EL PAíS
› ROSELLI SE NIEGA A DEJAR LA BANCA Y ARMA MINIBLOQUE
Se rompe el bloque de AyL
El movimiento que encabeza Luis Zamora vive su primera crisis seria: evaluó mal el trabajo de su segundo diputado y le pidió dejar la banca, pero Roselli contestó con fuerte críticas.
› Por Raúl Kollmann
Autodeterminación y Libertad, el movimiento que encabeza el diputado Luis Zamora, vive un fuerte choque interno que derivó en la separación del otro diputado que tiene AyL, José Roselli, que formaría un bloque unipersonal. La controversia tiene tres aspectos. La mayoría de AyL evaluó negativamente el trabajo de Roselli como diputado y le propuso que dejara la banca a otro integrante elegido por el movimiento. Roselli se negó. Quienes están cerca suyo, sobre todo ex militantes del Movimiento al Socialismo y el Partido Comunista, insistieron en que “el proyecto de movimiento quedó trunco y ahora el objetivo debe ser unir el campo popular y la lucha antiimperialista”. La mayoría de AyL rechazó estos planteos por cuanto no se busca constituir un partido tradicional de izquierda sino un movimiento. El tercer eje de la polémica es que Roselli y quienes lo rodean acusan a Zamora y su gente más cercana de ejercer excesiva influencia, lo que sería contradictorio con lo que se pregona: la formación de un movimiento horizontal, de participación igualitaria.
José Roselli llegó a la banca de forma inusual. En 2001, un grupo de gente le propuso a Zamora que vuelva a la política, ocho años después de haber dejado su banca y sobreviviendo con la venta de libros, sin cobrar la jubilación de privilegio. El movimiento Autodeterminación y Libertad se armó a las corridas, sin la expectativa de conseguir la banca para Zamora. Menos todavía entraba en los cálculos sumar los votos necesarios para una segunda. Por eso, en la lista figuraba en segundo lugar una adherente, Marta Castaño, que no quería para nada ser diputada. Después de la elección, Castaño renunció y el lugar quedó para Roselli, dirigente obrero de base de la empresa metalúrgica Purolator, que siempre se enfrentó a la conducción de Lorenzo Miguel y trabajó en su fábrica hasta el día antes de asumir.
Hace dos meses, una reunión de AyL hizo una evaluación más bien negativa de la gestión de Roselli, que habló en la Cámara una sola vez. Fundamentalmente se le cuestionó que haya firmado un proyecto en el cual se respaldó a Saúl Ubaldini para que hablara en nombre de los trabajadores argentinos en la Organización Internacional del Trabajo. Al principio, Roselli admitió la debilidad de su labor, pero cuando se le propuso una rotación en la banca, no estuvo de acuerdo.
Al mismo tiempo fue surgiendo otra polémica. Roselli y un grupo que lo apoyó insistieron en que AyL debe realizar campañas políticas con consignas precisas y constituir una organización más centralizada. La mayoría que encabeza Zamora sostuvo que ése nunca fue el objetivo del movimiento, que siempre buscó diferenciarse de la izquierda tradicional. “No constituimos AyL para que nos sigan. Nuestro objetivo es aportar a algo mayor. Cuando hay un comedor popular, nosotros sólo buscamos apoyarlo o defenderlo: nuestro objetivo no es dirigirlo o ganar su conducción”, solía decir Zamora. Ese fue también el sentido de la campaña “Que se vayan todos”, consigna que surgió de las asambleas barriales y AyL resolvió apoyar. Sintetizando las diferencias, en las últimas semanas el sector de Roselli propuso, ya en el fragor del choque, refundar otro movimiento en un congreso “para unir a todo el campo popular en políticas públicas y nacionales, de carácter antiimperialista”.
Quienes están cerca de Roselli no sólo apuntan a estas discrepancias políticas sino que ponen el acento en que Zamora y el grupo más estrecho de adherentes que lo rodea monopolizan el movimiento, lo que cuestiona su carácter democrático y sobre todo horizontal. Zamora argumenta que se han hecho plenarios muy amplios, que se rotan los cargos y que fue una reunión nacional de AyL la que le propuso a Roselli que dejara la banca. En este terreno, el metalúrgico se mantiene en sus trece e insiste en que existe un manejo unilateral de Zamora de todo el movimiento. Esta es la primera crisis seria de AyL, movimiento que no se constituyó sobre la base de una organización fuerte, sino de gente muy dispar y de origen distinto. Esa forma movimientista, tumultuosa, parece que trae implícito el peligro de polémicas, divisiones y crisis.