EL PAíS › EL EDIFICIO DE LIBEDINSKY
› Por Eduardo Videla
El edificio diseñado por Carlos Libedinsky es uno de los más nuevos de la lista de cien que la ex diputada Teresa de Anchorena (Coalición Cívica) propuso para ser catalogados, con fines de protección, por su valor patrimonial. Todos están incluidos dentro de la corriente de la Arquitectura Moderna en la Argentina.
Entre las construcciones propuestas se encuentran el edificio del Teatro Gran Rex, el complejo Catalinas Sur, el edificio de la ex Entel (Corrientes y Maipú), el Teatro General San Martín, el edificio YPF (Diagonal Norte al 700), los hospitales Fernández, Durand, Churruca y Lagleyze; la maternidad Sardá, el ex Mercado del Plata, el ex Ministerio de Obras Públicas (hoy sede del Ministerio de Salud); el puente peatonal de la Facultad de Derecho, el Teatro Presidente Alvear y el edificio de Radio el Mundo, en Maipú 555. De acuerdo con el proyecto, son todas obras “inspiradas por el Movimiento Moderno originado en Europa a principios del siglo XX”, una corriente que fue recibida con entusiasmo en Buenos Aires en las primeras décadas del siglo pasado”.
El origen de la Arquitectura Moderna se sitúa en la Europa de la primera posguerra, como el eco de las experiencias desarrolladas poco antes en el medio oeste norteamericano por la denominada Escuela de Chicago. “En este contexto, la arquitectura debió afrontar las nuevas exigencias socioeconómicas de la sociedad industrial por medio de la inserción de políticas de edificación y urbanismo, basadas en una nueva concepción del espacio, tanto urbano como de la vivienda”, dice De Anchorena.
Agrega que, por su parte, la Arquitectura Moderna argentina involucró “un conjunto heterogéneo de modelos, construcciones, teorías, prácticas y actores del proceso edilicio; por ese motivo tiene orígenes difíciles de precisar y límites disciplinarios amplios”. Los edificios porteños incluidos en esta corriente fueron proyectados y construidos entre 1930 y 1980.
“Los orígenes autóctonos de la austera Arquitectura Moderna argentina pueden encontrarse en la tradición de la arquitectura colonial, redescubierta poco antes por arquitectos como Angel Guido, Martín Noel o los hermanos Vilar, o en el clasicismo tardío y adusto de Alejandro Bustillo” –puntualiza el proyecto–. A partir de la década del 30, “la ciudad de Buenos Aires fue objeto de la modernización producida por la concentración de la población metropolitana y la expansión industrial”.
En 1944 se sancionó el nuevo Código de Edificación y, en 1948, la Ley de Propiedad Horizontal. A partir de entonces, “se recurrió a la racionalización rigurosa de las formas arquitectónicas y a una producción sistemática e industrializada de los bienes de consumo cotidianos, partiendo de formas puras, despojadas de ornamentación e incorporándose nuevas técnicas y principios compositivos”.
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