Mar 09.03.2010

EL PAíS  › OPINIóN

A los senadores del G-37

› Por Matías Kulfas *

Esta columna está dirigida a los senadores nacionales que componen el G-37, el conglomerado opositor que estaría en las puertas de impedir la ratificación del nombramiento de la presidenta del Banco Central de la República Argentina. Utilizo este medio porque en los últimos días el tan mentado “diálogo” ha sido infructuoso: celulares apagados, caras de póquer, expresiones legitimantes de acciones injustificables como “a veces pagan justos por pecadores” (¡qué caro nos han costado estas expresiones en un pasado no tan lejano!). Lo cierto y concreto es que el “diálogo” fue prácticamente imposible.

Empiezo por la gravedad del hecho que se intenta realizar, esto es: que la oposición “tumbe” (éste es el término que se utiliza) a un presidente del Banco Central no es un hecho más. En las reglas de juego de la democracia es adecuado que esta opción exista, pero –sin dudas– debería justificarse en un hecho de suma gravedad. ¿Qué es lo que se está juzgando de negativo en la persona o la gestión de Mercedes Marcó del Pont? Entiendo que se deberían analizar tres preguntas. La primera es si pesan sobre ella acusaciones de corrupción, malversación de fondos públicos o incumplimiento de sus deberes. La segunda, si se considera que carece de idoneidad y experiencia de gestión. Finalmente, la tercera, si su visión de la política económica es perjudicial para el desarrollo de la Argentina.

Respecto de la primera pregunta la respuesta es clara: no pesa sobre ella denuncia o causa alguna. Se trata de una persona intachable que ha ejercido su profesión con alta calidad técnica y compromiso, sumándose a la vida pública primero como diputada nacional y luego como presidenta del Banco Nación. Su actual nombramiento en comisión en la presidencia del Banco Central ha sido puesto en tela de juicio por el cumplimiento del decreto de necesidad y urgencia dictado el pasado lunes 1° de marzo. Así es necesario repasar los argumentos que la cuestionan: se dice que cumplió “órdenes del Poder Ejecutivo” sin defender la independencia del BCRA. Pero lo que hizo el directorio del BCRA no fue otra cosa más que hacer cumplir una norma. Un DNU no es una orden del Poder Ejecutivo, es una ley. ¿Acaso alguien puede pretender que exista un criterio selectivo a la hora de aplicar las normas? ¿Puede un funcionario elegir qué normas aplica y sobre cuáles aplica la lógica del cajoneo o el ninguneo? La implementación del DNU muestra que estamos ante una funcionaria que garantiza el cumplimiento de las leyes. Ustedes, los senadores del G-37, deben estar tranquilos: las leyes que dicten serán eficazmente implementadas por esta presidenta del BCRA.

La segunda pregunta también amerita una reflexión: Mercedes Marcó del Pont no sólo tiene una trayectoria profesional intachable, de alta calidad, y comprometida con el desarrollo nacional. También ejerció con eficacia la presidencia del Banco Nación. Muchos fueron sus logros, pero hay uno que resume todos. En marzo de 2008, hace exactamente dos años, anunció la implementación de un fondo de 5000 millones de pesos para financiar inversiones y el desarrollo de más de 30.000 pymes argentinas. A fines de este mes ese fondo terminará de ejecutarse. Ustedes son hombres de la política y a lo largo de sus vidas habrán escuchado infinidad de anuncios de gestión. Una parte importante de ellos recordarán que quedaron en la nada, a diferencia de este que, por su envergadura, hizo dudar a muchos, la mayoría me animo a decir. Tres factores convergieron para que aquel anuncio no fuera uno más sino una concreción de fuerte impacto en la economía argentina, en particular para las economías regionales. El primero es la definición política: se priorizó un actor económico de alto impacto productivo, regional y en términos de empleo. El segundo es de naturaleza técnica: se instrumentaron líneas de crédito que resultaron atractivas para las pymes y, al mismo tiempo, rentables para el banco (demostrando que es falsa la idea de que prestar a las pymes da pérdidas). El tercero tiene que ver con su capacidad de gestión y la humildad para trabajar con la línea gerencial del Banco Nación, poniendo todo el “poder de fuego” de esa institución al servicio de la producción y el trabajo nacional.

Este ejemplo contribuye como disparador para hablar de la tercera pregunta. Está claro que Mercedes Marcó del Pont llegó al Banco Central con la idea de apuntalar el crédito a la producción, de hacer una política monetaria que estimule el crecimiento basado en el mercado interno y fortaleciendo capacidades exportadoras. Una política monetaria que contribuya a generar empleo genuino, a reducir la pobreza y mejorar la distribución del ingreso. No porque reciba “órdenes del Ejecutivo” sino porque es lo que siempre pensó, hizo y dijo durante toda su vida. Y porque jamás hubiera sido funcionaria de un gobierno que perjudicara a la industria nacional, tuviera políticas que propendieran al alto desempleo, la especulación financiera o el festival del endeudamiento externo.

No estamos hablando de una presidenta del Banco Central de altos gastos personales con fondos públicos, ni operaciones con bonos de resultados ruinosos para el balance de la entidad, ni liquidaciones de entidades financieras con causas judiciales escandalosas. Tampoco proviene del JP Morgan. No tengo nada contra la gente que trabaja en el JP Morgan, pero dudo de que tengan autoridad para pensar los problemas de los argentinos en situación de pobreza o de cómo desarrollar el país, del mismo modo que pienso que Mercedes Marcó del Pont no sería muy buena gestionando fondos para la especulación financiera. Señores de la Banca Morgan, no se las recomiendo, no la veo haciendo ganancias fenomenales comprando y vendiendo papelitos o cobrando jugosas comisiones para endeudar a países subdesarrollados.

En suma, señores senadores de la nación, ustedes tienen una responsabilidad y debe primar la racionalidad. Presten acuerdo al nombramiento de Mercedes Marcó del Pont. Dudo de que haya alguien que pueda aportar tanta solvencia técnica, capacidad de gestión y trayectoria intachable. Y, eso sí, si me permiten el atrevimiento: contrólenla. Revisen los gastos que hace con fondos de la entidad. Observen con regularidad las operaciones que realiza la mesa de dinero y vean si realmente favorecen a la entidad y a los objetivos de política económica. Analicen cómo supervisa a los bancos y contrasten sus actos con los de sus antecesores.

Director del Banco Nación y presidente de AEDA.

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