EL PAíS › OPINION
› Por Eduardo Sigal *
No está mal el panorama que da Alcira Argumedo (Página/12, lunes 8 de marzo) sobre las diversas posibilidades con las que cuenta el Gobierno para atender el pago de sus compromisos externos. Tampoco la afirmación del carácter ilegítimo de la deuda externa contraída por nuestro país.
El problema no está en lo que dice sino en lo que silencia. Lo primero que silencia es lo que está en discusión. ¿Conviene usar una parte pequeña de las reservas para pagar los compromisos externos? Porque convendrá la autora del comentario que todas las alternativas que propone llevarán un tiempo de tratamiento y de discusión. Convencer, por ejemplo, al PRO y a la Coalición Cívica, que son aliados de la fuerza que integra Argumedo, no será una cuestión de fácil e inmediata resolución. De manera que el tema es el uso o no uso de las reservas. Lo que equivale a discutir si el Banco Central es un instituto técnico que está por fuera de la política y del resultado de las elecciones o un instrumento del Estado democrático. O también si el sentido excluyente de las reservas es asegurar la estabilidad de la moneda, como quedó implantado en los años noventa. Si se está por una concepción del Banco Central al servicio de un proyecto de desarrollo, la utilización de las reservas puede no ser el único camino, pero es un camino válido para afrontar vencimientos de la deuda sin afectar el empleo, el salario y la producción.
Otro silencio llamativo de la nota es que el Gobierno que hace la propuesta es el que llevó a cabo la más digna renegociación de la deuda en toda nuestra historia y alcanzó una quita superior al 70 por ciento. Compartimos la valoración de la política del gobierno popular ecuatoriano y de Brasil, pero el comportamiento argentino de los últimos años no puede equipararse con el que tuvo Menem y el que tuvo la Alianza. Y debe decirse que esa quita se hizo enfrentando agudas críticas de muchos de quienes hoy comparten la mesa de acuerdos con el partido de Argumedo.
El más llamativo de los silencios de la nota de referencia es el que concierne a las condiciones políticas para llevar a cabo el audaz programa de recorte de la renta minera y las ganancias patronales que propone. Hasta ahora, los frutos que está dando la alianza que su espacio integra con el Grupo A son bien diferentes. Lo que está ocurriendo es la cesión de la presidencia de comisiones decisivas de ambas cámaras a personeros de las grandes corporaciones empresarias del agro y a figuras emblemáticas del conservadurismo católico. ¿Es de la mano del Grupo A como prevé Proyecto Sur abrir paso a su programa transformador?
* Presidente del Frente Grande.
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