EL PAíS › EL OFICIALISMO CONSIGUIó LA APROBACIóN EN DIPUTADOS DE LA REFORMA POLíTICA Y PASó AL SENADO
El kirchnerismo y sus aliados consiguieron la aprobación con 136 votos contra 99. La oposición persistió en su intención de no votarla pese a los muchos cambios que se introdujeron al proyecto. El Senado la trataría el año que viene.
› Por Miguel Jorquera
La suerte ya estaba echada antes de que comenzara la sesión. El kirchnerismo lograría la media sanción de la reforma política en la Cámara baja, pero no conseguiría un apoyo que atravesase la frontera del oficialismo y sus aliados más fieles. La votación arrojó 136 votos a favor, 99 en contra y una sola abstención. Junto al oficialismo, se encolumnaron los santiagueños del Frente Cívico, los neuquinos del MPN, los ex ARI fueguinos, los monobloques filo K y los peronistas disidentes cordobeses. Radicales, cívicos, macristas, el resto del PJ disidente, socialistas y los bloques de centroizquierda, además de radicales y socialistas K, se opusieron a la futura norma que regulará el Código Electoral y la vida de los partidos políticos. Pero el proyecto que establece la realización de primarias abiertas, simultáneas y obligatorias para la elección de los candidatos presidenciables de 2011 se resolverá el año que viene en el Senado, ya con su nueva composición legislativa.
“Siéntese Rossi, así empezamos”, dijo el presidente del cuerpo, Eduardo Fellner, dirigiéndose al jefe de la bancada oficialista. Con Agustín Rossi sentado en su lugar, el oficialismo reunió el quórum (129 diputados) para iniciar la sesión. Era más de las 13.30 de una sesión citada para las 11. Una muestra que al oficialismo no le sobraba demasiado para sancionar la reforma política. La oposición, en tanto, se aglutinaba en sus despachos para evitar aportar al quórum.
El diputado Jorge Landau fue el miembro informante del kirchnerismo. Graciela Camaño, la presidenta de Asuntos Constitucionales y del plenario de comisiones en el que se discutió el despacho que llegó al recinto, dio un paso al costado. Dirigir ese debate y votarlo a favor fueron las últimas funciones que Camaño desempeñó para el oficialismo.
“El texto ya no es el mismo que envió el Gobierno, pero se reforzaron sus propuestas de mayor democratización y representación política, más transparencia y equidad electoral”, abrió Landau parafraseando el extenso título de la reforma. Un texto que “contempló 111 proyectos preexistentes” e incorporó más de 50 modificaciones sugeridas desde todo el arco opositor.
Landau enumeró varios de los ejes centrales de la reforma (ver aparte) y se adelantó a las críticas opositoras: “Están equivocados los que dicen que la norma beneficia a los partidos mayoritarios. El 80 por ciento de los costos de la campaña electoral se van en radio y televisión; y ahora eso se resolverá con equidad y el aporte del Estado. Eso favorece a los partidos con menos recursos y ha sido un reclamo de distintos partidos opositores”.
Pero las críticas no tardaron en llegar. El radical Pedro Azcoiti acusó al oficialismo de la “suspensión de las internas partidarias, de implementar las candidaturas testimoniales, el presidente del PJ usa a su antojo los recursos del Estado y el Gobierno instauró un nuevo clientelismo de gobernadores e intendentes”. “El bipartidismo es un hecho natural de la sociedad, no se hace por ley”, sumó el jefe del bloque de la UCR, Oscar Aguad, para refutar a quienes descalificaron el proyecto porque fortalece el bipartidismo.
La cívica Patricia Bullrich también embistió contra el oficialismo. Dijo que “el clientelismo político funciona como disciplinador social” y reclamó “una autoridad electoral independiente, la implementación de la boleta única y que las fórmulas de las internas partidarias sean abiertas”, para que los partidos decidan si pueden mezclar ganadores y perdedores en una misma candidatura. “La reforma del kirchnerismo no elimina el clientelismo ni garantiza transparencia en el sistema electoral”, dijo por su lado Adrián Pérez.
“No estamos de acuerdo con este debate exprés del oficialismo de una norma hecha a medida de sus propios intereses”, soltó la socialista Silvia Augsburger y se sumó al coro opositor por la implementación de la boleta única. “Este proyecto es profundamente conservador”, sorprendió el macrista Esteban Bullrich, para afirmar que “limita la aparición de nuevas fuerzas políticas”. Luego, dedicó su tiempo a replicar políticamente al kirchnerismo y sus denuncias: “Los mayores desestabilizadores están en el gobierno nacional”, aseguró.
Los cuestionamientos también llegaron por izquierda. “A diferencia de otros proyectos que apoyamos, hoy no estamos de acuerdo con el corazón de esta iniciativa. Ese corazón es el de las internas abiertas, que en lugar de reordenar el sistema político busca resolver las internas del PJ y del Acuerdo Cívico y Social”, sostuvo Carlos Raimundi, de SI. “Esta ley es para resolver la interna del partido gobernante. Pero si ven que la van a perder, esta ley va a tener cambios”, advirtió su compañero de bancada Eduardo Macaluse.
“Toda la ciudadanía deben dirimir lo que resuelven los órganos partidarios, para los cuales no hay nuevas exigencias. Pero no hay ninguna decisión para democratizar los partidos”, agregó Vilma Ibarra, del Encuentro Popular y Social. Sus compañeras de bloque, Cecilia Merchán y Victoria Donda (Libres del Sur), habían señalado a través de un comunicado que “el oficialismo dice que quiere terminar con los sellos de goma, pero ha puesto todo su esfuerzo para salvar dos estructuras viejas y anquilosadas, como son el PJ y la UCR”.
El cierre fue para el jefe del bloque oficialista. “Quiero despejar el fantasma de que (la reforma) es un traje a medida para algún candidato. Faltan dos años (para 2011), en la Argentina eso es mucho tiempo, vale ver lo que pasó en los dos últimos”, remarcó Rossi. “Creo que estamos votando una buena ley –continuó–, debatida intensamente, tratando de recabar la opinión de todos los bloques, incorporado modificaciones más allá de que su voto sea positivo o negativo.” La penúltima batalla del año parlamentario ya estaba ganada para el kirchnerismo en la Cámara de Diputados. La que queda no será fácil: el 3 de diciembre, y ya con la nueva composición parlamentaria, la oposición irá por la mayoría en todas las comisiones legislativas de la Cámara baja.
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