Tomó conciencia de su soledad y decidió hablar para no ser el único en pagar por la ensañada represión del 20 de diciembre. Un día antes de presentarse ante la jueza federal María Servini de Cubría para declarar como acusado de homicidio agravado, por las cinco muertes más los 150 heridos que investiga la magistrada, el ex jefe de la Policía Federal del gobierno aliancista Rubén Santos presentó un escrito en el que deslindó responsabilidades “hacia arriba y hacia abajo”. Según pudo reconstruir Página/12, el comisario general mencionó al ex ministro de Justicia Jorge de la Rúa, al ex secretario general de la Presidencia Nicolás Gallo y al ex viceministo del Interior Lautaro García Batallán y la jueza decidió postergar su indagatoria y escuchar primero a estos ex funcionarios. La declaración del imputado ex secretario de Seguridad Enrique Mathov, prevista para mañana, fue confirmada.
El ex jefe de la Federal tampoco se privó de inculpar a sus subordinados, a los que acusó de haberse “sobrepasado” y “excedido” en el uso de la fuerza cuando cumplían las órdenes por él impartidas. En esa parte del escrito de 22 carillas, aprovechó para remarcar su apego a los “valores democráticos”, en contraposición con los “excesos” en que habrían incurrido los agentes, que usaron balas de plomo para reprimir a los manifestantes.
En Comodoro Py estaba todo previsto. Las partes querellantes habían acercado extensos cuestionarios para que la jueza y los fiscales Luis Comparatore y Patricio Evers interrogaran al imputado. Incluso, distintas organizaciones políticas y sociales habían organizado un escrache en la puerta de los tribunales federales de Retiro. Mientras era indagado el último de los comisarios convocados, el ex jefe de Seguridad Metropolitana Raúl Andreozzi, Servini resolvió acceder a la suspensión de la audiencia de Santos. El comisario general aseguró que la tarde del 20 –en que la gente protestaba contra el corralito y el ex gobierno aliancista– había hablado con Jorge de la Rúa y otros miembros del gabinete.
Los investigadores quieren establecer quién dio qué órdenes durante esas horas. Fernando de la Rúa aseguró en su momento, y lo repitió en su escrito ante el juzgado, que no se enteró de las muertes. Lo mismo argumentó Mathov. Lo cierto es que la policía debía “limpiar” la plaza y para eso usó balas de plomo en lugar de goma. Si bien Santos responsabilizó a sus subordinados de haberse excedido, también habría dado elementos concretos sobre sus conversaciones con los funcionarios políticos. De otro modo, la jueza no hubiera frenado su indagatoria para averiguar más sobre la actuación del gabinete delarruista, tal como comentaban ayer sus colaboradores.
Aquella tarde en la Casa Rosada, Gallo y Antonio de la Rúa se trenzaron en una violenta discusión sobre las muertes que se estaban sucediendo en Avenida de Mayo y cerca del Obelisco. Hubo varios testigos, además del propio ex presidente, y los fiscales ya evaluaban la necesidad de precisar cómo fueron esos instantes finales de la administración De la Rúa.
Santos sintió que realmente se había quedado solo cuando trascendió que los fiscales querían pedir su detención, y que en el juzgado no les parecía descabellada tal iniciativa. Además, la mayoría de los comisarios integrantes de la cúpula de la Federal que lo precedieron en declarar como sospechosos no dudaron en señalarlo como el responsable de las órdenes represivas. Quienes conocen la interna de esa fuerza afirman que no fueron sus enemigos, que los tenía en cantidad, los que tomaron la iniciativa en cuanto a la ferocidad del ataque a la manifestación. Pero, alineados en la línea dura, aprovecharon la oportunidad para atacar a su ex jefe, de quien nunca toleraron su discurso “democrático”.