EL PAíS › EN SU VISITA A PERú, CRISTINA KIRCHNER PIDIó DISCULPAS POR LA VENTA DE ARMAS A ECUADOR
Hacía dieciséis años que un presidente argentino no realizaba una visita oficial a Lima. Cristina Kirchner hizo referencia a “los enojosos episodios” que empañaron el vínculo bilateral. Mantuvo un encuentro con Alan García y firmaron acuerdos.
› Por Nora Veiras
La salva de veintiún cañonazos de los Húsares de Junín desplegados en la plaza central de Lima. Las fachadas coloniales del Arzobispado y la Catedral junto al Palacio de Gobierno. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner esperaba al final de la alfombra roja por el anfitrión: su par peruano, Alan García. La escena obligaba casi a un mensaje trascendente. Más de una hora y media de diálogo cara a cara maceró las palabras adecuadas. “Siento que esta visita, después de dieciséis años, es una visita de desagravio institucional y de reparación histórica. Venimos a superar enojosos y viejos episodios que no vale la pena mencionar, pero que hirieron a los peruanos”, dijo CFK. Minutos antes, García había dado pie a la fórmula diplomática de las disculpas por el tráfico de armas a Ecuador durante el gobierno de Carlos Menem. Este encuentro le pone “el punto final a un enojoso incidente que jamás debió ocurrir, pero que no media en la historia y en la cercanía de las relaciones entre ambos países”, abrió el juego García.
“¿Va a pedir perdón?”, preguntaban ansiosos los periodistas al canciller Jorge Taiana antes de la largada de reuniones oficiales. “A mí me gusta más disculpas”, concedía sin precisar el ministro. La palabra elegida fue “desagravio” y la fórmula evitó nombrar el episodio. En Buenos Aires se está desarrollando el juicio oral y público por la venta ilegal de armas autorizada por un decreto secreto de Menem que triangulaba el tráfico desde Panamá mientras Ecuador estaba en guerra con Perú por la Cordillera del Cóndor y Argentina era uno de los garantes de paz entre ambos países. Un escándalo sin parangón por el que estuvieron presos en 2001 el propio Menem, Domingo Cavallo, Martín Balza y Emir Yoma, entre otros. La prensa peruana estaba expectante por el mensaje argentino y ayer se mostraba satisfecha por el discurso oficial.
Cerca de los 60 años, García hace rato que abandonó la figura atlética de su visita a Buenos Aires durante el gobierno de Raúl Alfonsín, pero le queda la elocuencia para desplegar recuerdos y preocupaciones. Durante el encuentro privado, los dos mandatarios repitieron las mismas ideas en torno del tráfico de armas. García manifestó ciertos temores por las expresiones del venezolano Hugo Chávez y del boliviano Evo Morales y auspició una especie de gestión de buenos oficios de la Argentina para enmarcar esas relaciones. El presidente peruano insistió con una idea que lanzó al poco de asumir su segundo mandato en 2006: la necesidad de evitar una carrera armamentista en la región, teniendo en cuenta que los recursos económicos hoy se necesitan para paliar el hambre y la desigualdad.
Parada en el Salón Dorado del Palacio de Gobierno, Cristina Kirchner acordó en “no incentivar la carrera armamentista porque tenemos demasiados pobres en la región. Tenemos que aunar esfuerzos aun con quienes tenemos diferentes ideas. Esas diferencias no pueden impedir profundizar una unidad que es la que permitirá la liberación del yugo que hoy tenemos: el de la pobreza, el de la inequidad. El combate hoy debe ser no con armas, sino contra la desigualdad. Convocar a empresarios, a trabajadores, a universitarios para entrecruzar fuerza social. La paz se garantiza con mayor equidad social, mejor distribución del ingreso”.
Perú mantiene un conflicto limítrofe con Chile y está a la espera del fallo del Tribunal de Justicia de La Haya. La compra de armas por parte del gobierno chileno es un tema de permanente debate en Perú.
A partir de un acuerdo estratégico suscripto por los cancilleres Taiana y Víctor André Belaunde, los ministros de Trabajo, de Industria, de Ciencia, junto a sus contrapartes peruanas y los rectores de las universidades de La Plata y de San Marcos firmaron convenios de cooperación en distintas áreas. Desde la cartera de Trabajo, Carlos Tomada redondeó las negociaciones en seguridad social para que a los trabajadores de ambos países se les reconozcan los aportes previsionales. En la Argentina están radicados alrededor de 200 mil peruanos y durante el gobierno de Néstor Kirchner comenzó el plan de regularización migratoria “Patria Grande”, que permitió la normalización documental de alrededor de 150 mil.
Carpetas de cuero rojo guardaron los textos de los convenios que empezaron a firmarse después de los discursos presidenciales. “Perú siempre ha tenido la actitud de un amigo leal que jamás, jamás, dio la espalda a la Argentina. Cuando llegó el momento de respaldar el justísimo reclamo soberano en Malvinas, pusimos todo”, recordó García, y la Presidenta completó: “El pueblo peruano, en un gesto único en América latina, puso a disposición aviones, pilotos, misiles para rechazar ese enclave colonial que nos avergüenza”. El apoyo peruano durante la guerra con Gran Bretaña hizo, en su momento, más incomprensible la venta ilegal de armas a Ecuador mientras estaban embarcados en una contienda limítrofe. Un funcionario ironizó: “En realidad, como se vendió material de rezago, ni las balas servían, fue una forma de evitar que sufrieran un mayor poder de fuego”.
García recordó a Hipólito Yrigoyen, a Juan Domingo Perón y, por supuesto, todos a San Martín en el año del Bicentenario de la Independencia. Atrás quedaron los resquemores, y la ceremonia oficial terminó con una sorpresa: entraron los mozos y rápidamente se armaron arremolinamientos en torno de las bandejas con pisco sour y chicha de jova. A la noche seguirían otros brindis en la cena de gala después de que García condecorara a la Presidenta con el Gran Collar de la orden “El Sol del Perú”.
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