“No caigamos en la provocación a la que estamos sometidos. Nos quieren provocar para cambiar el escenario político argentino.” El discurso de Néstor Kirchner en el salón Felipe Vallese comenzó y terminó con la misma exhortación. Ante el resto de las autoridades partidarias del PJ, en el primer piso que suele utilizar el consejo directivo de la CGT, Kirchner eligió abrir y cerrar su exposición con una advertencia a sus propios simpatizantes. “No nos dejemos provocar”, advirtió. Poco antes había subrayado que a él le gustaba decir “las cosas por su nombre para que no hubiera confusión”. Esa aclaración se había completado con la denuncia de un adversario muy conocido: “La primera fuerza de la oposición es la concentración mediática, cuya columna vertebral es el diario Clarín, cuyo mentor ideológico es el señor Magnetto. Y nuestro Gobierno está sometido a un verdadero ataque mediático.” Al insistente pedido de evitar las provocaciones le siguió un elogio a la declaración de inconstitucionalidad del indulto a José Alfredo Martínez de Hoz. Kirchner completó su intervención con un fuerte cuestionamiento a la labor de los bloques opositores en el Congreso, un ámbito en el que por otra parte él mismo apenas transitó y del que está muy cerca de alejarse.

La llegada de Kirchner a la CGT tuvo una significación histórica para el sindicalismo alineado con Hugo Moyano. Era la primera vez que la plana mayor del PJ se congregaba en el edificio de Azopardo al 800. Vivado con gritos de “Hugoo, Hugooo” como corresponde al anfitrión, Moyano devolvió gentilezas con una ratificación del compromiso. “Los trabajadores reconocemos y devolvemos con lealtad a quienes nos han devuelto la dignidad. Por eso esta lealtad que vamos a demostrar en todo momento al gobierno de Cristina Kirchner”, dijo Moyano a modo de presentación. A su lado lo flanqueaban los otros vices del PJ: los gobernadores Daniel Scioli y Sergio Urribarri y la senadora Beatriz Rojkés. En la fila de atrás se habían ubicado los miembros del consejo directivo de la CGT: Julio Piumato, Omar Plaini, Amadeo Genta, Héctor Recalde, Juan Carlos Schmid, Víctor Santa María. “Para nosotros la esencia del peronismo son los trabajadores”, subrayó Moyano antes de pasar el micrófono al santacruceño.

Kirchner comenzó su exposición con un reconocimiento al rol del movimiento obrero en la resistencia a la dictadura. Recordó que un 27 de abril, en 1979, la CGT había realizado su primer paro general en repudio a la dictadura iniciada por Videla. Luego destacó la coincidencia de que justo el mismo día, pero muchos años después, la Corte Suprema declarara la inconstitucionalidad del indulto que en su momento había favorecido a Martínez de Hoz. Antes de bajar al primer piso, Kirchner había participado de una reunión en el cuarto piso. Allí se habló una hora sobre una eventual modificación del reparto de los fondos coparticipables. El santacruceño analizó la posibilidad de usar reservas para refinanciar deudas de las provincias con gobernadores, senadores y diputados que forman parte del consejo del PJ: el tema se había discutido en la Casa de la Provincia de Salta. En esa reunión se esperaba la presencia de Kirchner, pero el titular del PJ primero se demoró y luego terminó ausentándose.

En el cuarto piso de la CGT, Capitanich hizo un informe de lo que se había conversado en la comisión especial sobre coparticipación que había sesionado en la Casa de Salta. Luego intervino Moyano; dijo que la CGT exigiría que los trabajadores ganaran al menos el monto correspondiente al salario mínimo en todas las provincias del país. Cuando terminó esa reunión, las autoridades del PJ bajaron al primer piso y se ubicaron en la cabecera del salón Felipe Vallese. Entonces llegó el turno del discurso de Kirchner. Tras varias semanas de silencio, el titular del PJ abandonó el bajo perfil con una exposición con aire de campaña. Kirchner dijo que la Argentina se había acostumbrado a que los votantes eligieran un presidente y que luego gobernaran las corporaciones. “Eso cambió hasta 2011 y se va a mantener después de 2011, cuando vayamos a triunfar”, pronosticó.

Kirchner volvió a mostrar un tono de optimista arenga respecto de las perspectivas electorales cuando se refirió a la “profundización del modelo”. “Una de las grandes banderas que tenemos los argentinos es avanzar hacia la distribución del producto en un fifty-fifty, cincuenta y cincuenta, como corresponde. Y es lo que pensamos hacer a partir del 2011”, dijo. El auditorio, entre los que se codeaban dirigentes sindicales, funcionarios y militantes con remeras de la Juventud Sindical que encabeza Facundo Moyano, festejó con un aplauso. Como en otras oportunidades, el titular del PJ mostró un cuidado especial por mencionar las palabras “errores”, “equivocaciones” y “autocrítica”. “Tenemos que tener capacidad de autocrítica y ser capaces de corregir los errores que se pudieran haber cometido”, subrayó. A juzgar por los rostros que lo rodeaban, ese reconocimiento de los yerros propios cayó muy bien.

Pero Kirchner también dedicó un párrafo bastante largo, y que seguramente molestará a los principales dirigentes opositores, a cuestionar la acción de los referentes parlamentarios de la oposición en el Congreso. “Hoy vemos discutir en el Congreso temas que nadie sabe que están discutiendo. Yo formo parte de este Parlamento pero la verdad es que me da pena lo que está pasando. Porque espacios antagónicos en lo ideológico se juntaron para construir una máquina de impedir”, cargó.