EL PAíS
Una casa para la memoria platense
Hoy va a ser declarada patrimonio histórico la casa de la desaparecida Mercedes Houerqubie de Francese, secuestrada a los 77 años, como su yerno y dos de sus nietos. Un testimonio de una historia particularmente sórdida de traiciones y muerte.
› Por Susana Viau
Hoy a las seis y media de la tarde será declarada oficialmente “patrimonio histórico y cultural”, la casa ubicada en las calles 53 y 8 de La Plata, domicilio de Mercedes Houerqubie de Francese, de 77 años, secuestrada y desaparecida, al igual que su yerno y dos de sus nietos durante la dictadura militar. Al acto, durante el cual será descubierta una placa conmemorativa, concurrirán el vicegobernador Hugo Corbatta, el secretario provincial de Derechos Humanos Jorge Taiana, el intendente de la ciudad Julio Alak, la titular de Abuelas de Plaza de Mayo Estela de Carlotto, organismos de derechos humanos e integrantes de la familia Bettini Francese.
Para ese grupo familiar, la desgracia presentó credenciales a fines de 1976, cuando el matrimonio formado por el profesor de derecho Antonio Bettini y Marta del Carmen Francese supo que su hijo Marcelo había desaparecido en el trayecto que mediaba entre la Facultad de Agronomía y su casa. Las gestiones del padre con sus amistades los colocaron ante la evidencia de que el joven, de 21 años, estaba muerto. Antes, había sido testigo de un espectáculo pavoroso: en la morgue del Departamento de la Policía Bonaerense se apilaban cadáveres con etiquetas colgadas de los pies y donde estaban inscriptas las fechas (posteriores a ese día en todos los casos y escalonadas) que debían figurar en los partes y certificados de defunción que, invariablemente, hablaban de “enfrentamientos”. No fue Bettini quien concurrió al cementerio de la ciudad a buscar a su hijo en una fosa común: lo hizo su yerno, el teniente de fragata Jorge Devoto.
Al terminar el verano del ‘77 quien desaparece es el chofer de Mercedes Houerqubie, abuela de Marcelo. Antonio Bettini reemprende la peregrinación en busca de pistas. Lo hace acompañado de Jorge Devoto, su yerno. Al salir del Departamento de Policía y poner rumbo a la Regional, otro vehículo los intercepta en un cruce de la avenida 60, obligándolos a meterse en el bosque. Allí, Antonio Bettini es encapuchado y trasladado a un tercer coche. “A Jorge le tiraron las llaves entre las plantas, le dijeron que no se moviera porque iba a tener consecuencias fatales y lo dejaron”, relató Marta Francese de Bettini en febrero de 1999 frente a los integrantes de la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata. El chofer, que reapareció días más tarde, confesó a su empleadora, Mercedes Houerqubie, que lo había visto, encapuchado y deprimido, en La Cacha.
Con la idea de que sus camaradas de armas podían darle noticias de su suegro, Devoto concurrió al Edificio Libertad. Su ingreso quedó registrado con hora, nombre y firma en el libro de entradas; a la salida la firma sólo era un garabato. Las versiones que su mujer, Marta Bettini, pudo recoger informan que lo retuvieron un tiempo en el Comando de la Marina y con posterioridad fue trasladado a un centro clandestino de detención. Todo indica que fue arrojado vivo al mar desde un avión naval. La familia emigró a Montevideo, luego a Brasil y por fin a España. En Buenos Aires quedó la abuela, Mercedes Houerqubie de Francese, propietaria del banco Platense, como encargada de mover influencias, obtener datos, hacer gestiones. El chofer “fue quien me dijo, en noviembre de 1977, que se la habían llevado para hacerle unas preguntas y, si las contestaba, regresaba a almorzar. Cuando la secuestraron tenía 77 años”, contó la viuda de Bettini y recordó también que a dos amigos de la familia “Camps les reconoció que tenía a mi madre. En una segunda entrevista les devolvió sus remedios y les dijo que iba a salir muy pronto”. La anciana fue secuestrada, precisamente, en la casa de la calle 53.