Desde Cancún

La Presidenta tuvo ayer su primer diálogo con el mandatario electo de Chile, el empresario Sebastián Piñera, quien en veinte días sucederá a Michelle Bachelet en el Palacio de La Moneda. La reunión bilateral que se realizó en el Salón Alfaro Siqueiros del Hotel Grand Velas había generado bastante expectativa: CFK no ocultó demasiado su simpatía por la Concertación –la alianza de democratacristianos y socialistas– y tiene una relación personal con Michelle Bachelet. El mandatario electo de Chile, poco después de ganar las elecciones, había deslizado palabras algo críticas hacia la economía argentina. Anoche, tras finalizar la entrevista, desde la comitiva que acompaña a la Presidenta pusieron especial énfasis en destacar las coincidencias, sobre todo el compromiso de Piñera en respetar el recientemente acordado Tratado de Maipú.

Ese acuerdo, firmado entre CFK y Bachelet, prevé avanzar en la construcción de dos túneles bajo la Cordillera, dos emprendimientos de ingeniería que buscan facilitar la conectividad del Pacífico-Atlántico para incrementar el comercio entre el continente asiático, Chile y el Mercosur. “El Tratado de Maipú ha significado un salto de calidad en la relación. Este instrumento ha generado compromisos entre los dos países que debemos cumplir, como la conformación de los entes nacionales para el trasandino central y el túnel de Agua Negra”, dijo Taiana. Ayer, durante la reunión con la Presidenta, Piñera estuvo acompañado por su futuro canciller, Alfredo Moreno.

Hombre de negocios y cabal representante del poder económico del Chile pospinochetista, Piñera le preguntó a CFK por las discusiones y las tratativas que se realizaron en la última cumbre del G-20. Durante la charla, el presidente electo analizó junto con la Presidenta la evolución de la crisis económica global que estalló el año pasado en Estados Unidos. El interés de Piñera por la participación latinoamericana en el G-20 expresa una paradoja que –aunque no se haga pública en los foros internacionales– genera cierta molestia entre el establishment trasandino. A pesar de la potencia económica de Chile, del crecimiento de su PBI, Santiago no forma parte del selecto club de países latinoamericanos que están representados en el G-20: ellos son Brasil, Argentina y México.

Anoche, Taiana contó que el propio Piñera preguntó detalles de la última cumbre que se realizó en Pittsburgh. El perfil del futuro canciller chileno hace prever que el gobierno de centroderecha seguirá de cerca todo lo que suceda con el G-20. Graduado en ingeniería civil e industrial en la Universidad Católica, Moreno tiene un master en administración de la Universidad de Chicago -–cuna del pensamiento ortodoxo en materia económica– y fue elegido como uno de los cincuenta líderes más influyentes de América latina por la revista estadounidense Foreign Policy, especializada en política exterior. Durante la reunión con CFK, Piñera se comprometió a mantener el mecanismo de reuniones de gabinete binacionales que se estableció a partir de la afinidad político-ideológica entre el kirchnerismo y la Concertación. Habrá que ver si a partir de la asunción de Piñera las reuniones siguen siendo tan periódicas como hasta ahora.

Además de reunirse con Piñera, CFK entrevistó con el titular del Banco Interamericano de Desarrollo, Luis Alberto Moreno; también con la mandataria electa de Costa Rica, Laura Chinchilla. Durante el diálogo con el colombiano Moreno, la Presidenta analizó la posibilidad de que la Argentina reciba nuevas líneas de crédito del BID. La búsqueda de financiación parece haberse convertido en una de las prioridades del Gobierno, sobre todo a partir de la incertidumbre que reina en torno de la suerte del Fondo del Bicentenario. Ayer, en un informe que dio a los participantes de la cumbre, Moreno dijo que los países de América latina tendrán que empezar a pensar en qué momento y de qué forma comenzar a concluir con las políticas fiscales expansivas. Estaba hablando de un “ajuste”, aunque no haya usado esa palabra tan incómoda.