EL PAíS › LA DISCUSIóN ARTíCULO POR ARTíCULO, DENTRO Y FUERA DEL SENADO
En el recinto, funcionarios y asesores analizaron el dictamen de la UCR. Después de las tres de la mañana, en la calle, al interventor del Comfer lo buscaban para sacarle fotos con celulares.
› Por Martín Piqué
Habían pasado más de veinte horas de debate cuando el vicepresidente Julio Cobos dio por finalizada la sesión más importante que el Senado protagonizó en el último año. Mientras los senadores votaban en particular cada uno de los 166 artículos, los hombres que habían impulsado la derogación de la Ley 22.285 de la dictadura recibían el saludo de desconocidos. Fueron horas en las que se vio al interventor del Comfer, Gabriel Mariotto, sacándose fotos con la multitud, que lo buscaba con celulares; también se vio al diputado Julio Piumato arengando a cantar la marcha peronista en la confitería Plaza del Carmen; al diputado Edgardo Depetri caminando entre algunos jóvenes que lo reconocían a pesar de que estaba de incógnito.
¿Cuántas emociones, ideas, pensamientos, bruscos cambios de estado de ánimo pueden caber en veinte horas de discursos en torno de una nueva ley de Servicios de Comunicación Audiovisual? La primera respuesta surgió cuando la pantalla gigante levantada sobre la avenida Entre Ríos y de espaldas al Congreso mostró en primer plano el tablero electrónico del Senado. La calle festejó con un grito y enseguida se comenzó a escuchar el Himno Nacional. La madrugada estuvo llena de cantitos, de música, de abrazos y también de pequeñas historias.
Después de que el cartel del Senado marcara que el proyecto había sido aprobado en general, hubo dos escenarios bastante desconectados. Adentro, en el recinto, los senadores de la oposición intentaban imponer modificaciones en la votación en particular de cada artículo. Afuera, pasada ya la explosión de euforia, los manifestantes bailaban salsa y cumbia. La escena era muy distinta dentro del hemiciclo del Senado. El senador jujeño Gerardo Morales iba leyendo los cambios que el bloque de la UCR quería incorporar a los 165 artículos de fondo –el 166 es de forma– del proyecto que ya había sido aprobado en general. Antes de la votación, los radicales habían presentado un dictamen de minoría que incluía varias de esas modificaciones. El jefe del bloque oficialista, Miguel Pichetto, había criticado en duros términos ese dictamen.
Mariotto estuvo hasta pasadas las 3.30 de la mañana en la galería central del segundo piso. La mayor parte del tiempo lo acompañaron el vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales, Damián Loreti, y la directora de Asuntos Legales del Comfer, Graciana Peñafort. Aparte de haber sido los principales colaboradores de Mariotto en la redacción de la ley, Loreti y Peñafort se encargaron de escuchar las argumentaciones que iba planteando la oposición. Así fue que ambos pudieron leer a último momento la carpeta con el dictamen minoritario que había hecho circular el bloque de la UCR. Al revisar la propuesta radical, ambos encontraron presuntas imprecisiones y una sorpresa: en el dictamen se incluía un párrafo reservado a las telefónicas. En el proyecto que había llegado con media sanción de Diputados no había mención alguna a las empresas de telefonía. La decisión de la presidenta Cristina Fernández había excluido a ese rubro del proyecto oficial de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Mientras un grupo numeroso cantaba canciones de Los Redondos y bailaba sobre la calle Entre Ríos, la pantalla seguía mostrando la discusión artículo por artículo. Pero ya no había tanto nerviosismo. Distinto había sido el clima durante la exposición final de Pichetto previa al llamado a votación en general. En ese momento, la muchedumbre había pedido a los gritos que se callara uno de los conductores de la radio abierta organizada por la Coalición por una Radiodifusión Democrática. “¡Callate!”, habían exigido a grito destemplado. Quizá condicionados por el recuerdo de otra madrugada fría, aquella en la que Pichetto enrostró a Cobos aquella frase famosa que Jesucristo le dedicó a Judas Iscariote antes de ser traicionado (“lo que vas a hacer, hazlo rápido”), los participantes de la vigilia no se querían perder palabra de lo que pasaba en el recinto. El clima se relajó cuando el tablero mostró los 44 votos afirmativos.
Pero la distensión no era total. En los bares de Congreso, sobre todo en el vidriado Plaza del Carmen ubicado frente a la ex Confitería del Molino, se habían llenado las mesas con gente de todas las edades. Los más ansiosos estaban cerca de los televisores. La pantalla transmitía en vivo la votación en particular. Cuando la TV mostró que el primer artículo más resistido –el 14, que regula la composición del directorio de la Autoridad Federal de Aplicación– era aprobado por 40 votos afirmativos contra 29 negativos los más informados estallaron en un aplauso. Enseguida pidieron atención al resto de la confitería. La aprobación del artículo 14 presuponía una votación mucho más holgada de lo que se había imaginado. En ese momento empezaron a aparecer por la calle y bares aledaños funcionarios del Comfer, académicos involucrados con la nueva ley de Radiodifusión, caras conocidas de la Coalición por una Radiodifusión Democrática. Entre ellos estaban Mariotto, Piumato, Depetri. Poco después surgió de entre las vallas que custodiaban al Congreso el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. Tenía la cara del DT de un equipo ganador.
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