Lun 16.11.2009

EL PAíS  › HUGO YASKY HABLA SOBRE LA PERSONERíA DE LA CTA, LA RELACIóN CON EL GOBIERNO, EL SUBTE Y KRAFT

“La demanda sindical va a seguir”

El titular de la CTA dice que el reconocimiento de la federación “es un proceso que no se puede detener”, pero asegura que insistir con “caminos que no sean la movilización no tiene demasiado sentido”, porque los canales con el Gobierno “están obturados”.

El secretario general de la CTA, Hugo Yasky, levanta el teléfono. Aunque está en Barcelona, las noticias corren rápido. De entrada, aclara que prefiere no salir a contestarle a Hugo Moyano. El titular de la CGT le había dicho a Página/12 que “llegó el tiempo de empezar a discutir” la unidad del movimiento obrero. Al final del diálogo con este diario, sin embargo, Yasky reconoce: “Es importante que Moyano haya reconocido la legitimidad de la demanda de la CTA y se haya diferenciado de los sectores más gurkas de la CGT. Pero el tema de la unidad de ninguna manera puede leerse en términos de que haya una sola personería gremial que cobije a todos”. En esta entrevista, el dirigente docente repasa el agitado panorama sindical de las últimas semanas.

–A partir de una serie de conflictos y medidas de fuerza, la política gremial tomó una relevancia que no tenía hace mucho tiempo. ¿A qué atribuye este fenómeno?

–Creo que no se puede poner todo en la misma bolsa. El conflicto de Kraft estuvo motivado por una política hostil de la empresa que intentó generar un escenario de provocación. Después hay otro tipo de conflictos que tienen que ver con la falta de iniciativa política del gobierno nacional para descomprimir las demandas que están realizando sectores gremiales. El fallo de la Corte Suprema, en 2008, fue una señal, una luz verde para poder avanzar en lo que hasta ese momento era una demanda de reconocimiento que se mantenía contenida. Incluso las propias ambigüedades discursivas del Gobierno generaban indicios de que se podía avanzar hacia una mayor apertura del movimiento sindical. Pero, una vez que salió, hicieron lo contrario. La boca del embudo fue taponada por el Ministerio de Trabajo y esto es lo que explica la tensión y la conflictividad en el caso de subterráneos, por ejemplo.

–¿Por qué cree que el conflicto del subte tomó tanta relevancia?

–En parte porque se trata de un servicio que, al afectar a los usuarios porteños, por la vitrina de los medios se refleja en todo en país. También fue un conflicto que, por torpeza política, algunos dirigentes sindicales quisieron poner como un caso testigo de la pulseada por la renovación de las reglas del juego en el movimiento sindical y eso lo catapultó a un primer plano, que no hubiese tenido de no haber mediado esa torpeza. A eso hay que agregarle que se le sumaron componentes que rápidamente llevaron a la memoria colectiva a los tiempos de la patota sindical en los que un reclamo de renovación sindical se contestaba a los cadenazos. Con lo cual se generaron todas las condiciones para que dejara de ser un conflicto sectorial y se convirtiera en una disputa a la que nos sentimos convocados todos los que queremos un país que termine con el autoritarismo y con el atropello a los más débiles.

–¿Qué perspectivas tiene con respecto a avanzar hacia la personería propia de la CTA?

–Yo creo que es un proceso que no se puede detener. La demanda de los distintos sectores sindicales pidiendo reconocimiento legal y pidiendo ampliación de los márgenes para la práctica sindical va a seguir creciendo. Y entiendo que hay una suerte de cuenta regresiva que está en marcha: esto explica algunas expresiones afiebradas que escuchamos en los últimos días. Creo que los próximos meses van a ser definitorios. La nueva correlación de fuerzas que va a haber en el Congreso plantearía una paradoja: que quizá sean sectores de derecha y conservadores los que terminen levantando el guante del reclamo de la CTA.

–Están por presentar una serie de propuestas en el Congreso...

–Sí, una propuesta de blindaje social con proyectos de ley que tienen que ver con la prohibición del despido sin causa, reformar la fórmula de movilidad de los haberes jubilatorios, resguardar las fuentes de trabajo en las empresas recuperadas, crear un seguro universal de empleo y formación. Y por último, una reforma de la ley de asociaciones sindicales, muy puntual, que no pretende transformar el modelo sindical sino simplemente adecuar la ley vigente a la jurisprudencia que se desprende del fallo de la Corte.

–¿Cómo articularán el trabajo de los legisladores vinculados con la CTA que trabajarán en distintos bloques?

–Hasta el 10 de diciembre vamos a seguir trabajando a través de Edgardo Depetri y Claudio Lozano. Después del recambio se va a ensanchar el espacio del progresismo y más allá de los distintos espacios en los que se terminen repartiendo las fichas del centroizquierda, todos, sin excepción, juegan en el tablero de la CTA. No por subordinación, sino por un compromiso que nosotros reconocemos y agradecemos.

–¿Cómo es hoy la relación con el Gobierno?

–Hoy los canales están prácticamente obturados. En los últimos meses no hemos tenido prácticamente ninguna participación en ninguna instancia de diálogo, y las veces que nos reunimos con el ministro de Trabajo fueron gestiones no oficiales, tratando de actuar como bomberos, apagando incendios, resolviendo conflictos, pero en una situación muy espasmódica y con una temática siempre acotada a la conflictividad. Ya no tiene demasiado sentido insistir con otros caminos que no sean la movilización y la presentación de proyectos de ley, porque el Ministerio de Trabajo nos ha dado la espalda, una y otra vez.

–¿Por qué el conflicto en Kraft Foods no puede resolverse y, cada vez que se está por llegar a un acuerdo, se termina retrocediendo?

–Ahora volvieron a comenzar con los despidos: se trata de una acción deliberada de la empresa que quiere arrojar petardos y que claramente incurre en una provocación despidiendo personal. Claramente, esto se inscribe dentro de la corriente de los que quieren que la sangre llegue al río. El Gobierno debería actuar de manera ejemplar y garantizar que la empresa reincorpore a los trabajadores, y que cumpla las leyes del país sin ningún tipo de atenuante.

–¿Le preocupa el aumento en la tensión del clima social?

–El clima social va a depender de aquí en más fundamentalmente de las políticas que el Gobierno lleve adelante. Si la asignación universal por hijo se aplica bien y masivamente, sin ningún tipo de desvíos, y junto con esto se avanza con políticas que sigan poniendo el acento en la distribución, no tengo dudas de que a pesar de las provocaciones, las tensiones sociales que pueda haber se van a poder resolver en el marco del diálogo.

Entrevista: Nicolás Lantos.

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