EL PAíS › OPINION
La discusión consabida, mezclada con el voto a conciencia. Una escisión en el grupo “A”. Movida de la Iglesia contra el matrimonio gay, un diputado que pide más presión corporativa. La ley de medios llega a la Corte. Cobos, un mal día en el Tribunal. Un apunte sobre el parlamentarismo.
› Por Mario Wainfeld
Los escándalos semanales tras las sesiones en el Congreso han devenido costumbre. Esta vez, le tocó a Diputados, añadiendo una innovación, dentro del esquema general. La apodada ley de matrimonio gay, como es regla en esos asuntos, es votada “a conciencia” (sin sumisión a la disciplina de bloque), reconfigurando el mapa de adhesiones y rechazos. Los socialistas y los bloques de centroizquierda, sin fisuras, avalan la iniciativa. En espejo, el PRO (con una sola excepción) se opone fervorosamente. El Frente para la Victoria (FpV) impulsa la norma pero no encolumna a todos sus integrantes, aunque sí a la mayor parte. En el radicalismo, prima la objeción con nutridas excepciones. En la Coalición Cívica hay impulsores convencidos en tanto la líder de la fuerza, Elisa Carrió, y Alfonso Prat Gay están en contra. El peronismo federal mayormente objeta, en parte por su sesgo derechoso y en parte por calcular que la aprobación de la reforma del Código Civil sería un gol del oficialismo.
La agenda del miércoles incluía el debate sobre la pertinencia de tratar la reforma a la ley de cheque, validada por una mayoría cuestionada en el Senado. En el recinto, el orden de los ítems a tratar altera el producto. El arco opositor impuso que la ley de cheque se abordaría en primer lugar. El grupo “A”, cómoda mayoría, no juntó quórum porque unos cuantos diputados querían frenar el matrimonio entre homosexuales. El oficialismo replicó con su habitual reflejo condicionado: demorar la ley de cheque sin entrar al recinto. El peronista federal Felipe Solá y la cívica Patricia Bullrich (tal para cual) pidieron con presteza que se levantara la sesión, cuando había diputados rondando el recinto. El presidente del cuerpo, Eduardo Fellner, no se hizo rogar, conjugando los intereses contingentes de los reclamantes con el del bloque del FpV. Por una vez, hubo críticas internas a su presidente Agustín Rossi entre los compañeros de su bancada más interesados en garantizar el tratamiento.
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Y se armó la discusión: La discusión detonó pronto, con las consabidas acusaciones cruzadas. En la volteada cayó el bloque de Martín Sabbatella, que se durmió y no estaba cuando se levantó la sesión. Dada su magnitud, cinco diputados, y la poca precisión sobre el número de asistentes es dudoso que hayan sido determinantes pero la ocasión fue aprovechada por sus adversarios de derecha y por sus competidores por el espacio de centroizquierda. Les imputaron haber pactado la ausencia con el oficialismo. La explicación de Sabbatella y Vilma Ibarra, que lo niegan pero sí asumen haberse distraído e ignorar lo que pasó, es creíble a la luz de su trayectoria y de su compromiso con la reforma en danza. Pero su defensa reveló un flanco débil, que es bajar la guardia en una situación que exige estar en alerta permanente.
Los organismos que promueven la medida y los conocen bien no les formularon reproches. Rezongaron en voz baja porque un proyecto de enorme relevancia social quedó envuelto en el juego parlamentario rutinario. A los ojos del cronista, tienen razón. La entidad de la cuestión quedó desmerecida por el rol playing habitual. Las características de la próxima sesión y su temario son de difícil predicción: hay una nube de propuestas en debate.
Una novedad interesante alumbró la semana, acentuada el miércoles, pero macerada desde antes. El socialismo, el GEN de Margarita Stolbizer y Proyecto Sur anunciaron que trabajarán en interbloque, con mayor autonomía respecto del grupo “A”. Habrá que medir el alcance y la perduración de la novedad. Si cuaja, podría alterar las relaciones de fuerza y le daría al sector perspectivas de incidir a favor de una agenda progresista, menos apegada a sus aliados radicales o de centroderecha. Si lo hicieran, interpelarían a la fuerza de Sabbatella (con quien se llevan pésimo por evidentes motivos de competencia interna) y forzarían al oficialismo a afinar su puntería.
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Reto a la vanguardia: Las polémicas sobre el procedimiento son más ruidosas que las referidas al fondo de la ley, toda una referencia acerca del cuadro parlamentario y de la evolución de la sociedad civil. De cualquier modo, las corporaciones religiosas están vigiles y activas.
El obispo auxiliar platense, Antonio Marino (mano derecha de Héctor Aguer) se reunió con dos senadores y 19 diputados en el edificio de la Conferencia Episcopal Argentina. La mayoría de los asistentes eran peronistas federales (entre ellos los dos senadores, Hilda González de Duhalde y Juan Carlos Romero), también estuvieron Gabriela Michetti y Prat Gay. Hubo profesión de fe discriminatoria y alusiones al tono sobre las reglas “naturales” del matrimonio que son, en verdad, construcciones sociales o religiosas. “Chiche” Duhalde hizo punta en ese camino.
En un momento interesante del diálogo, el justicialista Juan José Alvarez se quejó ante el obispo de la falta de pressing ejercido por la jerarquía y de lo tardío de sus movimientos. Un signo de la etapa, los representantes de fuerzas populares pidiéndole línea e intervención a las corporaciones a las que reconocen el rol de vanguardia.
