EL PAíS › LA OPOSICION QUEDO SIN QUORUM EN DIPUTADOS CUANDO IBAN A VOTAR EL PRIMER PROYECTO Y LEVANTARON LA SESION
Con esfuerzo, habían conseguido quórum para sesionar. Pero luego muchos se fueron del recinto y, ante la primera votación, los oficialistas aprovecharon para dejar sus asientos. Hubo reproches cruzados entre los opositores.
› Por Miguel Jorquera
Después de tres fracasos consecutivos, el conglomerado opositor parecía haber revertido sus propias dificultades en la Cámara de Diputados. Ayer, el Grupo A consiguió, no sin esfuerzo, el quórum para sesionar –132, apenas tres más de los legisladores necesarios–, pero no logró sostenerlo en el recinto, y la sesión se cayó porque sus diputados no estaban a la hora de votar el primero de los proyectos en debate. Malhumorados, los opositores repartieron culpas y reproches entre el oficialismo –que se levantó de las bancas– y sus propios aliados, desnudando sus diferencias. La mayoría le apuntó por igual al presidente de la Cámara, el kirchnerista Eduardo Fellner, y al vicepresidente primero, el radical Ricardo Alfonsín, ausente a la hora de presidir la sesión.
“Somos una manga de pelotudos”, repetía una y otra vez en voz alta el peronista disidente Marcelo López Arias, visiblemente molesto con los aliados. Era uno de los primeros opositores en salir del recinto después de que la vicepresidenta segunda del cuerpo, la oficialista Patricia Fadel, levantara la sesión por falta de quórum a la hora de votar el primer proyecto del orden del día: aumento en las deducciones personales del Impuesto a las Ganancias. El tablero electrónico marcaba sólo 88 diputados presentes, de los cuales una veintena eran oficialistas que rápidamente se levantaron de sus bancas.
La distensión de los diputados opositores, después de haber conseguido el quórum para sesionar, terminó jugando en contra de sus aspiraciones. Igual que la propia estrategia legislativa que se habían trazado: “Discursos cortos, para que podamos tratar todos los temas”. Pero los diputados opositores fueron excesivamente breves y la lista de oradores se agotó mientras la mayoría de ellos se repartían entre cafés, charlas informales y trabajo en sus propios despachos.
“Es una injusticia y una muestra de intolerancia y arbitrariedad”, le decía a Fadel el juecista cordobés Gumersindo Alonso, aunque también reconocía la situación como una “irresponsabilidad de la oposición”. Un poco más atrás, todavía en el hemiciclo que rodea al recinto, el macrista Federico Pinedo intercambiaba reproches con el oficialismo mientras compartía con ellos mate y facturas. Margarita Stolbizer abandonaba el recinto con un dejo de resignación. Luego otro diputado del GEN, Gerardo Milman, lo sintetizaba en un comunicado: “Es necesario que la oposición se ordene, deje de hacer discursos y ponerse a votar para destrabar la máquina de impedir del Frente para la Victoria”.
En tanto, en el Salón de los Pasos Perdidos, el jefe del bloque K, Agustín Rossi, daba su posición. “Nosotros no construimos el temario de la oposición. En Labor Parlamentaria propusimos tratar el régimen de empleadas de casas particulares y lo mandaron al puesto siete del temario. Y en el recinto no rechazaron la incorporación al temario de la propuesta de compensar con un franco en la semana siguiente a los empleados de comercio que trabajan los domingos”, se justificaba Rossi y volvía sobre una repetida advertencia: “Nosotros no vamos a garantizar el quórum para que ellos aprueben proyectos contra el Gobierno”.
Ya en los pasillos del Palacio Legislativo, el radical Rubén Lanceta lanzaba una advertencia para Fellner: “Vamos a ver quién es el presidente de la Cámara la semana que viene”. “Fue un acto de piratería parlamentaria”, repetía otra radical Silvana Giúdici, mientras Lanceta titulaba con la misma frase su propio comunicado.
Pero, por lo bajo, los cobistas también le apuntaban a Alfonsín, su rival interno. “Si él hubiera estado presidiendo la sesión no nos hubiera pasado esto”, argumentaban los legisladores que responden al vicepresidente. Oficialmente desde la Coalición Cívica decían que en noviembre no iban a ratificar su voto de confianza a Fellner como presidente de la Cámara, pero extraoficialmente también manifestaban su malestar contra Alfonsín: “No vino a otras sesiones en las que no conseguimos quórum y hoy (por ayer) tampoco se quedó en el recinto para presidir la sesión”. Aunque Felipe Solá se empecinaba en repetir que “esta vez el error no fue nuestro”, por lo bajo varios peronistas disidentes le apuntaban sus dardos al precandidato presidencial de la UCR.
Los alfonsinistas intentaban despegarse de la responsabilidad: “Tampoco estaban en el recinto ni Oscar Aguad (el jefe del bloque radical) ni Elisa Carrió”, sostenían. Los sucesivos fracasos volvieron a reavivar las diferencias entre las bancadas del Grupo A en medio de acusaciones mutuas.
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