EL PAíS
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Nuevas amenazas
Por Marcela Bordenave *
Hoy vemos con suma preocupación un nuevo embate del Gendarme del Mundo hacia las democracias de América latina. La ruptura del consenso de Washington por parte del Departamento de Estado norteamericano ya es un hecho. Para muestras bastan un puñado de ejemplos: el intento golpista en Venezuela, la intervención militar en Colombia, la desestabilización económica en Brasil y en nuestro país fuimos testigos del intento de demonización de los compañeros del MTD. Como en otras épocas asesinaron a dos de sus militantes, que de no haber sido por la valentía de los reporteros gráficos y la movilización social que no se compró los discursos del Gobierno, se hubiera profundizado el autoritarismo en la Argentina.
Yo misma fui testigo, en una reunión con diputados de la Comisión de Defensa, de cómo el actual jefe de la SIDE, desfachatadamente, sostenía que “la agrupación Aníbal Verón eran las FARC de Colombia”.
Hoy, en este intento reaccionario se quiere equiparar el problema del terrorismo internacional o el tráfico de drogas con los movimientos sociales y definen como nuevas amenazas a las migraciones y la pobreza. ¿Es posible que en vez de propiciar una justa distribución del ingreso, mejorar la educación y la salud de nuestros pueblos, todo el empeño que se utiliza en reuniones y largos documentos, tanta gente pensando, lo único que se les ocurre son balas? Ahora como las balas de goma no alcanzan y el palo de abollar ideas parece que perdió efectividad, hay que meter bala, si es posible de Fal, tanques y morteros, para quienes luchan por un trabajo, quienes luchan por su dignidad.
Del consenso de Washington, Estados Unidos borró la palabra democracia y a través del ALCA busca un instrumento de dominación económica permanente. Y en esto el Imperio siempre cuenta con lacayos nacionales a su servicio que no tienen ningún empacho, como no lo tuvieron antes para amnistiar crímenes de lesa humanidad, en estar siempre listos y utilizar las instituciones de los Estados-Nación para servir al gigante del Norte en su frenética búsqueda de seguridad. A pesar de que las leyes lo prohíben se insiste y persiste en que las Fuerzas Armadas actúen en el conflicto social y hagan inteligencia interna como en la larga noche del continente Latinoamericano, bajo el estigma de la nefasta Doctrina de Seguridad Nacional.
Hoy el caso argentino está bajo la lupa de todo el mundo. Los sucesos históricos del 19 y 20 (de diciembre 2001) ponen sobre el tapete que el modelo de concentración de riquezas en pocas manos, instaurado con sangre y fuego en el ‘76, está perimido y obsoleto. Hoy tenemos que empezar a construir nuestro nuevo modelo en base a la distribución justa del ingreso, de la tierra, con igualdad de oportunidades.
Tenemos que generar junto a Brasil una verdadera integración latinoamericana que excede lo económico y se completa con lo político, lo social y lo cultural. De la asociación con Brasil y el Mercosur al resto de América latina. Para poder negociar con fuerza y decisión la relación con el ALCA y la Comunidad Económica Europea.
Nuestro primer objetivo es el combate a la pobreza, nuestra prioridad generar trabajo genuino perdurable que devuelva a nuestro pueblo el sentido de progreso.
Debemos mantener la separación entre defensa y seguridad interior y propiciar con nuestros socios la integración regional en materia de defensa, planteo que Brasil encabeza desde que la hipótesis de conflicto bélico entre nuestros países está totalmente descartada.
Una política estratégica en el área militar que defienda la integridad territorial de la región con una concepción defensiva y confrontar abiertamente el planteo de los Estados Unidos.
Mientras el Comando Sur del Ejército de Estados Unidos continúa su lobby, los latinoamericanos tenemos una oportunidad histórica, el triunfo del PT en Brasil y el liderazgo de Lula, como también las experiencias de Gutiérrez en Ecuador, Morales en Bolivia y el seguro triunfo del FrenteAmplio en Uruguay, revitalizan el sueño bolivariano de unidad latinoamericana de poder transitar un camino de paz, equidad y justicia.
Sólo si somos capaces de convencer a la parte de la sociedad que está desencantada y unificar sobre las coincidencias a todos los que luchamos por una transformación social, podremos constituir un camino autónomo que a lo mejor esté lleno de espinas y los primeros pasos que transitaremos podrán ser dolorosos. Pero será nuestro propio camino y estaremos construyendo una nueva sociedad.
* Diputada de la Nación. ARI - Provincia de Buenos Aires.