Otras congregaciones religiosas, protestantes, procuraron hacer fuerza. La diputada fundamentalista Cynthia Hotton (PRO en tránsito hacia el cobismo) anunció una movilización de miles de personas en la Plaza del Congreso. Dicen que la fe mueve montañas, esta vez alteró guarismos: donde se profetizaron varios miles, se congregaron pocos cientos. De cualquier manera, la presencia religiosa no se calibra en masividad sino en otros resortes de poder, una circunstancia que deberán calibrar los que alientan la igualdad para contraer matrimonio.
Los trogloditas acechan, dentro y fuera del Honorable Congreso. Una muestra interna la dio el presidente del bloque radical, Oscar Aguad, quien mocionó impedir el acceso de las organizaciones sociales del movimiento gay a las galerías cuando se trate el proyecto. Al cordobés sus pares lo apodan “el milico”, sin mayor imaginación pero con certeza.
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Ya que de corporaciones hablamos: El recurso presentado contra la suspensión de la vigencia de la ley de medios llegará a la Corte Suprema. La Cámara de Apelaciones mendocina concedió el recurso extraordinario contra la medida, instada por el diputado federal Enrique Thomas. La suspensión es un papelón en términos jurídicos. Thomas llevó la causa a su provincia, a un tribunal incompetente pero amigo del Grupo Vila-Manzano, un ejemplo burdo de forum shopping. El diputado es servil a los intereses de los grandes medios pero, a la luz de las reglas procesales, eso no le da legitimidad para reclamar, que sólo concierne a afectados directos. Para colmo, el control de constitucionalidad puede requerirse ante cualquier tribunal pero el sistema (“promiscuo”, en jerga) tiene un balance: la sentencia sólo vale para el caso concreto y en la medida de los intereses del peticionante. Frenar toda la ley por pedido de quien no tiene interés propio alguno es exorbitante.
El caso, sencillo desde el ángulo legal pero pesado por los intereses que afecta, pondrá a prueba la entereza de la Corte Suprema. Según los manuales de Derecho, la resolución es evidente. Pero otros factores juegan en estas partidas.
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No apelaré lo inapelable: La Cámara respectiva desestimó la apelación del vicepresidente Julio Cobos contra el fallo que lo compelía a retractar la composición de la Comisión Bicameral. Cobos anunció que no apelará la sentencia, lo que es redundante porque no tiene cómo apelarla. En verdad, perdió la apelación y sólo le quedaba un quimérico recurso extraordinario ante la Corte Suprema. Seguramente sus asesores lo informaron mal o acaso quiso demostrar que tenía un recurso más para disimular una derrota, francamente módica. Pero para los protagonistas del Congreso, ganar o perder es más acuciante que para el Inter de Milán. Y así juegan, sin gracia, sólo en pos de un resultado. De cualquier modo, es un nuevo revés para el vicepresidente que, enmarañado en la brega parlamentaria, deteriora su imagen y se desdibuja. Su correligionario y comprovinciano, el senador Ernesto Sanz, elige un rumbo diferente: abrirse delicadamente del abrumador día a día del Congreso y construir una candidatura alternativa, tratando de revitalizar al Partido Radical. Cobos lo escruta de reojo y nadie dice nada, por ahora.
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Kirchner, de local: El diputado Néstor Kirchner se reunió con su bloque de Diputados y algunos aliados. Habló con ellos, les “bajó línea”, hizo un cuadro de situación, contestó preguntas. Según varios asistentes los núcleos de su exposición fueron dos: el peso del conflicto con el Grupo Clarín y la enumeración de cifras que dan cuenta de la buena situación económica. En ese orden.
El ex presidente definió a la oposición como “un grupo heterogéneo conducido por Héctor Magnetto”. Y exaltó el crecimiento del PBI, la relación deuda externa-producto, las consecuencias de la asignación universal por hijo. Auguró que, buena negociación mediante, a partir de 2011 deberán pagarse alrededor de cinco mil millones de dólares de deuda externa al año. Y que el Presupuesto de ese año estará signado por el apotegma de Perón: el fifty-fifty entre los trabajadores y el capital.
Más allá de esas utopías el encuentro, comentan los confidentes, infundió pilas al conjunto. “Hay compañeros que recién entran que nunca lo vieron de cerca ni hablaron con él. Tenerlo a mano, dialogar, los fortalece. Nos hace falta cuando no ganamos votaciones todos los días. O no ganamos...”, describe y sincera una voz veterana del bloque.
De Unasur o de las candidaturas presidenciales, aseguran, nada se dijo, aunque en la semana que empieza mañana se esperan novedades.
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Parlamentarismos: Un Congreso trabado, eso es lo que se votó aunque seguramente primó la intención de castigar o restringir al oficialismo. La resultante está a la vista y es difícil de manejar para todos. Hay falta de adecuación al nuevo escenario, vetos cruzados, uso táctico del quórum. Son herramientas lícitas que pueden ser leídas de modo crítico por la ciudadanía.
El presidencialismo con minoría en el Congreso se las trae. Entre tanto, el más sólido sistema parlamentario del mundo, el inglés se asoma a la posibilidad de tener un Parlamento sin mayoría oficial. Sería la primera vez desde 1974 y se abren dudas sobre la estabilidad del consiguiente gobierno. Cuando se fantasea sobre las virtudes de un Congreso dividido no se repara tanto en esos ejemplos comparados. Es recomendable pegarles un vistazo, mientras se espera la próxima batahola doméstica. Un consejo: lector, hágalo con interés pero sin angustiarse ni indignarse aunque los tremendistas lo inciten.
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