Dom 15.08.2010

EL PAíS  › PROTESTA DE LOS VECINOS

“La locura inmobiliaria”

› Por Emilio Ruchansky

Una docena de personas se turnó ayer para usar el micrófono sobre la avenida Triunvirato, a metros del boulevard Mendoza, en Villa Urquiza, donde se derrumbó el gimnasio que provocó la muerte de tres personas y dejó 11 heridos. Eran, en su mayoría, vecinos preocupados por “la destrucción del barrio” a manos del “modelo constructivo” que impera en la ciudad, suma de la “locura inmobiliaria” y la complicidad de los inspectores del gobierno porteño. “Hace ocho meses que venimos denunciando cómo se destruyen cuadras enteras en el barrio, sin que haya controles. El derrumbe se podría haber evitado”, gritó Alberto Di Paola, de la organización Salvemos Villa Urquiza, rodeado de 200 vecinos.

Antes de pasar el micrófono, Di Paola contó que varias personas se habían acercado para comentar que tenían problemas edilicios por megacontrucciones linderas. También pidió al público que firme el petitorio para rezonificar el barrio y que sea R2(b2): “residencial y de baja densidad”, respetando así su identidad. El siguiente en hablar fue un dirigente experimentado en combatir la verticalización de los barrios porteños, Gustavo Desplats, de SOS Caballito.

“El derrumbe no fue una excepción. Sabemos que seis de cada diez demoliciones son ilegales. Se creó un registro de empresas demoledoras después del derrumbe de Thorne y Pedro Goyena, pero los empresarios inescrupulosos prefieren no contratarlas. Hay 600 mil personas viviendo en villas de emergencia y Macri no hace nada por urbanizar, pero no tiene problema en permitir edificios suntuosos, que modifican nuestra forma de vida, la luz, el sol. Se vienen abajo las casas y mueren nuestros vecinos por falta de control”, dijo Desplats.

Según comentó este dirigente, si una obra es denunciada varias veces, se deja constancia por separado, no se abre un expediente. “Tampoco hay registro de reincidentes ni se cruzan los datos de los planos con las denuncias”, agregó. Luego contó que hace poco se hizo una marcha en contra del arquitecto Carlos Cucciolla, a quien acusa de hacer una doble demolición clandestina, es responsable de una casa que se cayó pero “sigue construyendo”. No había terminado de hablar, cuando una señora se acercó para informar que ya se habían quedado sin más planillas de firmas (planean presentarlas el próximo miércoles en la Legislatura porteña).

El micrófono llegó a manos de Carlos Grisafi, un diariero que incluye las planillas cada vez que entrega diarios a sus clientes de confianza para que salgan a buscar más firmas. “No estamos solos en esta lucha. Pasa lo mismo en Almagro, Caballito, Palermo, Villa Pueyrredón, Núñez y Belgrano. Tenemos que unirnos para detener esta locura inmobiliaria que nos está quemando la vida. ¡Paren de construir sin control! ¡Nos están matando!”, dijo el diariero, con más de 20 años en el rubro y en el barrio. “En Villa Pueyrredón y Villa Urquiza hay 600 edificios en construcción... y tenemos sólo 180 inspectores para toda la ciudad”, agregó.

Con el clima caldeado, tomó la palabra el legislador Marcelo Parrilli, del MST, quien denunció al jefe de Gobierno porteño por haber designado al contador Angel Rodríguez al frente del área Protección del Trabajo, sin que tenga experiencia comprobable en la materia. Parrilli prometió seguir golpeando puertas para que se haga justicia y “se termine con el negocio inmobiliario y la corrupción de los organismos de control”. El micrófono pasó a Graciela Muñiz, vecina y defensora del pueblo. “Hay que poner límites a la construcción compulsiva, no nos consulta cómo queremos vivir”, dijo Muñiz.

A la vuelta, sobre la calle Mendoza, varios carteles pendían de las vallas, a metros de las ruinas del derrumbe. Pedían “conciencia y memoria” por lo ocurrido. Los vecinos –personas mayores, familias y adolescentes– pasaban cabizbajos frente a los dos palas mecánicas rodeadas de cascotes. Se oían lamentos y frases sueltas: “Es otro Cromañón”, “los inspectores también tienen la culpa”, “hay una cadena de responsabilidades”, “el que construye tiene que tomar recaudos”, “son todos una basura, se echan la culpa entre ellos, ninguno se hace responsable”.

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