EL PAíS
› NUEVA MODALIDAD PIQUETERA:
MARCHAR Y PEDIR COMIDA EN LA CAPITAL FEDERAL
Como en el Conurbano, pero con más cámaras
Los grupos que responden a Castells y al MST atravesaron ayer la ciudad por avenida Rivadavia, hasta Plaza de Mayo. En casi todos los supermercados y casa de comidas que encontraron a su paso les pidieron comida, a ser entregada en un futuro. Nunca habían pedido fuera del Conurbano.
› Por Martín Piqué
Les bastó con once kilómetros de marcha, desde Liniers hasta Plaza de Mayo, para instalar una nueva forma de protesta. Los piqueteros caminaron siete horas bajo un sol abrasador para cumplir con la “Jornada nacional contra el hambre”. Esta vez, la movilización incluyó un pedido de alimentos en casi todos los hipermercados y locales de comidas rápidas que se hallaban en el trayecto. Fue una nueva modalidad de reclamo, porque hasta ayer las marchas de desocupados que circulaban por la ciudad no se detenían en los comercios para reclamar comida. Sí lo habían hecho en el Conurbano, en reclamos aislados y con poca visibilidad. “Quince mil personas han pasado frente a negocios que tenían mercaderías en la vereda, ante miles de comerciantes, y no se tocó nada”, destacó Raúl Castells, uno de los organizadores, al finalizar la protesta.
A las cinco de la tarde, cuando terminó la jornada, los líderes piqueteros estaban exultantes porque todo había salido bien. Los miles de manifestantes se mantuvieron en orden, dentro de las columnas, y cuando la caravana se detenía ante los supermercados nadie se movía del lugar asignado. Por eso, ya en la Plaza de Mayo, los organizadores decían que habían desmentido en los hechos al ministro del Interior, Jorge Matzkin. El funcionario había dicho, unas horas antes, que los piqueteros tenían derecho a pedir alimentos, pero que eso “no tiene nada que ver con eventuales desmanes”.
“El Gobierno quiere hacer creer que un desocupado va a saquear a un comerciante. Pero hoy, de las miles de personas que se movilizaron, nadie tocó nada. Quieren meter en la sociedad que los desocupados son enemigos”, denunció Castells, del Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados (MIJD), cuando la caravana se detuvo ante la Casa Rosada. Allí los manifestantes presentaron un petitorio –que ya habían dejado en el Ministerio de Desarrollo Social– en reclamo de 500 mil kilos de comida para todos los movimientos de desocupados del país.
En la Rosada se limitaron a recibir el formulario, y los piqueteros contaban con cierta sorpresa que habían encontrado más solidaridad en los comerciantes que en el propio Estado. “Dejamos instalado que la división entre piqueteros y comerciantes es falsa. Quisieron imponerla agitando el fantasma del saqueo, pero hubo un montón de comerciantes que dejaron sus vidrieras abiertas. Y nosotros, claro, se lo agradecimos”, evaluó, ante Página/12, Gustavo Giménez, coordinador del Movimiento sin Trabajo Teresa Vive, la otra organización convocante, que está ligada al MST.
El temor de los organizadores era quedar asociados al caos, a los desmanes. En especial estaban preocupados por el clima de inestabilidad que se acrecentó a partir de las denuncias y los rumores de saqueos de la semana pasada. Por eso festejaron la presencia del titular de Fedecámaras, Rubén Manusovich, quien se subió al palco desde el que se cerró la marcha y elogió públicamente a los piqueteros. “Los saqueos que sufrieron los comerciantes el año pasado fueron preparados por grupos políticos. Un desocupado no se mete al comercio para robar”, aseguró. Pero el momento más emotivo lo aportó Tati Almeida, de Madres de Plaza de Mayo, que instó a los desocupados a “seguir la lucha” y los invitó a sumarse a la Marcha de la Resistencia (ver página 13).
Para ese entonces, pasadas las cuatro de la tarde, los piqueteros ya habían dejado petitorios en los hipermercados Coto, Norte y Disco, en dos locales de McDonald’s y Burger King y hasta en una sucursal del Banco Río que está entre Floresta y Villa Luro. Todos los comercios están ubicados sobre la avenida Rivadavia. Los formularios, que cada organización presentó por separado, solicitaban “la entrega de alimentos” pero no detallaban una cantidad determinada, como sí constaba en el papel que dejaron en el Ministerio de Desarrollo Social y en la Rosada.
Los petitorios, además, tenían el número de teléfono de un representante para que los responsables de cada empresa se comunicaran y armaran una reunión. Los dirigentes del MIJD y del Teresa Vive confiaron a Página/12que la negociación con cada supermercado depende de “la magnitud de la empresa” y que, según esa dimensión, se les solicitará “una cantidad razonable” de comida. En los diálogos con los gerentes de cada empresa, o con los empleados que enviaban a negociar, los piqueteros argumentaban que los alimentos servirían para “las copas de leche y los comedores” instalados a lo largo del país.
Otro argumento para negociar era prometer transparencia en la administración de los recursos, y en ese punto los líderes aprovechaban para criticar el clientelismo de la red asistencial del peronismo. “La ayuda a través del aparato del PJ es totalmente clientelar, hace que la comida llegue a donde no tiene que llegar. Por eso entendemos que las organizaciones de los necesitados son las únicas que han probado que pueden mitigar el hambre sin caer en la corrupción”, aseguró Giménez, del Teresa Vive, en diálogo con este diario.
Durante la marcha por la ciudad –que se extendió por once kilómetros, desde General Paz y Rivadavia hasta la Plaza de Mayo, con una desvío por 9 de Julio para protestar ante el Ministerio de Salud y Desarrollo Social–, los desocupados estuvieron acompañados por algunos asambleístas ligados a las agrupaciones convocantes, por delegados y trabajadores de la Unión Ferroviaria de Haedo –liderada por el Pollo Sobrero, delegado trotskista que fue reelecto hace menos de un mes– y por el presidente de la Federación Universitaria de Buenos Aires, Agustín Vanella.
El despliegue que puso en la calle el movimiento Teresa Vive demostró que esa organización, que fue creada hace un año –cuando las demás organizaciones piqueteras tienen al menos dos años de existencia–, está intentando consolidarse en el terreno después de unos primeros tiempos para nada fáciles. “Los del Teresa Vive están con todo porque todavía no manejan planes”, explicaron a Página/12 desde la propia marcha, cuando la movilización avanzaba a paso lento por los barrios de la ciudad. La protesta, además, tuvo un sentido federal: hubo pedidos de alimentos en Neuquén, Córdoba, Rosario, Santiago del Estero y Jujuy. En esta última provincia, la Corriente Clasista y Combativa (CCC) –que no participó en los pedidos de comida– realizó quince cortes de ruta en reclamo de planes Jefes y Jefas de Hogar.
La protesta coincidió con unas declaraciones del gobernador Felipe Solá, quien había dicho el lunes que se venía una ola de pedidos de alimento. En esa oportunidad, Solá había asegurado que durante el mes de diciembre no se producirán saqueos, como venían denunciando los propios piqueteros, que acusaron al menemismo de instigarlos. El Presidente, ayer, pronosticó que “Argentina va a tener una Navidad y prenavidad de lo más tranquila”. Castells, por su parte, insistió en que los piqueteros están en contra de los saqueos. “Nosotros siempre somos pacíficos en nuestros reclamos, lo demás depende del Gobierno”, aseguró, y responsabilizó al Estado por lo que pueda pasar.
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