EL PAíS › LA ELECCIóN DE INTENDENTE EN MARCOS JUáREZ
El domingo, el intendente peronista no K Avalle fue reelecto
en la ciudad cordobesa. La particularidad fue la utilización
del sistema de voto electrónico. Análisis de sus pro y contra.
› Por Inés Zarazaga
Marcos Juárez, una ciudad ubicada a 256 kilómetros de la capital cordobesa, se enfrentó el domingo a una experiencia novedosa: la elección de su intendente mediante el voto electrónico. En un total de 23.247 electores, fue reelegido con el 46,33 por ciento de los votos el actual intendente Eduardo Avalle (Unión Vecinal, en alianza con oficialismo provincial), hermano de Roberto Avalle, ministro de la Producción. En segundo lugar, el candidato del Frente Cívico (juecismo), Mario Ardid, con el 25,74 por ciento, y en tercer lugar quedó el radicalismo.
La elección comenzó alrededor de las 9, con casi una hora de demora. En contrapartida, el recuento de votos fue muy rápido: también alrededor de una hora. Las elecciones definieron un intendente, la renovación del Concejo Deliberante y los miembros del Tribunal de Cuentas.
¿Cómo es el proceso? La persona llega a la escuela asignada con su DNI, se informa respecto de la mesa que le corresponde y hace la fila, como en cualquier elección. Luego de que el presidente de mesa comprueba su identidad, cada votante recibe una tarjeta que lo habilita a votar, con la posibilidad de ser asistido en caso de necesitar ayuda. Una vez que la tarjeta es insertada y se emite el sufragio queda inhabilitada, hasta que el presidente de la mesa la desbloquea para un nuevo elector.
El votante se encuentra frente a una pantalla táctil: la urna electrónica. Así podrá visualizar a todos los postulantes y elegir al candidato. En este caso se eligen, por un lado, intendente y concejales, y por el otro, miembros del Tribunal de Cuentas, razón por la cual en una boleta tradicional estaríamos ante dos tramos. En este proceso electrónico, el ciudadano decide para el primer tramo la lista preferida y luego se pone en pantalla la lista completa. Finalmente, se le requiere que confirme la decisión y el voto queda emitido para ese tramo electoral. Luego se hace lo mismo respecto del segundo tramo. La urna procesa el voto e imprime la elección. La persona no puede acceder a ese comprobante pero sí observarlo. Durante ocho segundos la persona podrá visualizar su voto que luego, automáticamente, cae a una urna. Una vez emitido el voto, el elector devolverá la tarjeta. Luego de cerrarse el proceso electoral, todos los datos son transferidos a un centro de cómputos específico y una computadora realizará el recuento del total de votos emitidos.
En este caso, el sistema de voto electrónico fue provisto por la empresa española Indra, que ya tuvo experiencias en nuestro país, algunas cuestionadas, como la elección de gobernador de Córdoba, en septiembre de 2007, cuando Luis Juez atribuyó a Indra irregularidades en el escrutinio. El gobierno de Córdoba corrió con los gastos de la elección, que se estiman en una cifra cercana a los 600 mil pesos, a fin de poner a prueba este mecanismo pensando en las elecciones para gobernador de 2011.
No todas son loas para el nuevo sistema. Andrés Piazza, especialista en Derecho Informático, brinda algunas reflexiones: plantea la distinción entre uso de nuevas tecnologías en el proceso electoral y la efectiva emisión del sufragio por medios electrónicos. Lo primero sólo tiene beneficios. En lo segundo, la posibilidad de auditar se torna complicada. La misma información que se requiere para poder auditar es la que se necesitaría eliminar de los registros para no violentar el principio de “voto secreto”. La implementación de urnas electrónicas requiere para ser auditada, necesariamente, que el sistema deposite su confianza en manos de la entidad que presta el servicio, sea privada o pública.
La situación del voto electrónico en el mundo se ha ido modificando. O se ha declarado jurídicamente inconstitucional (Alemania, Holanda) o se han llegado a “descertificar” determinados procedimientos de urnas electrónicas, por lo que existen pocos sistemas habilitados (Estados Unidos). La tendencia de los últimos años es desechar esta propuesta, debido a que no puede ser auditable por el ciudadano.
Finalmente, no es un dato menor el costo económico que esta innovación implica: se estima que las elecciones bajo este sistema insumieron de cinco a seis veces más dinero que las elecciones pasadas.
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