EL PAíS › CRISIS EN EL CENTRO DE CAPACITACIóN DOCENTE DE LA CIUDAD
Los docentes que cursan posgrados en el CEPA comenzaron las clases un mes después de lo previsto y denuncian al gobierno porteño por el cierre de cursos y la flexibilización de los profesores.
› Por Laura Vales
La semana pasada, un mes más tarde de lo previsto, Paula Piñeiro logró tomar la primera clase del año de su postítulo en literatura infantil. Como maestra de la Ciudad de Buenos Aires cursa en el CEPA –la escuela porteña de capacitación docente– la carrera de posgrado destinada a completar su formación. Pero tras empezar accidentadamente las clases, nada garantiza que podrá terminarlas. Por efecto de la tijera que la gestión macrista está aplicando sobre la educación pública, la escuela de capacitación –la única estatal y gratuita de la ciudad– atraviesa hoy su momento más crítico, con cierres de cursos y profesores hiperflexibilizados, que dan clases este mes sin saber si al siguiente van a seguir estando.
Las dificultades por las que pasa la escuela se hicieron visibles en el inicio del ciclo lectivo 2010, cuando 400 alumnos de los postítulos de historia latinoamericana y literatura infantil se encontraron que el colegio donde debían cursar tenía sus puertas cerradas. “Las clases iban a empezar el 6 de marzo, en el edificio del colegio Bernasconi. Unos días antes nos mandaron un mail diciendo que habían tenido inconvenientes con la sede, y que íbamos a cursar en el Huergo, un colegio industrial de Caballito. Fuimos, pero lo encontramos cerrado: nos quedamos afuera, sin poder entrar, 300 y pico de personas esperando que alguien nos abriera, y los profesores en la misma situación, sin saber qué estaba pasando”, recuerda Piñeiro. Cuenta también que los postítulos se dictan los sábados, a jornada completa, en encuentros que se realizan cada quince días. El sábado de la segunda clase la situación se repitió. Frustrados por segunda vez, profesores y alumnos organizaron una clase pública en la calle y otras protestas, con lo que consiguieron que comenzaran las clases, aunque un mes después.
“Los posgrados, salvo en el CEPA, son pagos y son caros. El CEPA es una escuela muy reconocida, pero el vaciamiento que está sufriendo es a todo nivel: no renuevan contratos a los profesores, redujeron el personal de limpieza y de bedelía, y también los técnicos. En las clases se utiliza un cañón de proyección, pero dejaron a una sola persona que debe ocuparse de las necesidades de cinco postítulos... Hay que tener mucho espíritu para seguir cursando si vas y encontrás la puerta cerrada, dos veces, y cuando por fin lográs cursar te topás con todo tipo de inconvenientes. Pero entre los docentes hay una lucha para recuperar lo público”, asegura Piñeiro.
Los docentes cuestionan la gestión de Dafne Vilas, coordinadora del CEPA, quien como todo antecedente académico para dirigir esta escuela, considerada como la institución más prestigiosa de capacitación en la ciudad, tiene en su haber ser maestra jardinera y ex bailarina del Teatro Colón. La coordinadora fue nombrada por el anterior ministro de Educación porteño, Mariano Narodowski, pero siguió en el cargo tras la asunción de Esteban Bullrich.
Juan Groisman, docente y delegado de la escuela, cuenta que “el 95 por ciento de los trabajadores del CEPA está bajo un régimen de precarización laboral, con contratos. Esta situación se arrastra de gestiones anteriores, pero se agravó con Macri. Antes, los contratos iban de marzo a diciembre, y ahora a algunos profesores les han hecho contratos del 31 de marzo al 31 de julio; en caso de que todo vaya ‘bien’ te hacen otro de agosto a diciembre, y se ahorran pagar vacaciones. Esto se ha convertido en el centro de uno de los modos de accionar del macrismo, que frente a cualquier cosa que le moleste no te renueva el contrato. Históricamente, en el CEPA se renovaban los contratos, incluso la práctica era seguir trabajando aunque al contrato lo firmaras cinco o seis días después de empezar a trabajar: nuestro problema era que demoraban en pagar. Pero hoy, el problema es que frente a cualquier participación en asamblea, o comentario a los alumnos, o cosa que no le guste al macrismo te quedás sin contrato o te amenazan con que te vas a quedar sin contrato. El problema es la precariedad laboral, ahora usada en su sentido más perverso”.
Otro tema denunciado por los profesores es el cierre de cursos. En 2009, la coordinadora Vilas cerró más de treinta cursos. “Muchos eran sobre historia reciente, como temas vinculados con la dictadura, que el macrismo no quiere que se den. Argumentaron que los cursos se cerraron por falta de interés de los docentes, pero era falso. Al terminar cada curso se hace una encuesta, y los resultados mostraban que tenían alta aceptación”, señala Esteban Sueyro, del gremio UTE. Un mecanismo especialmente perverso puesto en marcha para cerrar cursos, agregó el docente, es el que consiste en dejar de darles difusión. “Antes se enviaban cartillas a las escuelas, ahora las redujeron y mandan la información por Internet, que no tiene la misma llegada. Como mucha gente no sabe de la existencia de tal o cual curso, no se inscribe. Con menos de quince alumnos, el curso se cierra”.
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