EL PAíS › EL JUEZ FEDERAL NORBERTO OYARBIDE PROCESARA AL ESPIA CIRO JAMES Y TRES POLICIAS MISIONEROS
Son los ejecutores de las pinchaduras al familiar de la AMIA Sergio Burstein y al empresario Carlos Avila. El magistrado buscará avanzar luego sobre los que ordenaron las escuchas y allí se verá comprometido el ex jefe de la Policía Metropolitana Jorge “El Fino” Palacios.
› Por Irina Hauser
y Raúl Kollmann
El juez federal Norberto Oyarbide decidirá mañana el procesamiento, con prisión preventiva, de Ciro Gerardo James, protagonista de las escuchas telefónicas ilegales a Sergio Burstein, integrante de Familiares de las Víctimas de la AMIA, y al empresario televisivo Carlos Avila. Tres policías misioneros de alto rango, que participaron de la maniobra, también serán procesados, pero se dice que sin prisión preventiva. Los delitos tendrán que ver con la violación de la Ley de Inteligencia, falsedad ideológica –armar una causa falsa– e incumplimiento de los deberes de funcionario público. Todos ellos fueron ejecutores de la operación de pinchado de teléfonos, pero hay dos terrenos en los que Oyarbide debe avanzar todavía. En primer lugar, en quiénes fueron los que ordenaron el espionaje ilegal, un terreno en el que las pruebas apuntan –por lo menos en un primer escalón– contra Jorge “El Fino” Palacios, ex jefe de la Policía Metropolitana. Y también estarán en la mira los dos jueces de Misiones que le ordenaron a la SIDE las pinchaduras. Los magistrados se negaron a entregar copias de las transcripciones y uno de ellos terminó el viernes huyendo por una ventana de su juzgado. Todo indica que no podrán justificar la maniobra de espionaje que pusieron en marcha.
Los delitos que se les imputarán a James y a los policías misioneros no tienen penas altas. Consisten esencialmente en realizar escuchas ilegales y fundamentar esas escuchas armando causas descabelladas. Como se sabe, a Burstein lo involucraron con un prófugo de una causa por homicidio en Misiones, siendo que no pisa esa provincia desde hace 20 años. Lo de Avila es aún más grotesco; cambiaron cinco veces de causa judicial y entonces ocurrió que primero le pincharon el teléfono por el robo a un banco, después por piratería del asfalto y luego por homicidio. La maniobra empezó en 2007 y continuó hasta hace diez días. El punto en común de toda esa actividad de espionaje ilegal es que las cintas con las escuchas fueron siempre retiradas de la SIDE por la misma persona: Ciro James.
En principio, Oyarbide tiene la intención de procesar a James con prisión preventiva, aplicándole el artículo 319 del Código Penal, especialmente en lo que se refiere al peligro de que un imputado –en libertad– pueda operar para alterar la investigación. El juez considera que James, si sale de la cárcel, va a borrar pruebas, o sea entorpecer la acción de la Justicia, como dice el artículo correspondiente. A los tres policías de Misiones –un alto jefe, Rubén Quintana, el jefe de Homicidios, Raúl Rojas, y un oficial de Inteligencia, Diego Guarda– se les otorgaría la excarcelación, pero seguirán imputados en la causa.
El juez tiene que sortear varios obstáculos para apuntar a quienes dieron la orden de realizar las escuchas ilegales. Por ejemplo, Ciro James dice que él no tuvo nada que ver con el espionaje, que sólo colaboraba con los policías misioneros, a los que conocía. Su único papel –afirma– fue retirar las cintas de la SIDE y lo hizo sólo a manera de gauchada para los misioneros. El juez, desde ya, no le cree. Los policías de Posadas, por su parte, sostienen que el que aportó los datos contra Burstein y Avila fue James y que ellos sólo les transmitieron esas pistas a los jueces José Luis Rey y Horacio Gallardo. Tampoco suena creíble: las pistas sobre homicidios y robos con alguna vinculación con Burstein y Avila son tan desopilantes, que nadie podía creerlas y menos pedir una escucha telefónica. Esta última lógica deja en situación sospechosa también a los magistrados de Posadas.
Para redondear el cuadro de sospecha contra los jueces, el viernes se produjeron dos hechos significativos. Es usual que un juez le pida a otro copia de partes de su expediente, aunque tiene que fundamentar por qué lo necesita. Es lo que hizo Oyarbide al solicitar copias de las escuchas telefónicas y de las causas judiciales que sirvieron de base para el espionaje. A los funcionarios que fueron de su parte a los juzgados de Misiones los hicieron esperar y esperar. Finalmente, a última hora del viernes, el magistrado José Luis Rey y su secretaria huyeron –según le informaron a Oyarbide– por una ventana. Dejaron un escrito el que se oponían a la entrega de las copias. Por su parte, Gallardo también se negó a entregar duplicados de las transcripciones de las escuchas. Estas dilaciones refuerzan una duda que sobrevuela ambos expedientes: a los jueces de Posadas no les importaba el contenido de los diálogos telefónicos de Burstein y Avila, porque ya sabían que no tienen vinculación con ningún delito. Y Ciro James retiraba las escuchas en Buenos Aires, del edificio de la SIDE ubicado en la Avenida de los Incas. De manera que es muy posible que nunca llegaran las transcripciones a Misiones. Eso hace que –tal vez– no estén en el expediente. En cualquier caso, todo demostrará lo burdo de la maniobra.
Palacios llamó ayer al diario La Nación para exculparse del escándalo. Su versión no tiene asidero. Insiste en que a Burstein lo escuchaban realmente por el caso del homicidio en Misiones y, en todo caso, sugiere que la maniobra proviene de la Policía Federal. El problema es que él mismo admite que recomendó a James para la Metropolitana (ver aparte). Al mismo tiempo, sucede que justito le pincharon el teléfono a Burstein cuando estaba en pleno conflicto con Palacios, ya que se oponía a que encabezase la policía porteña porque estaba involucrado en el encubrimiento del atentado a la AMIA. Por otra parte, Palacios afirma que no se intercambiaron tantos llamados como se dice con James. “Fueron sólo clicks de Nextel, no llamados”, afirmó el ex jefe de Investigaciones de la Federal. En el juzgado afirman lo contrario: que se trató de 150 llamadas entre Palacios y James, cada una con ocho o diez clicks de Nextel.
Es seguro que todas estas explicaciones las tendrá que dar Palacios mismo ante el juez Oyarbide. Una vez procesados los protagonistas del espionaje –Ciro James y los policías misioneros–, el expediente irá hacia arriba. Y toda la impresión es que, en ese terreno, Palacios será llamado a indagatoria y tendrá que responder como acusado.
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