EL PAíS › OPINION
› Por Osvaldo Bayer
Cuando hace más de treinta años escribí mi investigación de las huelgas patagónicas, no pensé nunca que mis textos se iban a utilizar para atacar a quien luego fue presidente de la Nación, Néstor Kirchner. En mi libro La Patagonia rebelde aparece un hotelero del mismo apellido. Como fue en parte protagonista de los hechos, por supuesto lo nombré y describí su accionar. De ninguna manera esa investigación tuvo que ver con el nieto, luego presidente de la Nación, quien cuando hice la investigación era un joven desconocido y no había iniciado su carrera que lo llevaría a primer mandatario. Mi investigación histórica fue tomada, en plena campaña política de treinta años después, para atacar al nieto sobre la base de su abuelo, por la revista Noticias. Me pareció algo que antes se calificaba como un “cotorreo de comadres de barrio”, cuando por ejemplo se criticaba a un vecino porque un tío abuelo de él había tenido un hijo natural con una sirvienta.
Veo ahora que ese cotorreo se ha reiniciado aprovechando unas declaraciones de Luis D’Elía, quien habló de que el abuelo de Kirchner había sido un usurero –es decir, hizo un chiste malo para burlarse de los críticos del ex presidente– y desde esas declaraciones del señor D’Elía (quien dijo que conversó conmigo cuando en verdad nunca lo he visto personalmente ni jamás conversé alguna vez por teléfono) radios, diarios y revistas han retomado los ataques al ex presidente Kirchner a través de la figura de su abuelo poniéndome a mí como testigo. Me han llamado aquí a Alemania una docena de radios y de diarios, también de publicaciones del interior. En todos los casos he respondido que “el nieto no tiene la culpa de lo que puede haber hecho su abuelo” y que “me parecía un acto cobarde y contra toda ética” aprovecharse de ello, es decir, repito, cometer lo que antes se llamaba “un cotorreo de comadres de barrio”. Además, por supuesto, se tergiversa mi investigación. Me dio vergüenza ajena, por ejemplo, leer la que trae Perfil y especialmente el diario El Liberal, de Santiago del Estero. Quienes han escrito eso infaman la noble profesión que tendría que ser la que ejerce el periodista. No he visto nunca, en esas publicaciones, estudios de los índices de pobreza de los niños argentinos o sobre el porcentaje de desnutridos. O el porqué aumentan las villas miseria en nuestro país. No, les interesa por sobre todo qué hacía el abuelo de Kirchner hace un siglo.
La Argentina. La politiquería mezquina. La falta de grandeza. Las comadres de antes se persignan e intercambian datos sobre los vecinos. Belgrano enrolla la bandera. San Martín llega al Río de la Plata y no desembarca. Un historiador investiga qué hizo hace un siglo el abuelo del dueño de Perfil y de El Liberal. Maradona hace declaraciones.
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