EL PAíS › EL ESCENARIO EN LA CáMARA ALTA TRAS LAS DISPUTAS POR EL QUóRUM
Después de las diferencias que impedían sesionar a comienzos del período ordinario, senadores oficialistas y opositores, con paridad de fuerzas, comenzaron a trabajar a partir de alianzas coyunturales en torno de proyectos concretos.
› Por Sebastian Abrevaya
A pesar de los pronósticos apocalípticos, un par de meses después de la fecha de inicio de las sesiones ordinarias, las dos cámaras del Congreso comenzaron a funcionar, con matices y tropiezos, pero con una tendencia a la normalización. El Senado, el cuerpo con mayores dificultades dada la paridad de fuerzas, finalmente dejó atrás el agonizante conflicto por el quórum y trasladó la puja política al debate y el armado de alianzas coyunturales en torno de proyectos concretos como la coparticipación del impuesto al cheque, la ley de uso de reservas o el rechazo del decreto del Fondo de Desendeudamiento (ver página 2). En ese contexto, y más allá de algún episodio puntual, el escenario político de la Cámara Alta comienza a mostrar cierta estabilidad, que no implica la superioridad a priori de ninguno de los dos sectores.
Los 37 senadores del conglomerado opositor tienen una leve superioridad en términos numéricos que se ve diluida por las diferencias ideológicas y, sobre todo, por los conflictos de intereses de cara a las presidenciales de 2011. El oficialismo, con 32 senadores y tres aliados, aprovecha la heterogeneidad del arco anti K y apuesta al apoyo aleatorio de cinco senadores clave: los pampeanos Carlos Verna y María Higonet, el ex presidente Carlos Menem, la ex reutemannista Roxana Latorre y la rionegrina María José Bongiorno. Del lado que comanda Miguel Pichetto, en cambio, el misionero Luis Viana, la formoseña Adriana Bortolozzi, el chubutense Marcelo Guinle y el jujeño Guillermo Jenefes son los eslabones más delicados del oficialismo, que cada semana tiene que verificar su alineamiento antes de enfrentar una sesión.
La fogoneada “clausura” del Senado nunca se concretó, en parte porque el oficialismo sabía que la estrategia de retacear el quórum era de corto plazo y en parte porque Bortolozzi sorprendió a propios y ajenos sentándose en su banca y desobedeciendo el alineamiento del Frente para la Victoria. Superada esa etapa, aunque pueda volver a producirse algún inconveniente para sesionar en casos puntuales, el Senado arrancó ahora con un nuevo escenario, signado por la paridad de fuerzas y la consecuente incertidumbre en cuanto al resultado de cada votación.
En el oficialismo no hay nadie que reconozca la existencia de un acuerdo con Carlos Menem. Sin embargo, el ex presidente actuó –por acción u omisión– a favor del kirchnerismo en las ocasiones determinantes, salvo en el reparto de las comisiones, cuando votó con la oposición a cambio de lugares en las más importantes. En este contexto, los kirchneristas no quieren contarlo públicamente como un voto propio, pero los opositores ya dejaron de contarlo como parte del Grupo A.
Sin el ex presidente, el porotómetro se coloca 35 a 36 a favor de la oposición. Es entonces que los dos votos de Verna e Higonet se volvieron decisivos. El senador pampeano, ex gobernador y ex presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda del Senado, es conocido en los pasillos parlamentarios como “el aceitoso”. A modo de ejemplo, hasta último momento hizo sufrir al kirchnerismo por su resistencia a firmar el dictamen de su propio proyecto, lo que habilitaba el tratamiento en el recinto de la propuesta sobre el uso de reservas para pagar deuda.
Conscientes de esa paridad, varios senadores hacen valer su voto como desequilibrante a favor de uno u otro bando. Las senadoras Latorre y Bongiorno, si bien están fuera del oficialismo, no profesan el antikirchnerismo rabioso de otros opositores. Lo demostraron al avalar el pliego de la titular del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont.
“Ya sea por ausencia, abstención o, en el mejor de los casos, su voto a favor, esos cinco senadores terminaron fortaleciendo las iniciativas del kirchnerismo en el Senado”, resumió una fuente parlamentaria.
Así como en el conflicto por el quórum todos los senadores sufrieron la presión de sus provincias, en el Senado el FpV siente temblar su bloque cuando la oposición pone en juego alguna carta que afecta a los legisladores en su pago chico. La modificación del impuesto al cheque puso en evidencia que al menos Luis Viana, Marcelo Guinle, Adriana Bortolozzi y Guillermo Jenefes estaban dispuestos a acompañar la propuesta anti K. Finalmente, la ausencia de Jenefes y las negociaciones con Guinle terminaron por debilitar a la oposición y la media sanción salió sin la mayoría necesaria.
La evolución de esas rispideces en el seno del bloque K –señalan en el oficialismo– dependerá en buena medida de la actitud que adopte la Casa Rosada con sus senadores. Mientras, en medio de la presión mediática, el arco opositor sigue buscando derrotar al gobierno en cada oportunidad. La disputa durará hasta 2011, con final abierto.
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