summers.
› Por Fernando Cibeira
Desde Nueva York
No podría decirse que fue un cruce porque en verdad no se trató de un debate. Pero Cristina Kirchner cerró ayer la mesa organizada por la Iniciativa Global Clinton con críticas a los planteos realizados por sus compañeros de charla, el titular del FMI, Dominique Strauss-Kahn, y sobre todo, el principal asesor económico de Barack Obama, Larry Summers. “Que las reglas sean aplicables para todos los países”, reclamó la Presidenta. La referencia era, por ejemplo, a que el Fondo exige a los países emergentes mantener el superávit en las cuentas mientras que Estados Unidos persiste en un déficit crónico. “Que el manual de la globalización sea para todos por igual”, insistió.
En los últimos tiempos el encuentro anual de la Fundación Clinton se ha convertido en un clásico en Nueva York para la semana de la apertura de la Asamblea General de las Naciones Unidas. El ex presidente norteamericano se mantiene como una figura influyente y con muchos amigos en todo el mundo que desfilan por sus paneles, siempre plagados de frases grandilocuentes a propósito de la lucha contra la pobreza, el desarrollo de la educación y –el gran tema de hoy de los países desarrollados– la energía y el cambio climático.
Además de Bill, en la apertura de ayer habló su mujer, Hillary, y de la primera mesa participaron Michelle Bachelet, el primer ministro de Australia y los CEO de Coca-Cola y Wal Mart, como para darse una idea de la mezcla. Estaba anunciado Obama, pero Clinton aseguró que venía retrasado por el tránsito, cuando lo más seguro es que todos los neoyorquinos estuvieran retrasados por Obama y la parafernalia de seguridad que acompaña sus desplazamientos. El jefe de la Casa Blanca llegó y dio un mensaje él solito, sin ahorrar en elogios el trabajo de Clinton al frente de la Iniciativa.
Luego de un breve intermedio, arrancó la segunda mesa que analizaría “El G-20 y su impacto en los desafíos globales”. Cristina Kirchner, Strauss-Kahn, Summers y el primer ministro de Holanda, Jan Peter Balkenende, coordinados por el ex presidente de México Ernesto Zedillo. En su primera intervención, la Presidenta recorrió los puntos de sus anteriores intervenciones desde que llegó a Estados Unidos como, por ejemplo, la necesidad de que se tengan en cuenta en la planificación de las estrategias la “economía real” y no sólo los sectores financieros. “Hay un actor necesario que son los trabajadores”, sostuvo y recordó que era una iniciativa suya y de Brasil que la OIT participe a partir del jueves del encuentro del G-20 en Pittsburgh.
El micrófono fue pasando de mano en mano y fueron las palabras de Summers, contarían luego en la delegación argentina, las que alteraron la tranquilidad presidencial. El asesor económico de Obama planteó tres cuestiones que había que tener en cuenta para el futuro que era el nuevo paradigma del crecimiento global, qué tipo de sistema de regulación se adoptaría y la cuestión de la energía y el medio ambiente. El problema, explicaban cerca de la Presidenta, era que los analizó como si Estados Unidos no hubiera tenido nada que ver con la crisis y el actual estado del mundo, y las consecuencias fueran para el resto.
Strauss-Kahn agregó lo suyo cuando aseguró que el FMI se encarga simplemente de decir la verdad. “La verdad a los países pequeños, la verdad a los países más grandes”, aseguró. También buscó esquivar culpas. “No somos la policía, somos doctores que decimos dónde hay algo que anda mal”, definió.
La ronda volvió a donde había empezado y el cierre quedó para Cristina Kirchner. Zedillo, que habló siempre en inglés, le preguntó cuál sería la colaboración argentina para que llegue a buen término la Ronda de Doha, donde discute la Organización Mundial del Comercio. “Permítame que antes quiero decir algunas cosas sobre lo que hemos escuchado”, le respondió la Presidenta, para seguir con una intervención que resultó bastante más enérgica que la anterior.
“A los países emergentes siempre se les exigió que tuvieran superávit fiscal y superávit comercial, pero se permitió que este país (por Estados Unidos) tuviera el más fenomenal déficit en materia comercial y fiscal. Con lo cual, si de verdad queremos tener una nueva reglamentación, que el manual de la globalización se aplique para todos”, sostuvo Cristina Kirchner. A primera hora de la tarde, la Presidenta había ido hasta el edificio de las Naciones Unidas para participar de un encuentro de líderes para discutir sobre el cambio climático, así que tenía el tema fresco y también le respondió sobre este punto a Summers. “Estamos a quince años de la Convención de la ONU y del Protocolo de Kioto y todavía discutimos quién se haga cargo del coste de la emisión de gases, que deben ser los países desarrollados que son los que más han producido”, disparó.
Hubo también recuerdos para StraussKahn y el inicio de la crisis. “Acá no se controló a los bancos de inversión, pero se controlaba hasta la última cuenta de los bancos centrales de los países emergentes”, sostuvo la Presidenta.
Con todo, en la comitiva argentina aseguraban que en la trastienda del encuentro el clima había sido cordial. Clinton recibió a los participantes a medida que iban llegando al Hotel Sheraton, a pocas cuadras del que se aloja la Presidenta, y conversaban un rato. Incluso, la Presidenta y Strauss-Kahn pudieron tener un breve aparte en un sillón. “Tuve una muy buena reunión con su ministro de Economía, Boudou”, le dijo el mandamás del Fondo. “Claro, cómo no se van a llevar bien si son los dos franceses”, bromeó ella. Strauss-Kahn le anticipó que los números que ellos manejan sobre la economía argentina están mejor de lo que el organismo había pronosticado en julio pasado. El dato ablandó a los argentinos. “Tenemos una relación correcta, aunque no significa que podamos pensar distinto en algunas cosas”, le escucharon decir a la Presidenta.
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