Dom 09.05.2010

EL PAíS  › OPINIóN

Historia argentina y mitología griega

Dos hechos históricos, casi en simultáneo. Los defensores de Martínez de Hoz, sus sinrazones. Una sesión memorable y su pico. El centroizquierda en Diputados, sus perspectivas. Avellaneda traducido al alemán, en versión para griegos. Una crisis enorme y silencios estridentes.

› Por Mario Wainfeld

En medio de la sesión en que se debatía el matrimonio entre personas del mismo sexo, la diputada Cecilia Merchán (Libres del Sur) anunció la detención de José Alfredo Martínez de Hoz. Una ovación, lindante con la unanimidad, subrayó la nueva. Seguro que hubo conversos entre quienes aplaudieron, de cualquier manera el episodio ilustró el estado de opinión sobre el terrorismo de Estado y la simultaneidad entre dos hechos históricos. En el recinto se gestionaba un avance formidable sobre derechos civiles, en el Cavanagh caía un icono de la dictadura y un símbolo de la impunidad de las clases dominantes.

El azar obró la coincidencia momentánea, la simultaneidad de fondo alude a causas profundas, a avances del sistema democrático.

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Joe y sus amigos de siempre: Martínez de Hoz tuvo defensores en el Agora, cofrades de clase, de proyecto e ideológicos. El diario La Nación, en encendidos editoriales y columnas (en las que recuperó la palabra “subversivos” para mentar a las víctimas de la dictadura) defendió la causa de Joe. El Colegio de Abogados porteño sumó su irrisoria voz. Su nombre engaña, es una ONG que aglutina a un puñado de letrados procesistas, no representa a la matrícula de profesionales, como sí lo hace el Colegio Público.

Los argumentos de los otrora aliados, hoy defensores, son calcados. Denuncian una persecución política y alegan que la causa penal por el secuestro extorsivo del empresario Gutheim y su hijo fue cerrada en su momento. Invocan que el ex ministro estaba a punto de ser sobreseído cuando recibió la gracia del indulto. Los juristas polemizan sobre si es válido el indulto antes de la sentencia, lo cierto que es, en este caso, eso ocurrió y el expediente se archivó. El sobreseimiento, sucedáneo de la sentencia, es un acto preciso y único. No lo hubo en el expediente en cuestión. No existe estar “casi” sobreseído, como no es factible estar casi embarazada. En ambos supuestos, los trámites previos son imprescindibles pero no suficientes.

Los apologistas del reo Martínez de Hoz se distrajeron de un “detalle”: el arresto no fue un embate de fuerzas de choque sino consecuencia directa de un fallo señero de la Corte Suprema, que confirma una jurisprudencia ejemplar, añejada en (ay, demasiados) años.

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Una sesión memorable: La sesión sobre matrimonio gay fue memorable. La libertad de voto desemblocó el esquema binario del actual Congreso propiciando intervenciones interesantes y un debate rico en matices. Fueron contados los diputados que hicieron gala de intolerancia y de irrespeto por la diversidad. La corrección política dominó aun entre quienes votaron por la negativa. En el arco mayoritario las banderas igualitarias y constitucionales se mestizaron con lecturas sobre los fundamentos de la familia contemporánea. El momento emocional más alto fue la presentación del socialista Ricardo Oscar Cuccovillo, quien compartió sus vivencias como padre de un hijo gay. Como se dice en las transmisiones de fútbol cuando hay un golazo, en ese momento se podía haber cerrado la cancha.

Las barras metieron bulla, aplaudieron y abuchearon según los casos. No incurrieron en patoteadas similares a las que ocasionaron, en otras sesiones, Juan Carlos Blumberg o los ruralistas de la Mesa de Enlace. Dictaron cátedra de cultura política y de capacidad de movilización. Un hilo nítido enlaza los dos sucedidos que referimos: son consecuencia de la convicción militante de minorías organizadas que supieron construir conciencia, ganar espacios, abrir la cabeza y los oídos de la sociedad civil. Temple para soportar los malos trances o las murallas de silencio, creatividad para buscar las herramientas legales para sostener sus causas, paciencia sin desmayos.

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El “A bis”, o algo más. El centroizquierda que aportó 28 votos, sumando todas sus expresiones, fue decisivo para concretar la sesión especial y garantizar el quórum. El cien por ciento de sus diputados votó afirmativamente dando fe de su coherencia, que no hubiera bastado sin la concurrencia de colegas de otras bancadas.

Un eventual accionar conjunto del arco de centroizquierda en el futuro podría mejorar, para bien, la correlación de fuerzas en Diputados. Promover coaliciones ad hoc con otros partidos, mejorando la agenda parlamentaria, imprimiéndole un sesgo más progresista.

