EL PAíS › OPINIóN
› Por Fernanda Gil Lozano *
Hace unos días cuando recibí a un grupo de trabajadores de la fábrica Felfort, en su mayoría mujeres, me fue inevitable pensar en los chocolates, el invierno y todo esa ceremonia exquisita que ese maravilloso invento maya legó a nuestra cultura. Sin embargo, a medida que estas mujeres se fueron expresando, ese mundo encantado fue dejando paso a una realidad tan amarga, cruel y amarilla como el limón. Las mujeres embarazadas de esta fábrica deben fajarse el vientre para ocultar su embarazo, caso contrario son despedidas. Eso le ocurrió a una de ellas el último miércoles 14 de julio. Los supervisores, paridos tal vez por alguna mula, las hacen levantar pesos excesivos para su estado o les cambian los horarios de trabajo sin aviso previo, lo que provoca su renuncia. Todos deben hacer largas jornadas de trabajo (de 12 o más horas) para cobrar horas extras y poder vivir dignamente. Durante mucho tiempo están contratados por agencia, hecho que viola las leyes más elementales de trabajo en Argentina. Las mujeres que pertenecen al personal de limpieza nunca pueden terminar con su tarea porque son pocas y el lugar demasiado grande para ellas. Muchas veces el color de piel de algunas de las empleadas es motivo de discriminación y maltrato por parte de los dueños a la vista de todo el mundo.
En esta fábrica que produce chocolates, caramelos, cereales, huevos de Pascua, turrones, alimentos funcionales o dietéticos, los cuales conforman una amplia línea que cubre la necesidad de diversos mercados, al igual que en el mundo de Charly y la Fabrica de Chocolates, el film de Tim Burton, suceden cosas extrañas: de las 500 personas que cada día ingresan a trabajar a la planta, 220 están contratadas mediante agencias de colocación de empleos y figuran como “eventuales”; algunas tienen este estatuto desde hace un año, por eso acusan a la empresa de fraude laboral, entre otras cosas.
El señor Ricardo Fort asegura que necesitaría tres vidas para gastar el dinero que tiene, que por supuesto no hizo él, sino que se inició con la instalación de la empresa en Argentina por Felipe Fort en 1912, y actualmente es llevada adelante por su mamá. Su célebre hijo sólo se dedica a malgastar a costa de los empleados de su fábrica.
* Diputada nacional por la Coalición Cívica.
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