Dom 07.03.2010

EL PAíS  › UN AMIGO ITALIANO DE EDUARDO DUHALDE

Buenos muchachos

Es Nicola Di Girolamo. Acaba de renunciar a su banca de senador para evitar que lo echaran por sus lazos con la mafia calabresa.

› Por Fernando Cibeira

Reconvertido en un derechista furioso que clama por el fin de los juicios a los represores y por que el Ejército vuelva a ocupar el lugar que se merece, el ex presidente Eduardo Duhalde viajó el año pasado a Italia, donde compartió actos con sus amigos del conservadurismo berlusconiano acercados por el inefable Esteban “Cacho” Caselli, ex embajador menemista en el Vaticano, ex secretario de Culto duhaldista y hoy senador por los italianos de América del Sur. Entre esos buenos amigos italianos, Duhalde se mostró sonriente con el senador del Pueblo de la Libertad, Nicola Di Girolamo, quien la semana pasada decidió renunciar antes de que lo echaran debido a las revelaciones sobre sus lazos con la temible n’dranghetta, la mafia calabresa.

Duhalde viajó a Italia para dar conferencias sobre su visión política y mostrarse arrepentido por haber promocionado la candidatura de Néstor Kirchner. Todavía no lo decía, pero ya se le notaban sus ganas de volver a aspirar a la Presidencia y para eso nada mejor que sacar lustre de estadista exhibiéndose junto a sus contactos en la política internacional forjados en sus muchos años en la función pública.

El 24 de febrero participó de la presentación de la Fundación para los Italianos en el Mundo, realizada en el auditorium de la Conciliación de Roma, habitual sitio de conciertos sinfónicos, pero otras cuerdas se tocaron ese día. Silvio Berlusconi no pudo asistir “por compromisos de último momento”, pero Duhalde pudo disfrutar de la compañía de las autoridades de la Fundación que planteaba convertirse en “la verdadera referencia de la inmigración”: Cacho Caselli, Di Girolamo y el también senador Basilio Giordano. La organización –señala la página web de Caselli– promete ocuparse de la formación social de los emigrados “bajo la clara doctrina cristiana, en los valores divinos de lo humano y en la defensa de la vida desde la misma concepción”.

Dios –se sabe– está en todas partes y ese don de la ubicuidad parece haberse trasladado a sus fieles. Di Girolamo fue electo como representante de los italianos en Bélgica, país que, al parecer, sólo había visto de pasada. Ahora se sospecha que fueron sus amigos de la n’dranghetta quienes le habrían facilitado los documentos para que pudiera postularse. El semanario italiano L’espresso publicó la semana pasada fotos de los festejos por la victoria electoral de Di Girolamo en las que se lo ve con Franco Pugliese, capo de tutti capi de la mafia calabresa, y con Gennaro Mokbel, cerebro en las maniobras de desfalco. Y eso que, por obvias razones, son hombres que suelen esquivar las fotos.

La n’dranghetta es una organización criminal que domina desde hace años las actividades ilegales en la zona de Calabria y Nápoles. Aparentemente, los lazos de Di Girolamo también son antiguos. Hay grabaciones judiciales en las que se escucha a uno de los jefes mafiosos recordarle: “Eres mi portero, mi esclavo”. Los tentáculos de la organización se extienden por varios puntos de Europa y uno de sus negocios es mantener en condiciones de semiesclavitud a los trabajadores que andan flojos de papeles. Gracias a los “punteros” de la mafia que manejaban a esa gente a su antojo, el buen amigo de Caselli y Duhalde consiguió ser elegido senador en 2008.

La relación entre Di Girolamo y la mafia calabresa quedó al descubierto a partir de una investigación judicial sobre blanqueo de dinero y evasión fiscal a nivel internacional. La suma del desfalco ascendería a la friolera de 2200 millones de euros, y estarían implicadas empresas como Telecom, la operadora de Internet Fastweb y de software Sparkle. Con una orden de arresto encima y sin más margen de acción, Di Girolamo presentó su dimisión como senador del oficialista PDL. La Cámara alta se la aprobó el miércoles pasado por 259 votos a favor y apenas 16 en contra. Obviamente, Di Girolamo dijo que no tenía nada que ver con la mafia y que pensó que los capos con los que se fotografió eran “empresarios locales”.

Un mes después de aquel acto en Roma con Duhalde, la turbia Fundación para los Italianos en el Mundo se lanzó con un acto en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, más o menos en coincidencia con la aparición de carteles proponiendo a Cacho Caselli para la presidencia de la Nación en 2011, así como su hijo Antonio buscaba –infructuosamente– la presidencia de River Plate. Las ambiciones de los Caselli son multirrubro: también se ocupan de representar diplomáticamente a la Soberana Orden de Malta, una orden católica. Para el acto viajaron Di Girolamo y su colega, el senador napolitano Sergio De Gregorio, a quien también vinculan a la n’dranghetta. Con notable ecumenismo, en una punta de la mesa se sentó monseñor Héctor Aguer y en la otra el rabino Sergio Bergman. Aguer bendijo la ceremonia y se congratuló por los objetivos “en pos del bien común” de la fundación.

“Duhalde siempre tuvo buena relación con Caselli, pero que yo sepa hace mucho que no se ven”, se ataja Carlos Brown, titular del duhaldista Movimiento Productivo Argentino (MPA). Caselli fue secretario de Culto en la presidencia de Duhalde cuando Carlos Ruckauf era canciller. Brown explica que desde entonces Caselli es un contacto para llegar a ciertos sectores de la Iglesia y, como se ve, también de la política italiana. Brown acompañó a Duhalde en la última visita que hizo a Roma, a fin del año pasado, y asegura que en esta ocasión no se reunió con ninguno de los senadores berlusconianos-ndranghe-ttanos. Pero, a juzgar por el tono de sus últimas declaraciones, algunos tics se le pegaron.

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