Mié 04.12.2002

EL PAíS

Hay un desocupado menos, Seineldín tiene trabajo

A doce años del sangriento alzamiento carapintada, su jefe reconoció que trabaja en una flamante agencia de seguridad. Se llama Fidei y sus dueños son amigos del ex general.

A doce años del levantamiento carapintada que lo tuvo como protagonista, el ex coronel Mohamed Alí Seineldín contó que debido a que desde octubre puede salir de su lugar de prisión para trabajar, actualmente se desempeña como asesor de una flamante agencia de seguridad privada, propiedad de sus amigos. “Ahora tengo que parar la olla”, bromeó Seineldín con los periodistas que lo ubicaron ayer en un restaurante de Las Cañitas. Para no complicar su libertad condicional, el ex coronel esta vez esquivó las definiciones sobre la actualidad y dijo que, en verdad, cuando hablaba de política no era que quería ser presidente sino que lo hacía como analista.
Para Seineldín, el 3 de diciembre de 1990, es apenas “un recuerdo más que ya quedó atrás”. Esa fecha que ni quiere recordar, el ex coronel lideró una rebelión carapintada que dejó un saldo de 13 muertos. El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas lo condenó a reclusión perpetua al considerarlo responsable máximo por la asonada. Desde ahí cada tanto resurgen las versiones sobre un posible indulto, pero hasta ahora esa posibilidad no se concretó.
A mitad de año, el Consejo Supremo le concedió al ex coronel un régimen de salidas laborales de su prisión en Campo de Mayo de 8 horas diarias, de lunes a viernes, que comenzó a cumplirse recién a partir de octubre. Seineldín no necesitó recurrir a los avisos clasificados. Enseguida sus amigos crearon la agencia de seguridad Fidei, con oficinas en el barrio de Flores. “El nombre lo puso la hija del coronel, Marta Seineldín”, explicó el vocero del ex coronel y uno de los dueños de la empresa, Rafael Peralta, a la agencia DyN. Fidei, en latín quiere decir “de la fe”. El emblema de la agencia es una espada de un cruzado o caballero medieval.
Además de Peralta y Seineldín, el otro miembro de la empresa es Hernán Quintana. La agencia ofrece servicios de “asesoramiento integral de seguridad”, y sus integrantes aseguran ser especialistas en auditoría y consultoría en seguridad física y electrónica, análisis de riesgos, seguridad informativa, protección de la información y desarrollo de planes de contingencia y evacuación.
Para cumplir su tarea como asesor, un automóvil pasa a buscar a Seineldín por Campo de Mayo cada mañana a las 7 y lo lleva directamente a las oficinas o lo traslada a ver a algún potencial cliente. Según el régimen, debería volver antes de las 22 a la prisión militar, pero su vocero contó que varias veces acumula francos y se queda a dormir en su casa. Si el sistema parece bastante laxo, más lo será a partir de noviembre del año que viene, ya que Seineldín cumplirá 70 años y estará en condición de pedir el arresto domiciliario.
Ayer, Seineldín y su vocero almorzaron en el restaurante El Estanciero, del barrio Las Cañitas, próximo al Campo de Polo, por donde viven muchas familias de militares. Allí fue localizado por algunos cronistas que en vano intentaron sacarle alguna definición acerca del aniversario que se cumplía ayer o, aunque sea, una opinión sobre el momento del país. Pero Seineldín, que antes que saliera la resolución del Consejo Supremo que relajó sus condiciones de detención hablaba hasta por los codos y no disimulaba sus ganas de ser presidente, esta vez se pasó de discreto. Aclaró que nunca había intentado dedicarse a la política “sino que sólo la analicé”. Y luego de agradecer a los periodistas se disculpó porque tenía que irse “para seguir trabajando”.

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