Hasta ahora, mayoritariamente, jugó cerca del Grupo A con el cual (en el mejor de los casos) puede bisagrear leyes de tinte republicano. Algunas podrían ser estimulantes, como una reforma-restauración del Indec. Otras, piensa el cronista, oscilarían entre lo anodino y lo improbable, como las modificaciones al Consejo de la Magistratura que se están conociendo.

En otras materias, como el matrimonio gay, la reforma de la ley de entidades financieras o aún ampliaciones de la despenalización del aborto su aliado potencial es el oficialismo. Más allá de las caracterizaciones retóricas, el Frente para la Victoria y su commonwealth son (entre los partidos más votados y con más legisladores) el único sector capaz de comprometerse con ese tipo de reformas. “Correrlo por izquierda” con ánimo de sumar es un horizonte factible para el centroizquierda, que si lo manejara bien podría confirmar su perfil y trascender la denuncia o el testimonio.

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Lo llamaban Primer Mundo: Las novedades preocupantes llegaron, y se va haciendo costumbre, desde el centro del mundo. Hace pocas semanas, en la reunión del G-20, cundía un optimismo desaforado. La crisis era cosa del pasado, sobraban capitales disponibles en la aldea global, la Jauja financiera recobraba enjundia. Un eslabón pequeño de la Unión Europea (UE) desnudó las falacias y las carencias de los economistas-sabios. Grecia, como no ocurría desde la Antigüedad, volvió a ser el centro del mundo, por razones muy diferentes de las de antaño.

El presidente argentino Nicolás Avellaneda prometió una vez que pagaría la deuda externa ahorrando sobre el hambre y la sed de los argentinos. La frase motivó las reacciones del pensamiento nacional y popular autóctono. En comarcas distantes, la canciller alemana Angela Merkel y otros jefes de estado de grandes países europeos parafrasearon a Avellaneda: pagarían la deuda helénica ahorrando sobre el hambre y la sed de los griegos, quienes jamás los votaron. La política económica en la aldea global alienta esas paradojas pero tiene sus contrapartidas: el pueblo griego rechaza la receta poniendo el grito en el cielo y multitudes en la calle. Blindajes que no son tales y castigos bíblicos para supuestos pecadores son el instrumento elegido por las potencias. Cualquier ciudadano argentino curtido por la experiencia supone que el experimento no va a andar.

El mundo es uno, las Bolsas zozobran en simultáneo con la sola variedad de los husos horarios. Los países emergentes están mejor resguardados que los centrales pero distan de estar exentos. La formidable devaluación del euro y (mucho más) la del real impactarán en cierta medida en la Argentina. La fuga de capitales en la potencia regional repercute también acá, donde suele haberlas por otros motivos estructurales.

El cimbronazo exige presencia estatal, activismo gubernamental, protección del empleo. El desempeño gubernamental entre 2008 y 2009 en esos rubros fue más que interesante, lo que llega a ser reconocido aun por sus críticos no cerriles ni obtusos, que los hay en número creciente. En ese contexto, los opositores que pregonan un capitalismo moderno (y no reformas populistas o revolucionarias) carecen de razones para seguir entorpeciendo el pago de deuda con reservas del Banco Central. Otro es el caso de los partidos de izquierda, que proponen reformas radicales, polémicas pero congruentes con sus principios.

Pero lo que queda en el Grupo A sólo puede insistir en su negativa por un mecanicismo opositor que va contra sus propios intereses, que incluyen ser alternativa en 2011.

La falta de perspectiva de su dirigencia impresiona. De igual modo, la carencia de producción intelectual emanada de los partidos políticos, que concierne también al oficialismo. Una crisis económica de magnitud exige un correlato de documentos, abordajes pluridisciplinarios, análisis precisos de los principales protagonistas políticos. El oficialismo, ya se dijo, es reactivo e hiperkinético pero adolece de falta de pensamiento para el mediano plazo, hasta para el corto. La oposición mayoritaria tiene un comportamiento más preocupante e indolente: nada hace, nada piensa, nada propone.

La política kirchnercéntrica es un karma que achata el horizonte. Nada más lejos de la intención del cronista que proponer poner “pausa” a las denuncias, a las comisiones investigadoras, a las políticas de derechos ciudadanos o a cualquier otro issue de agenda. En una sociedad compleja, siempre es tiempo de todo. Pero mete vértigo el silencio sobre mutaciones tremendas que serán determinantes en este Sur que las recibe más resguardado que ante otras crisis pero jamás desconectado.

De cualquier forma, es sano y adecuado cerrar esta columna celebrando las escenas de Diputados y del Cavanagh, representaciones de un sistema democrático más complejo y más estimulante que los recitados deprimentes que hacen moda en estos pagos.

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