EL PAíS
› EL MARIDO CREE QUE LAS CLAVES DEL SUICIDIO ESTAN EN LAS CARTAS QUE DEJO
“Meza estaba agobiada por los aprietes”
Aunque no hubo autopsia, ni el juez ni la familia abren dudas sobre el suicidio de la diputada Martha Meza, que se hizo conocida nacionalmente cuando reclamó a Menem que asuma la paternidad de su hijo Carlos Nair.
Página/12 habló con su marido sobre las cartas dejadas por Meza y el estrés que le provocaban “las presiones que recibía”.
› Por Adriana Meyer
“Martha estaba agobiada por aprietes políticos y judiciales”, aseguró ante Página/12 Antonio Dorrego, marido de la diputada Martha Meza que se suicidó hace una semana envenenándose con un plaguicida. La legisladora formoseña, que afirmó en 1995 haber tenido un hijo con Carlos Menem, estaba en un “pozo depresivo”. Sin embargo, en las cartas que dejó a sus familiares confesó que no se quitaba la vida por depresión. Estaba “cansada de vivir y de luchar” en medio de tales presiones, según refirieron a este diario dos personas que tuvieron en sus manos las misivas. Aunque no hubo autopsia, la familia y la Justicia no abren dudas sobre los hechos. Y el juez está a punto de cerrar el caso. Sus allegados coinciden en que la mayor preocupación de Meza en los últimos meses era el juicio de filiación que inició su hijo Carlos Nair para que Menem le otorgue el apellido (ver aparte).
Fue la única hija mujer de un caudillo justicialista del interior formoseño, Modesto Meza, en cuya casa de Las Lomitas fue confinado Carlos Menem tras su detención durante la dictadura. Martha Elizabeth Meza fue maestra rural, dos veces diputada provincial y en la actualidad ocupaba una banca en el Congreso nacional. Además de Carlos Nair, el hijo que según ella nació de su relación sentimental con el ex presidente, tuvo a Adriana y a Luis durante su primer matrimonio.
En su entorno afirman que en una época se llevaba puestos a sus rivales políticos. Pero el año pasado había pedido licencia en la Cámara baja por problemas de salud y se la veía cada vez más enflaquecida. “En los últimos días la vi como siempre, con su pensamiento siempre lejano. Aunque estaba poco comunicativa y ella era verborrágica... estaba más callada. Pero nunca me imaginé una cosa así. Yo soy intendente, y ella era mi motorcito. Cuando necesitaba algo, lo conseguía en el momento”, recordó el marido. “No estaba enferma, como dijeron; simplemente bajaba de peso por el estrés que tenía”, aclaró. “Ella andaba muy estresada por muchos problemas, pero no nos dimos cuenta de que podía tomar esa decisión”, se lamentó Carlos Nair. El viernes 10 por la mañana fue a la clínica de Dorrego, quien es médico además de intendente de Pirané, la localidad formoseña en donde vivía el matrimonio junto a Carlos Nair. A las 9.30 volvió a su casa, al parecer preparó el cóctel de plaguicida Glex M100 y alcohol, y lo tomó. La encontró su empleada en el dormitorio y enseguida llamó al esposo. Dorrego pensó que tenía un edema pulmonar, primero la trasladó a su clínica y luego a Formosa.
A Carlos Nair jamás le manifestó su intención de suicidarse, pero sí le habría anticipado sus intenciones a un par de amigos. Incluso habría comprado un revólver. Y quiso decir su verdad a través de varios mensajes breves, escritos en diferentes momentos, para sus hijos, su madre y su esposo, además de uno dirigido al “señor juez”. Se los entregó a su hija Adriana Verani para que ella se los diera a un abogado de Las Lomitas. “Por si me pasa algo”, fue la única explicación que le dio. Las cartas no llegaron a manos del letrado porque la mujer las abrió apenas supo que su madre había muerto, y luego las llevó al juzgado de Elio Aranda. Además de manifestar que estaba “cansada de tanto luchar”, la diputada pidió perdón por el dolor que le causaba a su madre y a sus hijos, y expresó su deseo de reunirse con su padre, fallecido en 1996, con quien había mantenido una fuerte relación afectiva.
“No hizo falta hacer la autopsia porque tenemos casi la certeza de que el fallecimiento de la legisladora se produjo porque ingirió gran cantidad de un poderoso plaguicida con componentes fosforados”, le dijo el juez Aranda a este diario. La determinación la tomó el médico forense y nadie se opuso. El “casi” corresponde a una verificación encomendada a un laboratorio en Misiones. El mismo potente olor y composición química estaban en su estómago, en su aliento y en el envase que encontró su empleada junto al cadáver. Cuando este diario insistió en que en casos de muerte traumática es obligatoria la realización de la autopsia, elmagistrado explicó que “no murió en su casa sino en el sanatorio, y allí ya contábamos con la historia clínica”. Aranda es el juez que está de turno este mes y podría cerrar el caso antes de que termine la feria judicial.
Razones de un suicidio
Ni Carlos Nair ni el marido de Meza abren dudas respecto del suicidio. “Ha dejado cartas, ha dejado todo perfectamente determinado, incluso señalando el motivo. Pero lo voy a decir una vez que el juez entregue todos los elementos”, afirmó Dorrego.
–¿Es cierto que estaba deprimida en los últimos tiempos?
–Estuvo en un pozo depresivo, pero ella manifiesta en las cartas que no es depresión lo que la llevó a esa determinación sino que se sentía cansada, agobiada de aprietes políticos, judiciales y todo eso. Yo la hice ver hace tres meses y mi diagnóstico es que padecía un estrés crónico con un agotamiento físico, porque clínicamente estaba todo bien.
–¿Mencionó de dónde venían esos aprietes o presiones?
–No. Seguramente se darán por aludidos los que fueron si las cartas trascienden.
–¿Tiene que ver con el juicio de filiación?
–No sé, creo que gran parte de su vida la dedicó a eso para que su hijo pueda llevar ese apellido, dado que él también está sufriendo trastornos psicológicos severos. Ese es uno de los temas... está trabado, tardan mucho. Usted sabe cómo es la Justicia, y más cuando se trata de un personaje así.
–¿Usted y la diputada estaban enfrentados con el justicialismo local?
–No. Nosotros fuimos electos por la rama del gobernador (Gildo Insfrán)
–¿Y ahora están alineados o enfrentados?
–Ni alineados ni enfrentados. Simplemente una buena relación, hasta ahí.
–Sin embargo, los periodistas locales dicen que era querida por la gente, pero odiada por sus pares.
–Es cierto. La recuerdo como una incorruptible, honesta políticamente, como pocos. Le decían “Martha, la de nadie”, porque realmente no se callaba ante nadie, ni frente al gobernador ni frente a quien fuera.
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